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Australia

19 horas de vuelo desde Londres hasta Sydney se vivieron conmigo hablando y durmiendo junto a Jessica James, mientras que Angelique me miraba con absoluta desaprobación.

El vuelo hacia Sydney me dejó totalmente agotada y con unas ganas extraordinarias de pisar tierra, el vuelo no fue para nada molesto pero si bastante agotador, no es nada fácil mantenerme sentada en el mismo asiento sin poder reclinarme hacia atrás ni tampoco poder estirar las piernas para nada más que ir al baño, claro, con la mirada pesada de la mujer James recorriendo cada paso que daba.

Pero he de admitir que me bastó para dormir, desde que me habían dicho que era una princesa que debería estar muerta mi cabeza daba vueltas, no pude dormir en toda la noche con tantas preguntas y claro, ganas de llorar.

Las lagrimas saladas cubrían cada centímetro de mi mejilla hasta mezclarse con mi almohada, me sentía tan confundida y vacía.

Desorientada era la palabra, era como estar atrapada en un laberinto en donde cada pasadizo era una prueba diferente y cuando finalmente llegaba a la puerta de salida, me encontraba con que conecta a otro laberinto aún más complicado. Esto parecía no acabar nunca y ya empezaba a marearme de siempre encontrar los mismos pasillos sin explicación, estaba harta de jugar a ser el conejillo de Indias atrapado.

Angelique se negaba a esclarecer mis dudas, decía que no necesitaba saber más de lo que sabía, que debía enfocarme en aprender todo lo que debía y pensar en buscar a George, mi hermano.

Como si fuera tan fácil de lidiar con todo esto. Las personas no entienden nunca tu posición hasta que empiezan a vivirlo.

No soy una princesa, no hay nada de mi que desprenda señales de nobleza, pero Elliot aseguró que era normal ya que aún no estaba actuando como Charlotte, debía aprender a ser Charlotte solo así podría pensar y ayudar a encontrar a George, según él la única que me puede ayudar es su esposa pero sospecho que solo es para vigilarme.

Él no vino al viaje con nosotras, pero antes de irme se había arrodillado ante mi.

"Te irás como Margaery Greenwood, pero cuando te vuelva a ver serás mi princesa Charlotte Adair así que te juro mi lealtad así como se la juré hace treinta y dos años a tu padre, proteggo il regno in cui moio".

Esas fueron las últimas palabras que me dijo antes de que subiera al avión, Angelique me explicó lo que significaba el verso en italiano que me dijo.

"Protejo el reino en el que muero".

Al parecer se trataba de algún tipo de juramento y lema de los guardias hacia los miembros de la familia real de Cambrils, se supone que yo debía responder con algo más que un simple: "adiós y gracias" así como le respondí yo a Elliot, pero eso debía aprenderlo luego.

Al parecer en esa nación tanto mi idioma como el italiano y el francés eran algo natal, la familia Adair invirtió una cantidad de euros exagerada para perfeccionar la educación en el italiano y el francés, por lo que cuando alguien extranjero necesita manejar esos idiomas inmediatamente recurren a Cambrils.

Sin embargo yo no recuerdo poseer dotes en ninguno de los idiomas, era extraño ya que si soy una Adair debería tener esa fluidez en mis venas, me sentí alarmada un segundo pero Angelique me explicó que era normal perder la práctica luego de diez años sin pensar en ese idioma por lo que acá estoy, en un salón con un cuaderno y una gran pantalla viendo las diferentes prácticas de vocabulario básico en la vida cotidiana.

Sangre real (Subiendo) ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora