Mi Pecado Más Dulce | Brahms y Tú |

Cap. 3- ¿Quién es él?

Traté de aparentar estár tranquila cuando en realidad gritaba por dentro.

¿En verdad el muñeco está poseído?

Debo largarme de esta casa maldita.

Caminé directo para la cocina y tomé un cuchillo que ni siquiera sabía como usarlo para defenderme, nunca había hecho esto y menos con un muñeco poseído.

Las luces se apagaron y luego encendieron. Fui corriendo hacia el teléfono que estaba a un lado de la puerta de la cocina y no había señal, intenté varias veces y ninguna señal encontré.

Escuché la radio y música fuerte comenzó a escucharse por casi toda la casa, mis pies no podían moverse, estaba paralizada del miedo, escuché golpes detrás de las paredes, miré asustada a todos lados.

Tomé valentía y corrí de nuevo hacia la salida pero algo en la cabeza me golpeó muy fuerte tirándome al suelo.

Me toqué un poco confundida y vi mi mano con sangre, después vi a un hombre alto con una máscara viéndome y él tenía esa cosa con la que me golpeó, solo me observaba estando tirada desangrándome.

Me levanté con la poca fuerza y adolorida, el sujeto estaba de pie y seguía observándome.

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —dije con voz entrecortada.

No dijo absolutamente una palabra, enseguida vi su máscara con manchas de sangre ¿Es un asesino? ¿Vino a matarme? Necesito salir de aquí 

Intenté abrir la puerta desesperada y llorando porque no abría, de pronto sentí una respiración caliente y agitada detrás mío. Me tomó de los hombros con fuerza y me tiró al suelo para luego ponerse encima mío bruscamente.

Sentí que sus manos tocaron mi cuerpo con desesperación, supe de inmediato que buscaba el cuchillo que tomé hace unos momentos y tenía escondido detrás en mi pantalón.

No dejaría que me lo quite.

Sólo escuchaba su respiración agitada y veía como manoseaba mi cuerpo, hasta que no encontró nada en la parte de enfrente mío y decidió voltearme boca bajo.

En ese momento le di una patada pero no le hizo nada e insistía en voltearme, me hice fuerte como podía y pataleé.

—¡Ayuda! —grité con desesperación, el enmáscarado con su fuerte mano tapó mi boca y presionó fuerte. No me rendí y lo mordí, de esa manera logré que quitara su mano de mi boca y volví a gritar con más intensidad—. ¡Ayúdenme!

De pronto sentí algo caliente pasar por mi cachete, sí, me había dado una fuerte bofetada, grité con más razón pero esta vez era del dolor y más de mi cabeza. Mis lágrimas comenzaron a salir pero no me rendía, seguía pataleando, no quiero morir, no ahora.

Le di una fuerte patada en su parte baja y eso hizo que se moviera, no me quedé quieta y le di otra patada en su máscara e hizo que quedara tirado por unos segundos.

Vi la oportunidad y me quité de su agarre y me voy corriendo hacia otro lado donde haya una salida, tiene que haber una más.

Detrás mío escucho sus pasos rápidos hacía mí.