Capítulo 1

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ARIS

Realmente el edificio estaba derruido, demasiado obscuro para hacer una vista clara de las dimensiones del vestíbulo o el comedor que se abría más al fondo de donde me encontraba. Las puertas del frente habían estado abiertas y sobre sus goznes con esas marcas de garras cuando las atravesé, las paredes y alfombras que alguna vez hubieran sido bellas seguramente, ahora eran un simple eco de la magnificencia lúgubre del lugar lleno de hojas secas, llena de polvo y tierra. Tendría que pasar ahí unos días para recobrarme de las heridas que tenía en el costado por el ataque de los naga al aparecer en uno de los bosques de los alrededores, había corrido como desquiciada para deshacerme de ellos lanzando puñaladas al aire una y otra vez, pero no había podido evitar quedar herida, al parecer tenían un pequeño respeto por acercarse a esa mansión en ruinas en medio de la vastedad de la primavera opaca que parecía rodear esas tierras porque no me siguieron más cuando cruce las rejas oxidadas en la obscuridad hacia el edificio que me había recibido igual que el bosque, en total obscuridad e indiferencia, en soledad y melancolía.

Bufé por lo bajo. Me dolían las heridas y respiraba con un poco de dificultad por la carrera, pero caminé por los pasillos un poco, el silencio era inminente, por el aspecto del lugar, ciertamente nadie había vivido allí en muchos años.

-¿Hola?- aún así pregunté a las sombras de los rincones. Ni una respuesta.-¿Hola?- arrastré los pies para ir juntado hojas secas del suelo llevándolas hasta el comedor en el centro de la planta baja de la mansión que me dejaría al menos estar atenta a alguna llegada sorpresiva de alguna otra criatura que pudiera merodear a los alrededores o tomado este lugar como guarida. Prendí una fogata, saqué un poco de pan rancio, un poco de vino y alzando la alforja, mirando las paredes alrededor dije- Por quien quiera que haya habitado esta mansión que seguramente vio días más gloriosos que hoy.

Pensando que tal vez podría haber explorado más para buscar un poco de comida, me recordé que era la mitad de la noche, había apenas escapado por mi vida y debía descansar, la exploración podría dejarla para mañana antes de decidirme cuándo partir en unos días que mis heridas se hubieran recuperado para ir al norte, más allá de la Corte Otoño, siempre al Norte sin detenerme.

TAMLIN

Cinco años habían transcurrido desde la guerra conta Hybern, mi corte en ruinas, mis territorios solamente siendo protegidos por las huestes de Tarquin cuyas juntas semanales eran lo único que creaban una reacción en mí en los últimos tiempos, la paz seguía pendiendo de un hilo incluso tras el nuevo Tratado que se había firmado entre los Altos Lords de Prythian, firma que otorgué para irme a la soledad de mi mansión, donde nadie venía, nadie llegaba, siempre en miseria, siempre en la culpa y la melancolía de un amor no correspondido y entregado al que consideraba mi peor amigo. Había alejado a los pocos que habían querido regresar a mi corte o simpatía, años que no sabía de Lucien, años que no hablaba con alguien y encontrarme en mi forma bestial era lo único que me mantenía cuerdo en los últimos tiempos. ¿Para qué gobernar? ¿Para qué proteger la Corte Primavera? ¿Para que comer? ¿Qué diferencia hacia si Berón quería atacar mis fronteras y extenderse al ver mi indiferencia? El poder que ya no usaba era lo único que lo detenía de arrebatarme la poca dignidad que me quedaba. Siempre los mismos pensamientos, siempre el mismo abismo y siempre añorar lo que se me dio y dejé ir por mi orgullo, mis celos y mis propios demonios internos, demonios que eran como la bestia que personificaba y que, por alguna razón, no quería dejar de ser...

Estaba en estos pensamientos obscuros como la mansión que me trajo con un golpe el saludo en medio de la madrugada... ¿Hola? Había rebotado en eco por los dormitorios y cámaras alguna vez llenos de vida, ahora igual de muertos que mi voluntad y alma. ¿Quién se había atrevido a entrar a mi mansión sin preguntar? Sabía que había bajado los escudos mágicos alrededor de mis tierras, pero incluso las criaturas y el desprecio de mi gente los mantenía alejados de ahí, ¿quién podría ser tan tonto como para decidir haberlo hecho? ¿Hola? Volvió a decir la pequeña voz en un tono más agudo, una hembra, sin duda alguna, lo suficientemente tonta como para haber entrado en la mansión de la bestia y la desdicha.

Una Corte de Sombras y SolsticiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora