-Luego, de esas palabras sentí como si hubiera sido sumergido en una profunda oscuridad- siguió contando Joseph.
Me habían convertido. mi padre lo habia hecho.
Mi conversión fue corta, puesto que ya de Por sí era vampiro, todos lo éramos, sólo éramos ignorantes de ello, esa era mi hipótesis. Papá murió ese día, pero cumplió su palabra matando consigo a quien para sorpresa mía resulto ser ¿Alejandro?.
Creo que yo tenía un muy buen auto control, ¿no?, por lo que nos había contado mi padre, no sentía tanto el instinto de casar aparte de que sentía mi garganta seca.
Fue difícil, saben no tenía a nadie para mí en ese momento, no quería volver a casa tenía un mal presentimiento. Pero termine yendo.
Valeria se encontraba en el recibidor de la sala arreglando unas flores, pero al parecer había presionado una espina de las rosas rojas que estaba acomodando y un punto de sangre comenzaba a aparecer en su dedo, cosa que ella rápidamente con una mueca de dolor fue a lavar.
Si hay algo que había Notado desde que pise en esa enorme casa, era que la sangre de Valeria tenía un aroma realmente dulce para mí, mientras caminaba adentrándome en el pueblo ninguna sangre tenía un aroma semejante. Ninguna.
Y entonces me odie, estaba decepcionado de mí como podría ser posible que estuviera pensando de esa manera en el amor de mi vida, la persona por la cual daría todo, de eso estaba seguro. Decidí que sería lo mejor irme, desaparecer de aquí antes de que pudiera causar daño a alguien.
Cuando estaba por salir, Valeria cruzo por la puerta que conectaba la cocina, con la antesala. Cuando me vio, una gran sonrisa se formo en su rostro, yo trate de imitarla pero se podría decir que no lo logre.
Mi plan estaba frustrado.
Ella rápidamente se dirigió hacia a mí, dándome un gran abrazo. Rayos esto no podría ser mas difícil.
- ¿Dónde estabas? - pregunto tiernamente, mirándome a los ojos.
Frunció su ceño, haciéndola ver condenadamente más hermosa
- ¿Qué tienen tus ojos?, ¿estás enfermo?...- estaba mirando mis ojos preocupada.
mis ¿ojos? Me acerque al espejo más cercano y lo comprobé en vez de estar verdes eran rojos, un rojo carmesí.
- cariño, ¿te encuentras bien?...estas muy pálido- toco mi frente con la palma de su mano, - ¡pero si estas helado!-exclamo preocupada.
- Estoy bien. - tome su rostro entre mis manos tratando de tranquilizarla, Deje un casto beso en sus rosados labios, para luego besar su frente y la abrase.
Como demonios.
Sería imposible separarme de ella, ella era mi vida.
Unos aplausos se escucharon frente a nosotros, nos separamos. interrumpiendo tal vez el último momento que tendríamos juntos. O bueno, ella como humana.
Beniamin se encontraba mirándonos con una sonrisa burlona.
Puse mi brazo en la cintura de Valeria de forma protectora, colocándola detrás de mí.
Este si era el hombre a quien mi padre había convertido
- ¿Qué quieres Beniamin?- le pregunte secamente, aunque ya lo sabía, no lo iba a decir enfrente de Ella.
- Creo que esa es una pregunta muy estúpida ¿no crees?.
- Esto solamente es entre tú y yo Beniamin, no tienes por qué meterla en esto-dije defendiendo a mi esposa.