10

869 132 3
                                    

Esa noche estaba tan cansado que, cuando publicaron la noticia, ni siquiera tenía fuerzas para saber cómo habían reaccionado los fans. Prefería esperar al día siguiente, ya que mientras los chicos no estaban, él se iba a aburrir muchísimo.

Así que eso hizo, y cuando todos se marcharon, él se dedicó a averiguarlo. Después intentó componer, pero en su cabeza no dejaba de repetirse el momento en el que Minho le agarró la mano.

—Así no me puedo concentrar. —Bufó—. Maldito Lee Minho.

Encendió la televisión, pero no entendía demasiado el japonés y se frustró, por lo que salió a dar una vuelta por el hotel y luego volvió a la habitación y se pasó el resto de la tarde escuchando música. No veía el momento de que el resto llegara y le salvara de su aburrimiento solitario.

Aburrirse solo era divertido cuando estaba con ellos.

—¡Jisung! —exclamó Chan al entrar a la habitación—. Levanta, venga, vamos a cenar. Nos están esperando todos bajo. ¿Has hecho algo divertido?

—Mmmh... —murmuró para no tener que responder. Se llevó las manos al estómago—. ¿Has dicho cenar? Quiero cenar. Tengo hambre. Hannie quiere comida.

Chan se rio y bajaron juntos.

Le contaron cómo había ido el encuentro con los fans y hablaron sobre el regreso a Corea del día siguiente. Jisung volvía a sentir un poco de miedo, y más después de lo que sucedió la última vez, pero quería pensar que ahora los respetarían, que se tomarían un poco en serio la salud mental de los ocho y volverían a su país sin ningún problema.

Pese a tratar de concienciarse, acabó metiéndose en la cama de Chan esa noche.

Y él solo lo abrazó hasta que se quedó dormido.

Cuando al día siguiente llegaron al aeropuerto Jisung se dio cuenta de que de nada había servido el intentar convencerse de que todo iría bien.

Lo primero que hizo fue buscar a Minho con la mirada y cuando lo encontró, vio que tenía los auriculares puestos y los ojos cerrados. Estaba apoyado en el coche a la espera de que les dieran las indicaciones de que debían entrar.

De repente abrió los ojos y contempló a Jisung con fijeza hasta que le hizo una señal con la cabeza para que se acercara.

—¿Estás bien?

—Sí.

—¿Nervioso?

—Un poco.

Minho asintió y sacó de su mochila una mascarilla y se la tendió. Después se quitó el gorro y se lo colocó a Jisung en la cabeza.

—Seguro que así te sentirás mejor —dijo cuando les avisaron y vio que ya se había tapado—. Quédate cerca de mí.

Colocó a Jisung delante de él y caminó muy cerca, masajeándole los hombros y vigilando a cada persona que se le acercaba a menos de un metro. El menor tenía la cabeza agachada para no ver a la gente y trataba de dirigir todos sus pensamientos al tacto de Minho. Si se centraba solo en eso, no tendría nada que temer. Además, le estaba protegiendo, y no solo Minho, porque le bastó un rápido vistazo para darse cuenta de que los demás también se aseguraban de tenerlo todo controlado. 

No tuvieron problemas importantes durante el viaje de vuelta, pero que las mismas chicas que habían viajado en el avión con ellos volvieran a estar por ahí, haciendo más fotos y sin perderlos de vista ni un solo momento, hizo sentir incómodo a Jisung, que se compró una botella de agua y se sentó a esperar a que pasara el tiempo, pese a que lo que quería era ir a ver las tiendas con los demás.

Se puso los auriculares para olvidarse de todo, pero no había terminado de escuchar la primera canción y Minho ya estaba delante de él con una gran sonrisa.

—Te he traído galletas y leche. ¿Me dejas escuchar música contigo?

You had me at hello [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora