Capítulo 24: Fiestas conmutativas

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Nota del autor:
Bueno, para los que han visto mis otras obras saben que las fiestas en mis libros SON IMPORTANTES. Este cap es muy especial por lo que es mejor TRAER AUDÍFONOS. Tenlos preparados o la música no funcionará al 100% (ya verás a lo que me refiero). ¡Disfruta!

Hace 5 años...

***Oliver***

El camino era un poco largo, íbamos camino a las afueras de la ciudad. Gretta era alguien muy amable y energética.

—Entonces, ¿son novios? —preguntó ella riéndose.

—Uh... —Era algo incómodo, no hubiera esperado esa pregunta.

—¡Ja! Tranquilo, ella siempre es así. —Tannia soltó una risa—. No, no somos novios... Acabo de perder contra la estúpida de Vicky de nuevo.

—Ya te he dicho que me puedo encargar de ella en dos instantes. ¿Qué apellido tiene? —preguntó Gretta de manera seria. 

—¿Encargarte de ella? —cuestioné algo confundido.

—Oh Gretta, deja de hacer esas bromas tontas... —Tannia soltó otra risilla nerviosa—. Ehm. Entonces, ¿a dónde vamos?

—Ya casi llegamos, es la casa de un gran amigo. De todos modos, no creo que lo veamos, la fiesta está llena, es un éxito. ¿Escuchan la música desde aquí? —preguntó Gretta sonriendo. Era cierto, la música era explosiva y se escuchaba algo lejos. Estaba en la cima de una colina de un vecindario de millonarios.

Gretta sacó unos cartoncillos con ácidos. Se puso uno en la lengua mientras estacionaba el auto.

—¿Ácidos? —Tannia pasó la lengua por sus labios—. Diablos, sabes que no puedo... estoy con el entrenamiento a tope.

—No importa, pueden tomar uno a la mitad, claro, si Oliver quiere. —Sus ojos plateados me observaban con precaución—. Tendré que ver qué estilo tiene tu novio, ya sabes, para conocernos mejor.

—Si es la mitad de uno, supongo que estará bien... —dije con un poco de presión—. Dale.

•—Empezar Música—•
•—(CON AUDÍFONOS)—•

—Así me gusta, veo que podremos llevarnos bien... —Ella partió el cartón y nos lo dio a ambos en la lengua—. ¡Ahora sí! Recuerden, la regla es entrar y perdernos. ¡A disfrutar!

Era la fiesta más salvaje que había presenciado. Había luces de todos los tipos en cada sección de la enorme mansión. La gente tomaba fumaba y consumía sustancias imaginables, y todos bailaban aceleradamente.

Había unos tirados en los lujosos sillones, luciendo sus adornos de oro y su ropa de marca a montones. Tannia tomó mi mano para no perderme, mientras que Gretta había sido consumida por el gentío, subiendo al segundo piso.

—¿Quieres tomar algo? —preguntó Tannia caminando a la cocina—. Dicen que aquí se sirven los tragos más exclusivos.

—Está bien. —Su mano era cálida y caminaba orgullosa al estar junto a mí. El resto de la gente nos veía de una manera algo extraña. Era evidente que no pertenecíamos a su círculo.

En la gran cocina la música seguía sonando explosivamente, aunque había menos gente. Me sobresalté al observar a un chico. Estaba con una cara de terrible aburrimiento, mientras tomaba una simple cerveza. Él observaba a la gente de la fiesta de una manera muy peculiar, como si buscara a alguien, pero sin interés alguno.

—Haziel, hola. —Tannia se dirigió al chico con cierto respeto—. ¿Aburrido, como siempre?

—¿Qué dices? —cuestionó volteándose hacia nosotros. ¡Sus ojos! Eran... ¿dorados? Restregué los míos, pensando que los ácidos empezaban a hacer efecto.

Hospital psiquiátrico Lunezca (#2.5 ¡Ya disponible!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora