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Cuando terminaron y volvieron dentro, Jisung ya no fue capaz de mantener la compostura. Estaba temblando de pies a cabeza, completamente serio, mientras los demás no dejaban de comentar cosas entre risas o de jugar con los regalos que les habían dado.

El único que vio el momento exacto en el que Jisung bajaba la guardia y rompía a llorar fue Minho, que no le había quitado el ojo de encima ni un solo momento.

Jisung necesitaba ayuda, y los dos lo sabían.

Sin embargo, al pequeño le daba apuro sincerarse tanto con los chicos. Lo que le sucedía era algo que había ido creciendo dentro de él durante los últimos meses y que se había acabado convirtiendo en un sufrimiento constante. Había pasado de ser el que más disfrutaba de los eventos y del contacto con los fans a que eso le produjera un miedo constante.

Debía contarlo, pero no sabía cómo, y la mejor manera no era llorando delante de todos como si fuera un niño.

Y ahí estaba él.

Dio la espalda a los chicos y dejó caer los hombros. Tenía que contenerse.

—¿Dónde vamos a cenar? —preguntó Hyunjin, provocando un revuelo de voces emocionadas por la comida.

Minho se acercó a Jisung y le colocó las manos en los hombros, apretándolos con suavidad. Se sintió aliviado al saber que lo tenía con él, pero en ese momento solo sirvió para que las lágrimas cayeran con más rapidez y para que su respiración se descontrolara más.

Poco a poco los chicos empezaron a advertir que algo pasaba. Al principio no supieron reaccionar y se quedaron mirando sin comprender absolutamente nada, pero tras escuchar a Jisung coger aire, Chan supo que estaba llorando.

—¿Qué está pasando? —preguntó alarmado.

Minho siguió apretando a Jisung y, al ver que este no respondía, decidió hablar por él:

—Nada —respondió—. Ahora no está para explicároslo. Esperad un poco.

Todos estaba en completo silencio y los únicos ruidos que se escuchaban eran los de Jisung, aunque estaba haciendo lo posible por evitarlo.

—Lo siento, Hannie —susurró Minho para no romper la calma que se había instalado—. Sabía que no debería haberte dejado entrar. De verdad que lo siento.

Jisung se dio la vuelta, sin levantar la vista del suelo. No quería ver la preocupación en la expresión de nadie.

—Jisung —dijo Changbin, sorprendido.

Felix cogió a Chan del brazo cuando vio que tenía intención de acercarse.

—Espera —le dijo.

Chan se soltó del agarre con cuidado e, ignorando la recomendación de Felix, fue hasta Jisung.

—Necesito que me expliques qué ocurre.

—Hyung, he dicho que ahora no. No le presiones —añadió Minho.

Chan parecía a punto de perder los nervios, así que Jisung miró a los chicos. Pensó en la chica a la que había cogido las manos y en sus palabras: «Eres fuerte. Te esperaremos».

—Si no me juzgáis... Yo... os lo puedo explicar.

Minho pensó en alejarse un poco para dejarle su espacio, pero finalmente decidió quedarse a su lado por si le necesitaba. Los demás se acercaron hasta estar junto a Chan y siguieron esperando, con los labios entreabiertos y preocupación en los ojos.

—Dinos —dijo Seungmin.

Jisung se limpió las lágrimas con las mangas y tras una última mirada, empezó a contarles cómo habían sido sus días, el porqué no había sido capaz de trabajar tanto como debía, pese a que era algo que amaba, y por qué había reaccionado de esa forma ante el grito. Cuando veía que el menor se quedaba atascado, Minho intentaba ayudarle a acabar las frases.

Felix estaba de brazos cruzados y serio, como los demás, pero estaba orgulloso de ver que su amigo había sido capaz de contar con ellos. Podía ver cómo le temblaban las manos y dudaba con cada cosa que decía, porque quería explicarlo bien y no sabía cuál era la forma correcta. Pero para Felix, Jisung no podría estar haciéndolo mejor.

Cuando acabó, Chan se acercó a una de las sillas, donde se dejó caer y se quedó mirando un punto fijo de la pared, incapaz de decir nada hasta haberlo asimilado. Jisung lo siguió con la mirada y se sintió terriblemente mal. No quería ser una molestia, ni preocupar a nadie, y eso era lo que parecía que había conseguido.

—No pasa nada —dijo al ver que nadie hablaba. Minho colocó una mano en su hombro—. Estoy bien, puedo seguir.

—No —dijo Hyunjin, frunciendo el ceño—, lo primero es que te recuperes.

—Vamos a cenar a algún lado. Tenéis que estar hambrientos —respondió Jisung, evitando continuar con el tema. Se secó la cara una vez más y trató de sonreír—. Se está haciendo tarde y tenemos que descansar. Mañana nos espera un día largo.

—¿Pero vas a estar mañana? —preguntó Jeongin—. No creo que debas...

—Sí, estaré, tampoco es para tanto.

El mánager apareció entonces, con unas cuantas bolsas donde había guardado algunos de los regalos y cartas.

—El coche está fuera... ¿Va todo bien por aquí?

—Sí —respondió Jisung.

Empujó a Jeongin hacia la salida y los demás los siguieron.

La cena transcurrió tranquila, pues cada uno estaba metido en sus propios pensamientos y no hablaban demasiado. Jisung estaba nervioso y triste porque él había sido el causante de ese silencio extraño.

Cuando regresaron al hotel, Chan fue directamente a sentarse sobre el sillón y volvió a quedarse mirando a la nada. Jisung suspiró, se dio una ducha y luego se metió en la cama.

—Hyung... —dijo cuando vio que el mayor no iba a moverse—, deberías dormir... Lo siento por...

—Lo siento yo —interrumpió de repente, y levantó la vista por fin—. De verdad que lo siento.

—¿Por qué? Tú no has hecho nada.

—Debería haberlo sabido. Te conozco, sé que tú nunca descuidas el trabajo y en vez de preguntarte te grité. Siento que he contribuido a que te encuentres así, y estoy enfadado conmigo mismo, yo...

—Venga ya —dijo, cruzándose de piernas y abrazando la almohada—. Entiendo por qué me lo dijiste y no creo que haya nada de malo en ello. No intentes buscar un culpable, porque no lo hay. Ni tú, ni yo, ni ninguno de los chicos, ni los fans, ¿vale? Nadie.

Chan asintió y se acercó a su cama para peinarle con los dedos.

—Ahora que lo sabemos, vamos a solucionarlo todos juntos.

You had me at hello [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora