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El nuevo guardián

Mis dedos estaban temblorosos marcando cada tecla de la laptop, llevaba más de media hora redactando un correo que apenas abarcaba al rededor de cien palabras. No sé si contaba las cosas muy apresuradamente o daba demasiados rodeos y no llegaba al punto. Redactarle un correo a mi psicólogo me costaba mucho más de lo que creía, sobre todo porque no era sencillo hacerlo si sentía que Angelique me vigilaba.

Últimamente la tenía más encima que nunca, preguntando a cada segundo cómo iba con las pesadillas y cuáles eran mis sueños, ¿desde cuando a ella le interesa mi bienestar?

A decir verdad no se me antojaba decirle de lo que trataban, las pesadillas siempre han estado allí desde que vivía con mi padre, no las noté tan importante hasta ya de grande, cuando en una noche se amontonaban tres o cuatro pesadillas seguidas haciéndome entrar en una especie de coma dormida. En donde no podría moverme o despertar, solo soñar.

Fue allí que el Dr. Louis entró a mi vida, haciéndome diversas terapias e indicándome toda clase de somníferos y té relajante para intentar dormir sin tener sueños. Al principio todo iba bien, dormía muy tranquila pero luego, me despertaba con fallas en la respiración y sudando.

Él era una persona bastante comprensiva, se aguantó que llegara todos los días a su terapia contándole el mismo sueño con los mismos protagonistas de siempre, después de todo, era su deber escucharme.

Seguí tecleando en la laptop hasta finalmente acabar con el correo, lo releí más de mil veces y solté una exhalación, creo que no hacía falta agregarle más. En verdad esperaba que fuera lo bastante convincente para hacerlo tomar un vuelo de casi 24 horas para venir a Australia.

Envié el correo y cerré la laptop inmediatamente, caminé hasta la cama y me recosté cerrando los ojos al instante, aún no me acostumbraba a la zona horaria de aquí, por lo que eran las dos de la mañana y yo tenía los ojos abiertos como un búho.

Fue entonces cuando alguien tocó mi puerta, eso era extraño, generalmente no veía a Angelique hasta las seis de la mañana y las personas del servicio no tenían permitido tocarme la puerta si yo no los solicitaba.

Me levanté perezosamente y con pisadas cansadas, llegué hasta la puerta y la abrí encontrándome con un par de ojos avellanas.

Sentí mi boca secarse por un segundo.

Era el chófer que nos llevó a Scott y a mí en la misión de Alan.

¿Qué hacía él aquí?

No pude preguntarle absolutamente nada porque inmediatamente entró a mi habitación, cerrando la puerta detrás de él sin separar sus ojos de mi, no me pudo dejar reclamar nada porque frente a él se elevó una hoja que llevaba en su mano con las grandes palabras:

"No hables"

Me mordí la la lengua para evitar gritarle quién era y que estaba haciendo allí, tomó mi mano y me llevó con él hasta estar en el balcón, la brisa nos envolvió a ambos inmediatamente y entonces se decidió a hablar.

—Es un placer para mí presentarme – dijo él con una sonrisa socarrona – alteza.

Solté un bufido.

Sangre real (Subiendo) ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora