La reconocí en cuanto la vi.
Con su cabellera rojiza como fuego ardiendo sobre su piel blanca como la luna, su rostro perfilado y esos ojos resultantes de un gris que amenazada con cambiar a un verde.
Tal vez fue ese el detalle que la delató como Margaery Russo, los rasgos de su padre tanto en su forma de mirar como físicos eran cada vez más notorios, la conexión que se podía percibir cuando él le explicaba las leyes todos los días tan fraternal no podía pasarse desapercibida, ella no lo notaba, estaba tan cegada por la mentira de Angelique James que no podía darse cuenta de que tenía a su padre frente a ella.
Siempre lo supe, desde que me colé a su habitación.
Charlotte Adair siempre fue una joven que necesita ser protegida a toda costa, no conocí a George, no tuve el privilegio ya que simplemente era un niño más que vivía en Cambrils con el simple propósito de aprender italiano y francés. Quien pudiera convivir con ellos era el afortunado, aún más si podía tener la protección de la Reina Alice Adair; cosa que Margaery tuvo.
¿Pero yo? Simplemente soy Adler Smith, un joven británico que vivía en el extranjero en un país desconocido cumpliendo mi deber. Sin embargo no me cohibí de conocer a Charlotte, una preciosa niña de cabello caoba que usaba lentes de contacto para darle un tono miel al océano azulado que representan sus ojos, supongo que intentaba desviar la mirada de ella para que nadie notara quien era en verdad, pero era inútil.
Era esa joven tímida que le daba miedo decir algo incorrecto y ser juzgada por ello, probablemente la más débil del grupo y de la que todos se aprovechaban, su francés e italiano no necesitaban perfeccionarse y la verdad es que no comprendía el motivo por el que ella asistía a esas lecciones de curso, hasta que la vi acercarse a los más jóvenes.
Charlotte con apenas once años ya poseía el carisma y humildad que su madre, lo demostraba siempre que veía a niños más pequeños tener dificultades en los idiomas, les explicaba y les hacía entender todo aquello que no comprendían, entonces todas las piezas del rompecabezas encajaron y lo comprendí; su madre quería que conviviera con jóvenes que no poseyeran la sangre real, quería que ella viviera el mundo como era.
Caí enamorado de ella con el simple hecho de verla; a la distancia, con jóvenes o con su hermano, riendo y saltando, él protegiéndola y ella queriéndolo por eso. Las niñas solían suspirar al ver a George Adair de cerca y Charlotte lo sabía, sin embargo no se portaba como alguna hermana celosa, por el contrario, se alejaba para que las jóvenes tuvieran acceso a él pero George las rechazó, a todas, alegando que su corazón poseía dueña.
Y entonces Margaery aparecía.
Con su sonrisa brillante hacia él y lo arrastraba a su lado mientras el príncipe la seguía gustoso, era hermosa no había que negarlo, pero Charlotte la opacaba, ante mis ojos lo hacía.
Hasta ahora.
Margaery Russo había tomado el puesto de Charlotte Adair, la joven hermana del amor de su infancia inocente, y a diferencia de ella, esta mujer era fuerte, terca, curiosa y temible, totalmente diferente a la princesa que ella fingía ser. Era digna de respetar, al igual que Charlotte lo era, solo que por motivos diferentes.
Espere alguna reacción molesta o furiosa cuando la vi bajar de las escaleras, pero no demostraba nada.
Espere que me gritara o que me llorara por no haberle dicho yo la verdad, pero no dijo nada.
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Sangre real (Subiendo) ♡
قصص عامة¿Qué pasa si te enteras de que todo lo que eras en realidad nunca lo fuiste? ¿Y si todo era parte una gran mentira? La valentía puede ser signo de miedo, el miedo puede ser signo de desconfianza y la desconfianza puede ser signo de traición. Hasta...