Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ VI: Gᴀʟʟᴇᴛᴀs ᴅᴇ ɴᴜᴇᴢ

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Yeonjun se dejó caer en su sofá después de haber tomado un baño, su alfa se sentía cálido y en paz y eso le gustaba a Yeonjun. Supuso que su hermano había seguido a Youngjae a quien sabe donde y eso le molestó un poco al principio, pero después de meditarlo pensó que Soobin era libre de tener las amistades que él eligiera.

Eran apenas las seis de la tarde y el sol comenzaba a esconderse detrás de los edificios de la gran Seúl, Yeonjun caminó  hasta su habitación y allí, sobre su cama estaba su mochila negra y tan pronto como la visualizó, corrió hasta ella y sacó un estuche negro. Los binoculares más caros que había en la tienda.
Yeonjun tuvo que evitar preguntas provenientes de su hermanito y su mejor amigo acerca de para que quería binoculares, no era como sí fuese a admitir que quería espiar al bonito omega del edificio frente al suyo. Sacó los binoculares del estuche y sacó su contenido, los binoculares eran negros con aplicaciones de cuero, los lentes se ajustaban a la distancia que se quería visualizar, siempre y cuando no rebasará los seis kilómetros.

Yeonjun caminó hasta su balcón con los binoculares en su mano derecho, tomó asiento en su habitual silla y dirigió su mirada hasta la ventana de su rubio vecino, pero a pesar de que las cortinas estaban abiertas de par en par no veía al omega por ningún lado, se colocó los binoculares frente a sus ojos y miró mas a detalle la ventana de su vecino, pero este seguía sin aparecer.

Él peliazul casi cae por su balcón cuando escuchó su timbre sonar, bufó, pues supuso que era Soobin quien por fin se había cansado de estar con el alfa de Beomgyu y regresaba a casa. El sonido del timbre lo sacó de sus pensamientos una vez más y se apresuró a esconder detrás de la silla los binoculares que había comprado.

Ya con el pulso a un ritmo más normal, caminó hasta la puerta y la abrió.

—¡Yeonjun hyung!— apareció él bonito Beomgyu con una gran sonrisa y una caja rosa en sus manos— ¿puedo pasar?

—Sí, claro— Yeonjun dejó un espacio entre la pared y su cuerpo para que el omega entrara a su hogar.

—¿Estas solo?— preguntó Beomgyu mientras caminaba con confianza hacia la sala del departamento y tomaba asiento en uno de los dos sofás, en el más pequeño.

—Uh sí, lo estoy ¿qué te trae por aquí?— preguntó sentándose en el otro sofá.

—Yo...— bajó su cabeza apenado— vine a disculparme, hyung.

—¿Disculparte? ¿Conmigo?

—¡No contigo! Con él chico que salió de tu auto esta mañana, creo que lo ofendí  y merece una disculpa.

—¿Soobin?— Beomgyu soltó un pequeño casi audible gruñido cuando escuchó ese nombre— él no se encuentra ahora, pero de todas maneras no creo que se haya ofendido— soltó una risa corta.

—¿Ah no?— Yeonjun negó con la cabeza— ¿por qué lo dices?

—No creo que un alfa como él se ofenda por reclamos como-

—¿Un alfa?— Beomgyu quedó boquiabierto con la reciente información sobre el castaño— ¡Pero el olía a omega! — se levantó de su lugar con la cajita aún entre sus manos.

—Ah... típico de Soobin, seguramente se encontró a algún omega por allí— dijo mientras apretaba el puente de su nariz.

—¡Hice galletas de nuez por nada!— se quejó Beomgyu con el ceño fruncido.

—Puedo preparar algo de té y, ya sabes...— dijo Yeonjun sin mirarle, no estaba acostumbrado a hacer invitaciones de ese tipo— sólo si quieres.

—Sí, hyung— saltó de alegría el de cabellos rubios pensando que nada podía salir mejor.

Yeonjun se levantó y camino hasta la cocina seguido muy de cerca por el bajito. Sacó una pequeña tetera color azul pastel y la llenó con agua, después encendió el fuego de la estufa y colocó la tetera sobre este.

Un Omega para YeonJun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora