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—¡Ardilla fea! —le gritó Changbin cerca del oído. Jisung se removió—. Espera, no debo gritarle, ¿no? No quiero que se ponga peor. Ardilla fea, perdóname, por favor.

Jisung le miró con los ojos entrecerrados, todavía medio dormido, y trató de darle un manotazo, pero Changbin lo esquivó.

—No debes gritarle ni a él ni a los demás, Binnie. ¿Qué te tengo dicho?

Changbin puso los ojos en blanco y se subió a la cama de Jisung.

—¿Quieres quitar tus pies de ahí, rata? —dijo Jisung, intentando contener una sonrisa.

—¡Encima de que he venido a darte los buenos días! ¡Deberías sentirte un privilegiado, ni siquiera he hecho eso con Felix!

—¿Y por qué ibas a despertar a Felix a gritos? —preguntó Chan.

—Es su forma de demostrar amor —respondió Jisung por él—. Yo también te quiero, Changbin, pero te querría más si fueras menos escandaloso.

Changbin se agachó para tumbarse encima, dejando todo su peso sobre el cuerpo del contrario.

—Me gustaría que no me ahogaras.

—Cállate y abrázame, estoy siendo silencioso para que me quieras.

—Quiero que seas silencioso y no me aplastes.

El mayor se echó hacia atrás para mirarle enfadado y Jisung hizo lo mismo.

—Bueno, tampoco es tan importante que me quieras, tú solo abrázame.

—Hazle caso, Jisung, por favor —dijo Chan—. Mantenlo callado.

Jisung lo abrazó y puso cara de fastidio hasta que Minho atravesó la puerta con una taza de leche caliente.

—¿Qué hacéis? Changbin, apártate de ahí, que vas a aplastarme al niño.

—No es tuyo, es mío.

—Ya te gustaría.

Jisung observó a Minho con el ceño fruncido, hasta que se dio cuenta de que solo debía estar bromeando. Intentó quitarse a Changbin de encima empujándolo.

—Sunggie, ¿a que eres mío? —preguntó Changbin con la voz aguda, apretándole las mejillas.

El más pequeño intentó deshacerse de su agarre forcejeando.

—¡Claro que no!

Changbin se llevó una mano al corazón, ofendido.

—¿Entonces eres de Minho?

Jisung miró al aludido, que le contemplaba con una media sonrisita, e inmediatamente negó con la cabeza.

—No, no, no.

Minho se rio al verlo nervioso.

—¿Tampoco? ¿Y de quién?

—De Felix —bromeó.

—¿Felix? —preguntó Changbin con molestia. Se levantó de encima de Jisung y fue a sentarse sobre Chan, haciendo que no pudiera seguir atándose las zapatillas—. Hyung, dile que es un mentiroso. Felix es mío.

—Eres muy pesado —dijo Chan—. Declárate ya, pero déjame en paz.

—Yo no me declaro, a mí se me declaran. 

Se puso de pie tras escuchar el resoplido de Chan y fue hacia Jisung.

—La única verdad que has dicho es que no eres mío. Todo lo demás es mentira.

Después se marchó y las mejillas del menor ardieron. Changbin acababa de exponer sus sentimientos sin saberlo, pero como era algo que solo él sabía, nadie tenía por qué darse cuenta.

—Voy a bajar a desayunar, no tardéis mucho —se despidió Chan.

Cuando abandonó la habitación, Minho se acercó hasta sentarse sobre el colchón de Jisung.

—No le hagas caso —dijo con una sonrisa—. No eres del todo mío.

El chico cogió la taza que le tendía para fingir que no le prestaba demasiada atención.

—Mmm —respondió—. ¿Y de quién soy?

—Tuyo, Hannie.

Jisung estaba a punto de beber, pero lo miró por encima de la taza. Acababa de asimilar lo que había dicho.

—¿Soy mío y tuyo?

Minho sonrió y le dio unas palmaditas en la pierna.

—Bébete eso y cámbiate, tenemos que irnos. Creo que hoy el aforo será más grande y vendrán más personas. ¿Estarás bien? Creo que es mejor que hablemos con alguien y te quedes aquí.

—No hace falta —contestó.

No obstante, cuando vio a través de la pantalla cuánta gente había, el corazón le dio un vuelco.

«Puedo hacerlo. Puedo hacerlo. Soy fuerte», pensó.

Pero cuando estaban a punto de salir, Minho se acercó a él al verlo con los ojos cerrados, la cabeza agachada y los puños apretados.

—No lo hagas —le pidió.

—Puedo hacerlo —repitió.

Y justo entonces se echó a llorar otra vez.

You had me at hello [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora