Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ I: ¿Yᴏᴏ Bᴇᴏᴍɢʏᴜ?

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Choi Yeonjun era él alfa más perezoso y shy de toda la manada. Se mantenía totalmente alejado de los omegas, y no porque fuese feo o desagradable a la vista, simplemente él no se sentía atraído hacia ninguna. Cuando se presentó como un alfa, su padre e incluso su abuelo se atrevieron a armarle citas a ciegas, al entonces pelinegro, pero la respuesta siempre era la misma por parte de las omegas: Él no es un alfa de verdad. Y Yeonjun no las culpaba, hasta él se cuestionaba si la madre naturaleza no se había equivocado en convertirlo en alfa.

Por suerte cuando Yeonjun se graduó de la universidad, una oferta de trabajo por parte de una casa productora en Seúl llegó y él no podía estar más alegre. Su madre le pidió que permaneciera en la manada, pero él se negó rotundamente. Así que ella no tuvo opción más que apoyar su decisión.

La próxima vez que regreses quiero verte unido a un omega, cariño— dijo la mujer en el oído de su hijo cuando le dio un abrazo de despedida.

•••

Cuando Yeonjun llegó a Seúl, comenzó a vivir con Wooyoung-él amigo que lo recomendó- las cosas iban bien al principio; dos chicos solteros y jóvenes ganando un buen sueldo. Para muchas personas del vecindario les resultaba extraño el hecho de que dos chicos guapos y autosustentables como ellos estuvieran solteros, pero no, Jung Wooyoung no estaba soltero, mantenía una relación con el dueño de una pequeña cafetería en una de las zonas más costosas de la ciudad. Y poco a poco él comenzó a frecuentar el departamento donde vivía su pareja hasta que de pronto despertaba allí.

Así fue como Choi Yeonjun decidió mudarse hasta el otro lado de la ciudad, a un complejo de departamentos en una zona menos costosa y más ruidosa, aunque sólo era más familiar que el anterior.

Un día cualquiera Yeonjun iba de vuelta del supermercado hacia su hogar cuando lo vio; un joven rubio con caderas anchas y cintura pequeña. Él chico estaba intentando abrir la puerta del complejo frente al de Yeonjun mientras luchaba por no tirar las bolsas de plástico que tenía en el brazo derecho. Choi no supo cuando fue, pero en un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba atrás del chico rubio.

—¿Necesitas ayuda?— preguntó con voz grave él peliazul.

—¡Ah!— gritó él chico a la vez que dejaba caer sus bolsas de plástico al suelo.

—¡L-lo siento!— balbuceó  Yeonjun perdido en los ojos marrón del pequeño rubio— y-yo te ví en problemas y...— se agachó para comenzar a levantar las pertenencias  del niño con labios rosas y rechonchos.

—Gracias— respondió con voz dulce una vez que él-ahora-peliazul le devolvió sus bolsas.

—¿Necesitas que te abra la puerta?— preguntó Yeonjun mientras trataba de descifrar el olor peculiar que provenía del chico frente a él.

—Sí gra...

—¡Beomie!— se escuchó una voz detrás del peliazul

—¡Youngie!— le respondió él pequeño y eso inquietó al lobo del peliazul.

—Oh, ¿hola?— dijo un chico alto-demasiado y con cabello azabache.

—Hyung, él vino a ayudarme— respondió de nuevo esa dulce voz.

—Mucho gusto, soy Yoo Youngjae y él es el hermoso Yoo Beomgyu— él chico pasó uno de sus largos brazos por los hombros del pequeño después de besar su mejilla derecha y de nuevo algo dentro de Yeon se movió.

—Choi Yeonjun— fue lo último que dijo antes de darse la vuelta y caminar hacia su edificio sin siquiera dirigir la mirada al rubio.

Entró a su departamento, colgó sus llaves en la pared y se dejó caer sobre su sofá.

—¿Por qué ese chico tenía el olor de ese alfa?— preguntó en voz alta— acaso... ¡El es su alfa!— su tono de voz había bajado radicalmente—. Estúpida pareja Yoo— refunfuñó él peliazul sintiéndose repentinamente triste.

La noche había caído y Yeonjun se dirigía hacia su habitación pasando por alto el hecho de no haber ingerido alimento alguno desde que llegó, se quitó la camisa azul oscuro y la tiro por ahí sin importarle siquiera  en donde podía caer. Caminó hasta el balcón y miró el cielo, las estrellas parecían especialmente brillantes esa noche, él pálido miró el complejo vecino y una imagen robó su atención; Yoo Beomgyu se encontraba boca abajo sobre lo que Choi supuso era su cama con el teléfono pegado en el oído y hablando plácidamente con alguien. Yeonjun no quitó sus ojos del rubio.

Escaneaba por completo todo lo que estaba a su vista, desde sus uñas bien recortadas hasta su pequeña nariz fruncida, pasando por una blanca sonrisa y terminando en su espalda baja.

—Oh por dios—fue todo lo que dijo Yeonjun cuando su vista se posó en el muy bien formado trasero de su vecino.

Yeonjun sentía que un calor lo recorría desde la punta de su cabeza hasta los dedos de los pies. Él alfa entró rápidamente a su casa, cerrando de un golpe la puerta que daba hacía su balcón, se sentó en su cama y sintió como los skinny jeans que llevaba puestos comenzaban a apretarle en esa zona de su cadera.

—No, no, no— entró al baño abriendo la llave de la regadera. Se despojó de todas sus prendas y entró a la ducha dejando el agua helada correr por todo su delgado y pálido cuerpo.

—No puedo pensar eso de un omega— se reprendió mentalmente— mucho menos de uno que ya tiene un alfa— pensó de nuevo.

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Un Omega para YeonJun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora