XXVI

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(Lean las notas finales por fi)

— Hace tanto no veo este prado. Tal vez también de alguna forma extrañé este lugar.

Se sentó a observar el cielo azul y las nubes pasar, éstas a veces podrían parecer mágicas y le encantaba disfrutar de imaginar las formas que  intentan imitar —aunque realmente no tenía nada de especial—, este era el mismo cielo que en su pueblo, y las nubes también se podían observar desde su casa.

— No ha pasado ni un día y ya quiero volver, tal vez sí deba venir la señora, así tengo una excusa para largarme. Odio este lugar.

Se levanto y corrió rápidamente a su nuevo hogar, entró estrepitosamente casi atropellando a Jacken en el proceso, pero solo le importó irse a su habitación y encerrarse para nunca más salir.

Odiaba la idea de estar ahí.

Su hermano no era digno de su confianza. No le importó jamás InuYasha... y no le importará.

Sesshomaru será así de indiferente con él, aún a pesar de haber recibido ordenes de su padre de hacerle sentir querido, cosa que no está haciendo.

El omega no sabía si sentirse asqueado por el recuerdo de su padre pidiéndole a su hermano que finja amarlo y a este mismo aceptarlo como si de decir "Salud" se tratase. O es que le daba más asco el hecho de que justamente este aceptase y hasta el momento no haya hecho absolutamente nada para intentar hacerlo sentir mejor —cosa que no lograría pues InuYasha sabe el secretito— pero su hermano debería intentar porque su voluntad es hacer lo que su padre manda sin rechistar, y eso el menor lo odiaba.

Odiaba mucho a Sesshomaru por eso.


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— ¿Quién es?

— Señor debe bajar a comer algo, no ha comido nada desde ayer.

Perezosamente se levantó de su cama, y abrió la puerta al mayordomo beta parado frente a él.

— No tengo hambre, gracias. Cuando quiera algo saldré, por ahora por favor no me molesten.

— Pero usted debe comer, son ordenes del amo.

— A mí ese idiota no me da ordenes, soy su esposo y tengo la misma autoridad. No hará nada si yo me opongo, puede estar tranquilo. No puede hacer nada en su contra porque es capricho mío no comer.

Con cuidado de no parecer grosero cerró la puerta y se dirigió al espejo de mano que tenía en su tocador, se veía realmente mal —esa casa le estaba enfermando— no quería estar ahí, todo era un caos dentro de su cabeza y sus pesadillas lo demostraron. Todo aquello que con esfuerzo logró olvidar, estaba apareciendo otra vez ante él.

— Basta. Sal de mi cabeza, yo superé todo esto. No me interesa lo que haya pasado, es pasado, ya crecí, ya maduré, soy desconfiado de todos porque aprendí que a parte de Kouga no puedo confiar en nadie —se sentó en el piso y abrazó sus rodillas haciéndose pequeñito, no le estaba gustando la sensación de la bofetada que le dieron de pequeño, no soportó recordar el motivo de esa bofetada y el por qué la mujer de cabellos plateados lo odiaba tanto, ya había olvidado todo aquello—. Basta.

Negó desesperadamente entre aquel letargo en el que estaba metido. El aura brillante que un omega debe mantener se estaba apagando y volviendo opaco, siendo este no conciente de aquello pero el hecho de sentirse cada vez más enfermo lo comprobaba.

Nadie lo sacaría de ahí, nadie más podía salvarlo. Solo estaba él para él...

— ¡InuYasha!

Sesshomaru —quien se encontraba ocupado arreglando unos asuntos importantes— dejó todo y fue en busqueda de su hermano. Entró a la habitación y lo buscó con la mirada, una vez lo hayó fue a él —sacudiendo un poco los hombros del menor— lo levantó para brindarle de su aura y así poder reparar la fisura en la mente del menor.

Inuyasha sintió una calidez pequeñaálido, poco a poco toda esa bruma y pesadilla se esparcieron a velodidad, haciendolo pestañear y reconocer por fin su alrededor. Observó quien lo tenía  en sus brazos y segundos después lo apartó bruscamente.

— Aléjate. Sabes que me repugnas, no me vuelvas a tocar en tu asquerosa vida.

Acto seguido se encerró el baño esperando a que el otro salga de su habitación. Sin embargo, el mayor se dedicó a cuidarlo desde fuera, no podía permitir que algo le pase al de prendas rojas, sin duda sería un gran problema y no quería lidiar con su padre también.

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Aveces solo nos hundimos en nuestro egoísmo/agujero y no nos ponemos a pensar que tal vez están haciendo muchas cosas por y para nosotros, pero solo somos un "nadie me quiere, todos me odian."

Pogamonos a ver a nuestro alrededor y abramos los ojos, aveces es muy tarde cuando te das cuenta, realmente podría volverse un "Nadie me quiere todos me odian."

La ley de atracción es bastante interesante.

Se me olvidó decir que voy a editar la historia.

En realidad, desde un principio yo quería hacerlo así pero no encontraba la forma de explicarlo, no es necesario que vuelvan a leer el fic, solo que las mujeres ya no serán omegas.

En este Fic se van a dividir en:

Alfas: mi concepto de Alfa fue desde siempre, hombre que puede embarazar a un omega, y lógicamente mantenerlo vivo.

Betas: son los humanos comunes.

Omegas: son hombres que pueden embarazarse y necesitan de la energía del Alfa para poder vivir.

El único detalle está en las mujeres, como habrán podido notar.

Por lo que no es necesario releer el fic. Será una mínima modificación por el bien de la historia ^^

¡Gracias por leer!

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