Capítulo 16

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Mi día en la universidad había terminado y estaba agotado, después de ese discurso, que iba a ser tipo conversatorio, pero que fue otra cosa diferente, pero aun así obtuve la mayor puntuación. Entre a mi ultima clase que era orientación, y siempre me quedaba dormido.

George, me había invitado almorzar en su casa y acepte sólo con la condición de que me llevará antes de las 4:00p.m a la casa, pues había invitado a Christopher para cenar y contarle todo. George no se quejo y accedió muy rápido a esa condición. Gracias al cielo y no era celoso. Pero claro, ya él conoce a mi mejor amigo.

Después de terminar la clase, George me esperaba en el estacionamiento. De camino a su departamento, pasamos por un restaurante de comida italiana y ordenó pasta con albóndigas para llevar. Cuando llegamos a su departamento, me quede en el pequeño pero acogedor comedor, mientras él estaba en su habitación.

Ordene toda la mesa con los cubiertos y platos en su lugar. Tome una botella de vino que había en el refrigerador y llene dos copas.

Cuando George, volvió a mi, yo tenía todo listo, el olor de la comida me había abierto el apetito desde hace rato. Él se había cambiado de ropa y llevaba unas bermudas de caqui color beige, un suéter cuello uve color blanco y unos mocasines negros, se veía tan joven así, mas fresco, más relajado. Además de eso, llevaba sus lentes de lectura, y se veía tan sexy, provocativo, intelectual...

Tomo mi mano y me saco de mis pensamientos.

—Veo que has ordenado todo muy bien. Gracias, se supone que debería haber sido yo quien ordenara toda la mesa.

—No tienes porque agradecer cariño.

—¿Cariño? He escuchado bien y me has llamado así.— me miro con su sonrisa de medio lado.

—Si, lo he dicho, ¿no te gusta?.— baje la vista de sus ojos y coloque mi cara de tristeza, para ser un poco más dramático. Él tomó mi rostro entre sus manos y beso mis labios, luego me dijo.

—Me encanto mi amor, es primera vez que me llamas así, y espero siempre sea así.—le di un corto beso y dije con mi sonrisa de oreja a oreja.

—Es bueno saber que te encanto. Y ten por seguro que te llamare así. Pero me ha encantado mucho más lo que tú has dicho, ¿soy tú amor?

—Mathias, quiero que recuerdes lo que te dije, eres mi proa, mi timón, mi timonero. ¿Lo recuerdas?— asentí. -— Pues no lo olvides, eres mi principio y mi final. Eres mi amor.

—George, yo no se que decir. Tienes el don de dejarme sin palabras.

—No tienes nada que decir.— tomó mis manos y besó mis nudillos. —Dicen que un beso dice más que mil palabras, quiero saber si eso es verdad. — Y así sin más que decir, me besó. Yo correspondí al beso de manera apasionada, con frenesí, deseo, lujuria, queriendo demostrarle tanto en un simple beso.

>>Vaya que si es cierto eso. Quiero más, me declaro adicto a tus besos.— volvió a besarme, sus besos eran tiernos, suaves, su lengua exploraba mi boca y luego me succionó el lóbulo de la oreja.

—Yo también soy adicto a tus besos. Eres una droga la cual no quiero dejar, y pagar cadena perpetua.— esta vez fui yo quien lo beso. Mis manos exploraban todo su cuerpos; mientras él me tomaba a la cintura para subirme hasta la mesa del comedor, yo entrelace mis piernas al rededor de su cintura para tener más cercanía. Había notado que ambos teníamos una muy notable erección, y mis manos querían tocar más su cuerpo.

—Creo que es momento de apagar la calefacción por un momento. Nuestros almuerzos se enfriaran.— dijo mientras me ayudaba a bajar de la mesa y me sentaba justo frente a él en la gran mesa.

Amar Sin LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora