Cap. 5: Tres días

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Luego de estar unos segundos más en silencio, Chris accedió a contarme sobre la junta que había en unos minutos. Esperaba que su charla sobre Grecia durara un poco más como para matar el tiempo, pero no fue así y estuvimos varios minutos más alejados, uno en cada punta de la oficina, sin cruzar palabra.

Finalmente se hizo la hora, y ambos salimos de la oficina. Como era obvio, tuve que seguirlo por todos lados como un perro  callejero siguiendo a la unica persona que le da algo de comer. Cruzamos varios pasillos y bajamos por el ascensor. ¿Por qué ese tal Nicolás nunca me avisó que había un ascensor? Hubiera sido muchísimo más fácil de ubicar que unas escaleras en una esquina.

Bajamos hasta la planta baja y me maree un poco cuando vi que Chris se dirigía hacia el final de la base, donde apenas había dos grandes puertas de cristal y lo que parecía que era un baño.

—Es el campo de entrenamiento. Acá practicamos y recibimos a los recien llegados —me dice cuando nota que ya estoy algo alejada de el. Corro hasta su lado y entro al campo. Sinceramente, no le esperaba que esto fuese tan grande. Pero recordando que yo me perdí solamente en uno de sus cuatro pisos, imaginar este sitio más pequeño de lo que ya es se me complica.

Había un suelo de madera y gradas a los costados, donde habían varios bolsos y chaquetas con símbolos de la BSAA. Al fondo había un letrero que indicaba los vestuarios másculinos y femeninos, y a la derecha, una puerta que te llevaba directo al baño que también tenía acceso desde afuera.

Dentro del campo habían varios soldados, incluidos ese tal Nicolás y la chica que parecía ser la novia de Chris. Jessica. Ah, también había un hombre mayor de bigote blanco, que estaba parado a un costado de ellos. El hombre voltea hasta la entrada cuando cierro la puerta con demasiada fuerza y sonrie.

—¡Pero si ahí está mi hombre! —grita y los demás chicos aplauden. Sobre todo Jessica, que parecía que iba a enloquecer.

—Director —saluda Chris y me señala—. Jane Williams.

—Así que esta es la muchachita que sacamos de prisión, eh —levanta las cejas y nos hace señas para que nos acerquemos al circulo de personas. Ambos accedemos y nos unimos a ellos, pero el director no tarda en llamar a Chris al frente—. Como ya saben, Redfield liderará el equipo. Así que, ¿que tal si nos das unas palabras?

—Yo... este, bueno —se cruza de brazos y desvía la mirada—. Sé que muchos son nuevos en esto y lo peor de comenzar a trabajar en la BSAA es que te toque una misión de este tipo. Donde corremos muchos riesgos. Por eso, creo que es mejor que nos conozcamos, que nos tengamos confianza y que sepan que cuentan conmigo para lo que sea.

—¿Lo que sea? —levanta la mano Jessica. Chris frunce el ceño.

—Acorde a la misión, Jessica —noto la bronca en su tono de voz. Tanto que se me escapa una carcajada—. Obvio, que también tenemos un nuevo miembro que nos ayudara ¿verdad, Williams?

Todos se voltean, todos me miran. Siento sus miradas en mí y como es que quieren matarme de aquella curiosidad que se nota en sus ojos. Lo sé, que alguien trabaje para una alianza como ésta y que anteriormente estuviera en prisión es raro, pero no es necesario que se muestren tan hostiles.

—No olviden que el también tiene experiencia en estas cosas ¿de acuerdo?

—Espera, Chris, espera —lo frena el director y se le acerca hasta quedar a su lado y pararse de puntitas para decirle algo al oido. Puedo ver en las expresiones de Chris que no es nada bueno.

—Bien... —suspira—. Parece que tuvimos un pequeño inconveniente y que el vuelo se adelantó... muchísimo más de lo que estaba previsto. Yo... la verdad no sé si sea la correcto... —su mano se dirige a su nuca.

—Es la única opción que nos queda. Pronto, Grecia entrará en temporada y si no aprovechamos estos tiempos, podrían tocarnos malos tiempos o en el peor de los casos, que alguien se entere —explica el director—. El vuelo será en tres días. Tienen hasta entonces. Las indicaciones se las daremos luego, ahora, debo seguir firmando permisos.

El de bigote se aleja de todos y sale del campo, con total normalidad.

No puede ser. Antes, estaba bastante seguro de que Chris había logrado convencerme de quedarme aquí y ayudar con el equipo, pero ahora, que apenas tenemos tres días para ambientarlos, todo se está volviendo peor.

Nunca pensé que esto me pasaría. Y con "esto" me refiero a que alguien me sacara de prisión. De verdad, la noción del tiempo pasa tan lento acá afuera que puedo jurar que son las tres de la tarde y que en prisión parecerían ya las cinco.

Por unos segundos me falta el aire. ¿Y si no estaba preparada  No andaba trepando paredes ni disparando hace dos años, tal vez apenas si pueda aguantar unos minutos en el campo sin recibir un tiro o toprezarme con la piedra más pequeña.

—Aquí estás. Parece que encontraste la oficina del capitán —escucho la voz de ese tal Nicolás y me giro hacía el. El chico parece igual de emocionado que antes—. ¿Estás bien? Te ves pálida.

—Siempre estoy pálida, parezco que salí de crepúsculo en la mañana —me sincero y el se rie—. Si, estoy bien... solo que... tres días es poco.

—Lo sé. Apenas salí de la academia hace unas semanas, es loco ¿no?

—¿No tienes...? Como decirlo, ¿miedo a morirte? —digo, el parece entenderme al instante y ladea la cabeza.

—Bueno si. Pero no solo en estas misiones puedes morir. Hay personas que mueren por una simple abeja que les picó en la calle, ¿sabes? No es tan riesgoso —me apoya la mano en el hombro y afirmo con la cabeza—. Hablando de la misión, ¿en que te especializas?

—Bueno, siempre solían mandarme como capitana a las misiones de recuperación de objetos o espionaje. Pero también a las de combate.

—Multifuncional.

—Supongo —desvio la mirada.

—Linda camisa.

—Oh... creo que es de Chris... —bajo la mirada y la estiro para verla mejor, Nick se rie por lo bajo negando con la cabeza—. Hablando de él, ¿dónde está?

—No sé. Estaba por acá hace unos minutos, antes de que hablara contigo —el comienza a buscar hacia todas las direcciones. Dejo que se encargue hasta que me tironea del brazo, acercandome a él—. ¿Creés que haya aprovechado el murmullo para escaparse?

—¿Y a donde se iría? No es un adolescente y, literalmente, es nuestro capitán.

—No lo sé, pero Jessica tampoco está. Para mi los dos tienen algo.

—Toxicidad —respondo y el levanta las cejas con una cara burlona—. ¿Sabes algo sobre esa chica? Me da escalofríos.

—No... pero es linda... ¿estará soltera?—se encoge de hombros. Le dedico una mirada incrédula antes de que se diera cuenta de lo que había dicho.

—Imagínate que Chris se entere.

—No le vayas a decir.

—Bromeo. Creo que le vendría bien saber que alguien se podría encargar de ella antes que él.

—Si tu lo dices...

CONFÍA EN MÍ, CAPITÁN | Chris Redfield Donde viven las historias. Descúbrelo ahora