Capítulo 12

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Visita...¿inesperada? Y... ¿Muestras de afecto?

Ya era hora de levantarse, Alastor ya no se sentía mareado, pero su temperatura subía repentinamente, aún sentía náuseas, era horrible. Odiaba el infierno hasta cierto punto. No había dormido excelente, pero las caricias confortables de la chica le hacían sentirse de maravilla. Sin embargo, la joven había sacrificado su descanso para cuidarlo. Tenía que compensar su acción. Se vistió como comúnmente lo hacía, sin hacer escándalo salió de la habitación, se dirigió a la cocina para preparar un desayuno. Mientras se encargaba de ello, recordó que le sucedió en la madrugada, sintió vergüenza de si mismo, se llevó una de sus manos a su rostro para cubrirlo de que sabe quien, le pediría disculpas, pues esa no era la forma apropiada de limpiar las heridas de una princesa.

Termino su cometido. En una bandeja llevaba 4 platos de omelet, una para Charlie, dos para sus "asistentes" y uno para el. Observó de derecha a izquierda, para confirmar que nadie lo estuviese espiando. Entro como si nada, la joven dama seguía dormida, pero sus asistentes ya estaban en sus labores, ordenando cualquier cosa fuera de lugar-.

Buenos días estimados amigos, les e traído su desayuno, ¿sería mucha molestia despertar a su dueña?—dijo casi en un susurro, no quería ser él quien interrumpiera su estancia en el reino de los sueños. Ambas cabras asintieron de forma animada.

Razzle se posicionó cerca del vientre de la joven y Dazzle estaba con una almohada cerca de su rostro, ambos se vieron y asintieron, Razzle comenzó con las cosquillas y Dazzle esperaba paciente a que se despertara. Una sonrisa se empezó a formar es la hermosa rubia mientras se empezaba a remover tratando de parar aquella molesta pero divertida sensación. De sonrisa se volvió a carcajadas y se sentó en la cama para cargar a Razzle y así la dejase en paz, Dazzle, en un movimiento ágil, colocó la almohada detrás de ella, para que su posición fuese más cómoda, tomó una pequeña toalla húmeda y limpio el rostro de la muchacha rápidamente.

Pero que manera tan peculiar para empezar un excelente día—dijo el demonio ciervo que miraba la escena de forma cómica—Buenos días cariño—.

—¡Buenos días, Al! —. Las cabras se sentaron a los lados de la princesa mientras revisan caricias en su cabeza-.

Se veía cansada, completamente desgastada...pero, no había vergüenza en su rostro, —{¿Es posible que olvidase el incidente de la madrugada?}—. Esperaría, si hacía comentario alguno sobre lo sucedido le pediría perdón, de alguna forma, excusaría su actitud inapropiada.

Te he traído el desayuno querida Charlotte—. Mientras coloca la bandeja frente a ella para luego sentarse a su lado.

Es muy dulce de parte, muchas gracias Al—. Un largo bostezo se presentó. Era divertido verla comer de esa forma, sus ojos estaba cerrados por la pesadez del sueño, y se llevaba lentamente los bocados a su boca—Esta... delicioso, Alastor—.

—Me alegra escuchar eso querida...—. No podía aguantar más, no podía, se sentía culpable por sus acciones, no importaba si ella ya lo hubiese olvidado—Lamentó lo que sucedió en la madrugada cariño, no me encontraba en la mejor de mis estancias—. Mientras miraba hacia otro lado al recordar lo sucedió. Sentía vergüenza, vergüenza de si mismo. Aún había una pequeña posibilidad que ella no fuese la mujer que tanto buscaba. Que ella no fuese Su mujer—.

—¡Oh!...— La chica habría los ojos hasta donde pudo, con una sonrisa bien formada y con un leve sonrojo en sus mejillas, soltó—No te preocupes, Al, lo supuse, tu temperatura en ese momento estaba sobrepasando los 125 grados...n-ni siquiera un demonio puede soportarlo—.Mientras bajaba la mirada hacia su plato. Aún que no fuera lo correcto, en su interior hubiese deseado que el ciervo se lo dijera de forma sincera. Ella así lo creyó. Pero tal parece que solo fueran pequeñas y vanas ilusiones-.

Charlotte ¿No me recuerdas? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora