Cap. 11: Capitán, teniente y princesa

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La habitación era muy amplia. De hecho, me sorprendió mucho. En Europa no era nada igual, apenas entrabas solo había camas y muebles, y un baño. Pero esto era diferente, los cuartos estaban separados, había un baño en el medio y lo que era una pequeña sala con una mesa y dos sillas de madera, junto con una radio que Nicolás había traído.

Mi cuarto era algo pequeño, pero me gustaba que cada uno tuviera su privacidad. Tenía una cama en contra la pared izquierda, una mesa de luz con una lámpara, un mueble para guardar tu ropa y un pequeño sillón. Aparte de que tenia una preciosa ventana que hacía que entrara todo el sol del día y que todo sea mucho más iluminado.

Con Nicolás aprovechamos con ponernos al día. Hablar de nuestra vida ahora y antes de que ambos estuviéramos metidos en esto. Resulta que el venía de Canadá, de una familia de cuatro hermanos, él siendo el menor. También me dijo que su sueño siempre fue unirse a la alianza. Aunque no había recibido nunca el apoyo para eso por parte de sus padres.

Yo le conté de mi antiguo puesto. De como antes era capitana y mandaba en mi anterior equipo, y que también me costó bastante sangre quedar con ese titulo. Nicolás parecía encantarse cada vez más con la historia hasta que se hizo de noche. Claramente no tenia dinero encima, pero el si, y terminamos pidiendo tacos para ambos.

Y algo así fueron los últimos dos días. Levantarse temprano, ir al campo de entrenamiento, jugarse la paciencia viendo como Simón aún intentaba quedar con Chris solo por comida, aguantando el calor dentro del espacio techado y, más que nada, preparandome física y mentalmente para la misión.

También, Chris me juntaba a solas para hablar de los planos y de como debíamos hacer, y luego yo se lo informaba al equipo. Me dijo que era una manera de "entablar una relación de confianza" con el resto de soldados, ya que siempre me la pasaba al lado de los dos imbéciles.

Hoy fue el tercer día. El último. Y a pesar de que intentara no ponerme nerviosa, estuve todo el día pensando en eso hasta que llegamos a la habitación.

—No quiero sonar metido, pero, ¿estás bien? —me pregunta en cuanto cierra la puerta.

—¿Puedo mentir?

—No te conviene.

—Entonces, no —me saco el buso gris que la base le daba a cada uno de los miembros, y me quedo en musculosa—. Nada está bien. Hace dos años no hago esto.

—¿Crees que perdiste experiencia? Porque cuando entrenabamos pensé que querías matarme —señala el gran ventanal que daba al exterior de la ciudad. Ambos caminamos y lo abrimos, pero yo sola soy quien se sienta en el borde. Por su parte, Nicolás se va a su cuarto, lo escucho revolver algunas cosas y aparece de nuevo con un encendedor y una caja de cigarrillos—. ¿Quieres?

—La cárcel me dio malos hábitos, así que sí —me rio, apoyando mi cabeza en si marco de la ventana. Nick enciende un cigarillo y me lo pasa—. Mañana viajaremos a Grecia... ¿fuiste alguna vez?

—No. Me imagino que vos si.

—Si... tuve algunos objetivos que pasaron por esa zona. Es muy linda, muy natural. La gente es muy amigable aunque sepan que vivir de esa manera los hace millonario —suspiro, expulsando el humo—. Solo espero que todo salga bien.

—Va a salir bien. Confía en mí y un poco más en vos misma.

—Ya no confío en mi hace mucho —bajo la mirada. Los edificios de la ciudad comenzaban a prender sus luces una vez que el cielo ya se estaba tornando de un morado intenso—. Nick... ¿por qué nunca dudaron de mi? Quiero decir, podría ser una criminal.

—Pero no lo eres.

—¿Como lo sabes? Me acusaron de homicida.

—Es falso —me mira a los ojos por un segundo y después se pierde en la vista hermosa hacia la ciudad—. El capitán citó al equipo, antes de que llegaras. Nos contó sobre ti y nos demostró mediante pruebas y archivos que lo más obvio era que tu no eras la culpable, pero que por falta de evidencias, todo recaía en ti –golpea  sus dedos contra el marco de madera—. No sé vos, pero yo si confío en Chris.

CONFÍA EN MÍ, CAPITÁN | Chris Redfield Donde viven las historias. Descúbrelo ahora