Capítulo 4: Inolvidable

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Recordatorio: Todos tenemos derecho a leer sin que nos arruinen nada. ¡No hagan spoilers! Seguimos con la historia.

Intento abrir la puerta varias veces, sin embargo, esta no cede. Puedo escuchar un tenue respiro al otro lado de la puerta. Me agacho, para poder ver por el orificio de la llave. Las puertas de madera son viejas.

—¿Hola? —pregunto. No hay respuesta alguna... no puedo ver nada por el orificio, el pasillo está totalmente oscuro.

—No lo entiendes... —suspira una voz femenina del otro lado.

—¿Disculpa? ¿Quién eres? —cuestiono asustado—. ¿Eres... real? ¿Qué pasó con Mathew?

—Mathew no puede escucharte... está bien confundirse, no sabes lo que sucede aquí. No podrás salir, es muy tarde para eso... —decía la chica en susurros—. Nadie lo hará...

—¿Eres una paciente? —pregunté algo desesperado, intentando abrir la puerta nuevamente.

—No hagas ruido, no es sensato... nadie te escuchará, ya es tarde. La mejor idea es dormir, mañana podrás entender más sobre este lugar, podrás investigar por tu cuenta... y tal vez entender un poco de lo que te ha sucedido. —Ella se empezaba a alejar—. Descansa... es lo mejor que puedes hacer.

—¿Cómo te llamas? ¿Chica? —cuestioné rápidamente, sin embargo, se había ido.

Caminé hacia mi cama... el frío era intenso. No quería usar esa ropa, no me la pondría, quería dormir con mi esencia una última noche, una última noche antes de saber qué diablos sucedía en ese lugar, o qué diablos sucedía conmigo.

Me acosté, apagando la luz, preparándome para el día siguiente.

Hace 8 años...

***Oliver***

•—Empezar Música—•

—Pues, sí, digo... todo está bien, pero... ¿es necesario que te vayas, amigo? —pregunté esperanzado, tenía trece años, y él quince.

—No me gusta la idea tampoco Oliver —contestó caminando en las sillas del parque, el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, lo que significaba que pronto tendríamos que regresar a nuestros hogares.

—No me imagino la escuela sin ti. ¿Por qué te irás? —cuestioné incómodo, no podía entender bien la situación.

—Cuestiones del trabajo de mis padres, pero tranquilo, vendré a visitarte siempre. —Saltó hacia el suelo, mostrando una gran sonrisa. Los rayos naranjas se diluían a través de las copas de los árboles, en aquella tarde de verano.

—Bueno, dejemos de pensar en eso. ¿Seguimos jugando? Esta va a ser la última vez en mucho tiempo, mañana comienzan las clases y no estarás conmigo. —Estaba triste, era mi mejor amigo...

—Tranquilo, el resto de nuestros amigos seguirán aquí. ¿Yo? Pues encontraré nuevos. Sé que no será tan difícil... o eso espero. —La seguridad con la que transmitía sus pensamientos era envidiable. Volteé a ver hacia el cielo, la luna estaba alumbrando.

—¿Cómo es posible esto? Sigue siendo de día, mira —comenté señalando los astros.

—Nos lo explicarán algún día. Algún día encontraré las respuestas que tanto anhelo, ¡cosas que ninguno puede imaginar en estos momentos! —Alzó los brazos, dando vueltas, y decidió sentarse en el tibio suelo—. Cosas de adultos que no entendemos en estos momentos...

—El otro día vino una chica a la vecindad, su nombre es Hady. ¿La viste? —pregunté acostándome en el suelo, junto a él.

—No, pero a como suena, ¡creo que te gusta! —gritó, soltando una carcajada.

—¡Claro que no! ¡Qué asco! Ella vino a mi casa junto a sus padres, pero no quiso hablar conmigo. ¿Crees que vaya a la escuela mañana? —cuestioné.

—No tengo idea, Oliver. —Tomó un respiro—. Quisiera quedarme contigo. Así ambos lo descubriríamos...

—No importa amigo, te estaré contando todo, todos los días, por teléfono. —Sonreí, levantándome.

—Más te vale, lo que menos desearía es olvidar todo esto —comentó, mientras caminaba—. ¿Lo imaginas?

—¿Qué? ¡No! Jamás... —dije con terror—. Jamás olvidaría la Ciudad Evocativa, ni a mis amigos...

—Claro, yo tampoco. ¡Sería horrible! De todos modos, estarás ahí siempre, para recordármelo todo. ¿Cierto? —sugirió riendo.

—Claro que sí. ¿Podré visitarte también? —pregunté, sentándome de nuevo, viendo la última parte del sol ser consumida por las montañas en el horizonte, mientras las luces de los postes se encendían.

—Vaya pregunta tan tonta. Actuaré como si no la preguntaras, Oliver. —Pateó una piedrilla—. Vendrás y conocerás a mis nuevos amigos, la nueva casa, el nuevo parque al que iré todas las tardes...

—Y tus nuevas figuras de acción también. Yo seguiré coleccionando las mías —declaré firmemente, sosteniendo al Sr. Momia, con sus telas colgantes y aroma a pastel de frutas.

—Pues claro... claro que seguiré coleccionando nuevas figuras. Es más, quiero darte algo especial. ¿Vamos? —sugirió caminando de regreso a su casa.

—¿Qué es? ¡No me hagas esperar amigo! —grité impaciente.

—¡Si no me alcanzas no lo sabrás! —Su risa rebotaba por las calles vacías.

Corríamos por las calles nocturnas, como si fuéramos invencibles, como si fuéramos infinitos... como si los problemas del futuro no existieran, y el pasado fuera irrelevante. Corríamos como si el presente fuera lo que siempre fue... como si fuera el todo, como si no existiera nada más que lo que veíamos, lo que sentíamos, lo que respirábamos y exhaláramos.

Llegamos al fin a su casa, entrando rápidamente a su dormitorio, con posters de nuestros personajes favoritos en cada pared. ¡Estaba el Sr. Tigre contra el Sr. Marinero! Un clásico... sin embargo, ambos teníamos una figura favorita, el personaje predilecto.

—Sabes lo que escondo en esta caja de edición limitada —comentó sacándola de debajo de su cama.

—¡Claro que lo sé! —grité—. ¿Jugaremos?

—No, Oliver... la verdad es que quiero dártelo, para que siempre me recuerdes —comentó—. ¿Lo aceptarías?

—¡Oh! ¡¿Hablas en serio?! ¡Pero si nunca quisiste compartirlo conmigo! —exclamé asombrado. Él tenía la codiciada figura de acción en sus manos, mientras sonreía emocionado.

—Aquí tienes, al Sr. Vampiro. ¡Espero que lo cuides con tu vida! —gritó dándomelo—. No le digas a mis padres que te lo he dado.

—¡Gracias Sonnet! ¡Nunca te olvidaré! —grité, dándole un abrazo.

¿Quién...? ¿Quién era él...?

Hospital psiquiátrico Lunezca (#2.5 ¡Ya disponible!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora