a b i s m o

13 3 0
                                    



El abismo.
Aquel lugar en el cual me habían mantenido días y semanas encerrado, lugar en el que fui escondido de los demás, el lugar en donde mi viaje inicio.
El abismo no era más que un gran cañón con jaulas y algunos huesos podridos.

¿Como vamos a entrar al cielo?

— Kaiden, el infierno siempre está lleno de secretos, en donde menos esperas encontrarás la respuesta.

Y después de decir aquello, Samael tomó un cuerno del piso, lo rompió a la mitad, provocando que el suelo comenzara a temblar.
Del suelo salió un hombre, su piel no era blanca como la de un demonio, tenía un color gris oscuro, unos ojos negros y miles de cadenas adornaban su cuerpo.

Hasta que te dignas a venir Satanas, ¿Será que es tiempo de sufrir?.

— No estamos aquí para eso Abbadon.

— Me lo suponía, no traerías a alguien de arriba si se tratara de sufrir, cuéntame  mi querido Emperador, ¿A qué le debo el honor?.

— Debes mandarnos al cielo.

Los ojos del tal Abbadon se abrieron de sorpresa al escuchar lo que acaba de decir Samael.

¿Qué ganó yo a cambio? .— Una inmensa sonrisa se mostraba en sus labios.

— La destrucción casi parcial del cielo.

— Hecho. — Y con esa palabra se giró para comenzar a trazar diferentes signos  en una de las paredes. — El portal estará abierto hasta que todos hayan cruzado por él, si uno no cruza el portal se puede cerrar a la mitad.


La mayoría ya se encontraban del otro lado del portal, sólo faltábamos Bastiel y yo.
Aún sentía un poco de miedo por lo que estaba apunto de pasar, ni siquiera sabía si saldría con vida, pero estaba seguro que salvaría a mi madre, cueste lo que cueste.

Entra tú primero Kaiden, yo cerraré el portal antes de pasar, así no habrá rastro de lo que ha pasado. — Asentí ligeramente, y sin pensarlo atravesé aquella brecha dimensional.

Y ahí estaba el cielo.
De un color celeste hermoso y radiante, parecía que estábamos en la Tierra con la única diferencia de que El oro se podía apreciar en cada detalle.
Bastiel cruzó el portal, pero tenía algunas manchas de sangre en su traje.

¿A ocurrido algo alla Bastiel?.— Pregunto Samael.

Para nada, solo he querido traer un pequeño recuerdo. — Sonrió a la vez que sacaba una pequeña arpa creada de lo que podían ser huesos y ligamentos o intestinos humanos.

¿Qué es lo que haz hecho Bastiel?.

— Nada, solo he llegado a un acuerdo con el creador, uno muy satisfactorio para mi. —Comenzó a tocar, una dulce melodía, quien diría que algo tan dulce te podría matar. — Durante los siguientes momentos sentirán un dolor punzante, tal vez piensen que van a morir pero no lo harán, solo quedarán exhaustos, mientras eso pasa mis amigos los Arcángeles, nos llevarán al centro del Paraíso para empezar sus juicios en contra de cada uno de sus crímenes, y para terminar sus cabezas rodarán bajo el trono de la catedral, su sangre será una advertencia para él infierno, sus huesos nuestras próximas armas y sus cuerpos un simple recuerdo de un levantamiento.

Fue divertido mientras duró.

𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧𝐮𝐦 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora