Dr. Infiltrado
El camino a recorrer para llegar a buscar al Dr. Louis al aeropuerto se basó en Angelique hablando en francés por el celular haciendo que no entendiera nada de lo que decía, en el asiento del copiloto iba un chico que llevaba un gorro de chófer con una tela cubriendo sus facciones dejando a exposición sus ojos azules verdosos, el cual atrapo mi atención, pero me daba algo de pena atreverme a preguntar porque usaba eso, igual no me causo incomodidad en lo absoluto.
Lo que si me tenía incomoda eran las miradas cómplices y descaradas que me enviaba Adler por el retrovisor, sus ojos brillaban de diversión y con cierto descaro, yo solo intentaba no hacer visible mi rubor involuntario ya que Angelique estaba a mi lado y no necesitaba algún sermón en este momento por culpa de un trabajador atrevido.
Aunque me parecía divertido, Adler era valiente para intentar conquistarme sabiendo lo dura que era Angelique con los empleados y sobre todo estando ella en el mismo lugar que yo, a mi lado específicamente, el chico se ganaría un par de puntos extras conmigo por el riesgo.
Si de una competencia se tratara, pero esto no lo es, está muy alejado de serlo.
He de admitir que ese hombre de ojos avellana y cabello negro era muy hermoso, poseía ese encanto de ser peligroso pero tentador que a cualquier mujer le encantaría incluyéndome, pero estaba cometiendo un error grave. Arriesgar su trabajo por la única chica en Australia que no le puede corresponder, y no es porque no quiera, simplemente no podía por Scott y ese nombre no se borraría de mi mente tan fácilmente.
No me considero una mujer masoquista en lo más mínimo, pero si me aferro a lo que siento que me hace bien y Scott lo hace. Desde el inicio siempre hemos sido él y yo contra el mundo, nadie puede cambiar eso y no importa que yo sea una princesa y lleguen miles de hombres a mi vida, siempre ha sido él.
Al llegar frente al aeropuerto estuve dispuesta a abrir mi puerta para buscar a mi buen amigo psicólogo y, como no, escaparme del ambiente tenso que estaba sufriendo estando allí metida en esas cuatro paredes de lata, pero Angelique me frenó diciendo que no me bajaría, me quedaría allí y ella sería quien lo recibiría.
De inmediato se bajó del auto y caminó en dirección a la entrada principal del aeropuerto, dejándome a solas con mi muy apuesto chófer de lengua viperina, el cual no iba a desaprovechar esta oportunidad para hacer un comentario arrogante.
—No sabía que una chica podía durar más de veinte minutos sonrojada, eres la prueba viviente de que se puede – dijo sonriendo gozando de mi reacción.
Que obviamente fue un sonrojo más intenso.
No pude contestarle ya que de inmediato la puerta trasera del auto se abrió y se dejó ver a un Andrew Louis más pálido de lo que lo recordaba. Los iris de sus ojos marrones estaban pálidos y estaban acompañados por grandes bolsas moradas debajo, lo que significaba la gran falta de sueño y cansancio. Se vestía como un típico inglés: larga chaqueta que llegaba a sus rodillas, sus clásicos anteojos y un sombrero que hacia juego con su atuendo.
Si estuviéramos en Londres con su húmedo clima bipolar de lluvias repentinas, probablemente usaría lo mismo, pero considerando que en Australia el clima era un tanto más cálido, que llevara eso puesto lo hacía ver completamente fuera de lugar.
Subió al auto sentándose justo a mi lado, detrás de él Angelique cerró la puerta y Adler echó a andar el auto creando un silencio sepulcral entre nosotros, le lancé una mirada discreta a mi psicólogo que lo único que hacía era mirar hacia el frente.
¿Debería hablarle? Probablemente no, guardaría mis confesiones hasta que solo estuviéramos él y yo.
Pensé que iríamos justo a la casa donde nos quedábamos, pero Adler tomaba diferentes caminos que se alejaban del que nos guiaría hasta allá. El auto paró justo en frente de una gran residencia de edificios blancos, no pude evitar elevar la mirada de confusión hacia el retrovisor esperando encontrar una explicación en los ojos de Adler, pero este ya no estaba ni tampoco el copiloto misterioso a su lado.
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Sangre real (Subiendo) ♡
Genel Kurgu¿Qué pasa si te enteras de que todo lo que eras en realidad nunca lo fuiste? ¿Y si todo era parte una gran mentira? La valentía puede ser signo de miedo, el miedo puede ser signo de desconfianza y la desconfianza puede ser signo de traición. Hasta...