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—¿Qué? —gruñó cuando descolgó.

Volvió al sofá, donde Jisung, algo más alejado, estaba viendo la película.

—¿Va todo bien? Estamos esperando —dijo Chan.

—Oh, ah, sí. Se me olvidó.

—¿Has ido a casa solo para preguntarle a Jisung si viene y se te ha olvidado?

—Eh... pues sí. ¿Es raro?

Jisung se giró hacia Minho y se quedó mirándolo unos segundos, pero el mayor se estaba estirando del hilo de los vaqueros y no se dio cuenta.

—Un poco. En fin, Felix lleva una hora jugando con los perros y, bueno, no puedo decir que esté cansado, pero los demás tenemos hambre.

—¿No hay nada de comer allí?

Jisung le seguía observando con curiosidad y en silencio. Gateó por el sofá hasta llegar a la esquina en la que se encontraba.

—Hyung... —susurró.

Minho alzó el rostro para encontrarse con Jisung, que le miraba con los labios entreabiertos, esperando a que le diera permiso. Sin esperar más, el mayor se dio unas palmaditas en las piernas y eso fue suficiente para que Jisung se sentara en su regazo, de cara a él, y se recostara contra su pecho. Se tensó cuando la mano de Minho se adentró por su camiseta y solo pudo relajarse cuando empezó a acariciarle la espalda con suavidad.

—Son las diez de la noche y están a punto de echarnos. ¿Vais a venir o nos vamos sin vosotros?

—Hannie, ¿quieres ir a cenar con los demás? Van a comer pollo.

Jisung se echó hacia atrás y apoyó las manos en sus piernas.

—¿Ya? —preguntó—, pero ¿y si Bunny se muere cuando yo no estoy para verlo?

—No se muere.

Volvió a pegarle.

—¡Deja de hacerme spoilers!

Minho se quejó y movió las piernas para molestar a Jisung, que había encontrado una posición cómoda.

—¿Quieres comer pollo o no? —preguntó con enfado.

—Sí, quiero comer pollo —respondió en el mismo tono.

—Pues vale.

—Pues bien.

—Pues estupendo. —Volvió a prestar atención a Chan, que empezaba a desesperarse—. Estaremos allí en veinte minutos.

—Que sean quince.

Cuando colgó, Jisung hizo ademán de bajarse de encima de Minho.

—¿Y tú dónde te crees que vas? —dijo, llevando las manos a su cintura para frenarlo.

—A vestirme. Estoy enfadado.

—¿Tú estás enfadado? Soy yo el que está enfadado.

—No, yo lo estoy.

—Ah, ¿tú lo estás? ¿Entonces yo qué estoy?

—Subnormal.

Minho se quedó mirándolo con seriedad. Jisung le sonrió y volvió a llevar las manos a su estómago para darle golpecitos.

—Deja de ser tan llorica.

El pequeño no había apartado las manos todavía, y se había quedado mirándolas con fijeza. No le dio tiempo a Minho para responder ya que empezó a subirlas con lentitud por su pecho hasta acabar en su cuello.

El mayor alternó la mirada entre Jisung y sus manos, pero este no le prestaba atención porque estaba tan concentrado en tocarlo, que ni siquiera había reparado en que sus mejillas ardían.

Finalmente, Jisung le sujetó la cara. Empezó a arrepentirse de lo que estaba haciendo; sin embargo, Minho colocó las manos sobre las suyas y consiguió que ese pensamiento abandonara su mente.

—¿Y si me besas ahora?

Minho pudo notar que el contrario se ponía nervioso y dudaba.

—¿Yo?

—Quiero que lo hagas tú.

El chico asintió sin demasiada convicción y se aproximó.

El primer contacto fue extraño y torpe, y la poca experiencia hacía sentir más inseguro a Jisung. La primera vez había sido Minho el que tenía el control y él solo tenía que dejarse hacer, pero esta vez el mayor estaba más quieto, esperando a que fuera Jisung el que lo llevara.

—No tienes por qué estar tan asustado —dijo Minho cuando Jisung apoyó la frente sobre la suya—. Quiero que estés tranquilo conmigo.

Se miraron durante unos segundos, ambos esperando a que fuera el contrario el que volviera a repetir el gesto. No obstante, la barriga de Jisung sonó y Minho no pudo evitar reírse.

—Ve a vestirte, anda.

You had me at hello [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora