Cap.1- Mansión Heelshire

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Me desperté mirando hacia la ventana y aún se seguía reproduciendo música de mi celular, lo único que veía era puro bosque y se sentía helado y eso que las ventanas estaban cerradas.

Pasaron 10 minutos de tantos árboles que veía y pareciera que lo único que hay de vida somos el conductor y yo.

—Por fin llegamos ______ —dijo mientras se salió para bajar mis maletas y meterlas al patio de la mansión.

Tuve un poco de impresión ver una mansión así de enorme y tenebrosa, aunque me gustó el estilo. Salí del auto y me encaminé para ver al señor en frente mío.

—¿Cómo le puedo llamar a mi padre y que haré aquí sola? No tengo a nadie —dije con preocupación.

—No lo sé, solo hice mi trabajo de traerte hasta aquí —respondió con simplesa y fue a su auto.

En mi mente pensé sobre lo grosero que acababa de ser, pero de seguro también estaba igual que yo que ni sabe lo que pasó asi de repente.

Vi su auto salir, cerró el portón y se fue. Miré detrás mío, para la puerta de la mansión y la abrí lentamente porque rechinaba demasiado, entré y tomé mis maletas para dejarlas a un lado de mis pies.

—Hola, soy ______ un gusto por venir aquí —alcé la voz esperando una respuesta pero no la hubo.

Y al momento que había dicho eso escuché ruidos en la mansión, la madera rechinar, no estaba segura, era un extraño ruido

—¿Hola? Con permiso —disminuí mi voz y caminé para poder encontrarme con los dueños que aún no me sabía sus nombres.

Mientras caminaba, escuchaba la madera rechinar de la mansión, me estresó un poco pero decidí ignorarlo.

Me encontré con una sala de villar –se ve entretenido—pensé. Después la cocina, admití que le hacía falta algo de color.

Seguí avanzando y vi un cuadro familiar, que parece que son los dueños y el niño que cuidaré, supongo.

Iba a subir los escalones para irme a los cuartos pero escuché como cerraron una puerta y me detuve de inmediato para encontrarme con los dueños.

—Un gusto, mi nombre es _____—hablé con pena trás pensar lo que los dueños dirían de mí al verme como si estuviera en mi propia casa.

—Sí, lo sabemos —dirigió su palabra la señora que parecía no tener una cara amable.

—Es un gusto para nosotros —estrechó su mano el amable señor conmigo—, somos los Heelshire, puedes decirnos Sr. y Sra. Heelshire —me dijo con una sonrisa que yo amablemente le devolví.

—Por supuesto —respondí tratando de sonar cortés, aunque no se me daba.

—¿Le gusta esta casa? —preguntó el dueño observando alrededor.

—Sí, es demasiado grande y elegante.

—La señora Heelshire le mostrará lo que deberá hacer, vaya con ella por favor —habló el hombre separándose de nosotras.

Asentí y miré a la señora que tiene cara de amargura pero que aún así sonríe.

—La llevaré a conocer a mi hijo Brahms, venga conmigo —comenzó a caminar e inmediatamente la seguí detrás suyo—, pero antes tengo que hacerte unas preguntas —entramos a la cocina y se detuvo para verme—. ¿Sabe cocinar, señorita?

—Sí claro, aprendí sola.

—Muy bien ¿Antes ha cuidado a niños? Brahms es muy especial y no es como otros niños —dijo con su voz gruñona.

Mi Pecado Más Dulce | Brahms y Tú | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora