Capítulo 30: Regalo del cielo

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—El bebé era un hombre —revela Jephrey—. Justamente lo que no querían...

—¿Y qué hicieron con él? —pregunta Natalia con lágrimas en los ojos—. Oh no...

—Tengo varias ideas de qué hicieron con él... —comenta Lucrecia mientras come una galleta.

—Le practicaron un aborto a la muchacha. La hicieron sufrir de hambre por varios días consecutivos, hasta que le dieron el platillo más delicioso que habría probado. Una vez comido, se dio cuenta de que el alimento contenía partes del feto.

» La señora de rojo concluía que las fuerzas del feto macho nutrirían el cuerpo de su madre, dando la nueva opción de purificarse y producir el resultado perfecto: una bebé, femenina.

» Meses más tarde intentaron de nuevo el experimento. La doctora era una experta en el tema de los abortos, fecundación, y esos temas en general... por eso sabía cuidar de los órganos de su experimento. Sabía las posibles consecuencias de un aborto y los efectos en el organismo del huésped, pero eso no la detuvo a seguir.

» El segundo bebé empezó a desarrollarse de igual manera. La muchacha estaba deprimida, y estaba luchando fuertemente con todo lo que estaba establecido. Le valía mierda que la estuvieran usando, ella quería escapar y ser libre. Ideaba maneras de hacerlo, pero ninguna funcionaba...

» El segundo bebé era hombre también. Ya saben lo que eso significa...

» También tuvo que comer al segundo feto para sobrevivir. La científica se volvió loca. ¿Cómo había tenido tan mala suerte? ¿Acaso era una maldición? Ella personalmente había abortado dos veces, y ya no podría tener hijos debido a estas circunstancias. ¿Ahora tampoco su vientre ajeno quedaría obsoleto?

» No quedaban muestras del semen del marido, era la última vez que lo intentaría. Tendría que lograr su cometido esa vez. ¡Tenía que tener una hija en ese intento! O todo estaría perdido. Meses más tarde tomó a la muchacha de nuevo y le hizo la tercera fecundación. Esta vez, la hizo bajo la luna llena. Dio varias ofrendas a los astros a cambio de un poco de energía nocturna; energía que daría paso a cumplir sus deseos.

» La muchacha tenía el cuerpo, mente y almas destruidas, así que ya no podía oponerse a los tratamientos que le ofrecían. Algunos meses más tarde la doctora de rojo se acercó a ella y le hizo la prueba, preparándose para asesinarla en caso de que fuera otro niño el que venía en camino... pero, para su sorpresa...

» Eran gemelos los que venían. Había una niña... y un niño. "Un regalo del cielo", o al menos, así le llamó al niño. Las investigaciones no se detenían de parte de la policía hacia la madre, quien había desaparecido ya hacía un año, y cada vez se acercaban más a esta localidad.

» Pasaron los meses y la madre de los niños, o, bueno... quien los portaba, empezó a hacer el plan más codicioso de todos. Ella escaparía de una vez por todas, pero no podría hacerlo sola. Uno de los hombres que cuidaba su habitación por las noches empezó a entablar ciertas conversaciones prohibidas con ella.

» Hablaban de sus vidas fuera del lugar, del pasado, del cómo los trataba la señora de rojo, y sus fatídicas condiciones para ser uno de sus seguidores. Las charlas nocturnas siguieron por algunas semanas, hasta que el hombre desapareció sin dejar rastro alguno.

» Su panza seguía creciendo, y con ella los gemelos se desarrollaban a plenitud. A Los nueve meses llegó la hora de sacar a los bebés del vientre. La científica estaba conmocionada. Sabía que su efecto había funcionado, y las teorías eran ciertas. Si comías al feto incompleto, tus sueños terminarían de crecer como si fueran el bebé muerto.

» Si comías dos de ellos seguidos, tus sueños terminarían de completarse, así completando el círculo de ambas vidas tomadas... todo era parte del gran sacrificio de los sueños, y la carne, y la sangre y la vida eran parte del mismo. ¿Esta vez? Esta vez fue tan grande el sueño, que vino con un extra.

» Nació la niña primero, una hermosa y fuerte bebé con cabello rojizo igual al de su madre. Tenía la piel blanca como la luna, y una marca de nacimiento en el ombligo. Junto a ella, unos minutos más tarde, nació su hermano. Un bebé con cabello negro y mirada débil. Era mucho más flaco que su hermana...

» De inmediato, y mientras ocurría el nacimiento, varios escándalos empezaron a sonar a lo largo del lugar. Increíblemente la policía había llegado. El amigo de la muchacha había logrado escapar en un intento de redención, advirtiendo de las atrocidades que ahí sucedían.

—¿Salvaron a la muchacha? —interrumpe Natalia con los ojos llorosos—. ¿Y los bebés? ¿Qué sucedió?

—La señora de rojo tomó a los bebés, escapando con ellos entre el bosque, mientras sus aliados luchaban contra la policía. El amigo de la muchacha sabía cuál era la habitación en la que la tenían cautiva... pero no logró llegar a tiempo. La imagen fue retorcida. Para poder hacer la cesárea de manera rápida no se tuvieron los cuidados necesarios.

» La mujer yacía con el vientre abierto, agonizando. Su amigo sostuvo su mano, mientras lloraba la gran pérdida, mientras la policía perseguía al monstruo que había cometido esas atrocidades. Encontraron al bebé, al niño... en la mitad del bosque, sin vida.

» Nunca encontraron a la niña, ni a la científica. Se dice que se mudaron a una ciudad lejana en donde la niña creció y se desarrolló, heredando las ciencias, las magias, y las atrocidades que su madre estaba cometiendo...

—Oh no... —digo con una profunda tristeza—. Siento mucho escuchar esto...

—Así que eran ciertos los casos de brujerías en este bosque. —Aalbert se está quitando el sarro de los dientes con sus uñas—. Bueno, algo se aprende todos los días.

—Cuenta la leyenda, que la niña ha regresado al lugar donde nació, para seguir con los experimentos que su madre creó alguna vez. Dicen que visita este bosque en las noches de luna llena, que busca a su hermano gemelo bajo la sombra de los árboles, y que asesina a quien sea que se tope en su camino —susurra Jephrey con una sonrisa—. Si no me creen, pueden preguntárselo por ustedes mismos.

Él señala detrás de mí, al mismo tiempo que siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. Volteo preparándome para lo peor.

—¡Ah! —grito casi en llanto, hay una mujer observándonos por la ventana de una manera realmente tétrica. Su silueta es totalmente oscura y se ve con intenciones de entrar al lugar.

—¿Qué mierda hacen? Abran, muero de frío. —Azula está tocando la ventana.

—Creo que me he cagado. —Aalbert está pálido—. Ábrele la puerta...

Era inevitable, sabía que partes de las historias serían verdad. Lo podía sentir en el fondo del alma... pero... ¿qué partes eran las reales?

Hospital psiquiátrico Lunezca (#2.5 ¡Ya disponible!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora