TAMLIN
-Tenía que haber ido con ella- tamborileaba los dedos sobre el mapa, anotando cuentas, checando estados, pasándome los dedos por los cabellos con todos los pendientes, con todo lo que había dejado de lado. ¡Qué desastre de territorio! Pero Aris tenía razón, tenía que empezar por algo, la mansión había sido un principio, la magia había fluido por mí como una vieja compañera que estuviera despertando nuevamente entre mis dedos y mi cuerpo, me había aventurado a una de las aldeas más cercanas a pedir alimentos continuos nuevamente a la mansión como era anteriormente, tratando de olvidar los ojos de sorpresa y rencor que me habían seguido por toda la aldea, aunque la sorpresa tanto de ellos como mía había hecho de la excursión algo gratificante como lo fue mover los hilos de la magia para hacer de este lugar algo decente que mirar si algún centinela u apoyo venía con ella, la dueña de esos ojos con los que había soñado los últimos dos días.-Debí ir con ella.- gruñí por lo bajo leyendo los números nuevamente y pensando en las arcas de oro que iba a tener que empezar a mover para...para que todo comenzara a moverse y yo con ello. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que sentía esto, el estar despierto?
Demasiado.
Resoplé ante mi propia respuesta justo cuando la copa de vino comenzó a repiquetear con el mismo sonido ensordecedor de cascos que parecía venir del exterior. Con un salto fui hasta la ventana de mi nuevo estudio reconstruido en esos días para mirar y abrir los ojos ante lo que estaba viendo incrédulo y salir corriendo hacia mis terrenos, nuevamente floreados, relucientes, con grava nueva y vista impecable para detenerme a pocos pasos de las rejas con la sorpresa haciendo presa de todas mis facciones cuando por entre ellas entraron dos de los centinelas que más me había dolido perder y un amigo que había echado mucho de menos que les estaba ordenando a los demás quedarse en los terrenos vastos frente a la mansión y alzar el campamento.
-Lucien...Bron...Hart...¿qué están haciendo aquí?- no quería que sonase como una desaprobación, pero ciertamente el apoyo de ellos no era exactamente lo que hubiera esperado, nada de esto lo era. Pero antes de que ninguno de los tres pudiera contestar, ataviada con su capa verde e hilos de oro desplegados en los flancos del grácil animal que cabalgaba apareció como bañada en sol y plata la causante de este evento que no hubiera pensando en ningún momento cuando ella se ofreció a ayudarme. Y mi corazón de piedra o no, dio un vuelco de verla sana y salva tras dos días de estar fuera, venía radiante y con una sonrisa de oreja a oreja, vi como los tres volteaban a verla haciendo un saludo amigable hacia ella.
-Mil ochocientos hombres a tu servicio, mi lord- dijo ella y fui a tomar las riendas de su caballo y ayudándola a bajar, no porque lo necesitara, no porque se le dificultara, sino para sentirla cerca y saberla etérea, completa y que mis ojos se posaran en ella, conocer con ese momento parte de esa historia y transmitirle el agradecimiento de antemano que merecía por haberme dado esa sorpresa- De nada- se limitó a decirme en un susurro sin despegar su mirada de los míos que calmó mis nervios y me hicieron fijarme en sus labios que quería besar de euforia, la vi arreglarse los pliegues de la capa y vestimenta, alzar la cara y mirar a Lucien y los demás.
-Todo suyo, muchachos, pueden golpearlo, arrinconarlo, gritarle improperios o lo que necesiten antes de hacer estrategia para el patrullaje. Si necesitan ayuda para domar a la bestia, me avisan, no pienso ver la remodelación de la mansión echada a perder otra vez por su insufrible temperamento.- vi como Lucien intentaba contener una risa ante el dejo de poco decoro de quien los había traído hasta acá seguramente con el mismo tono sardónico en mi contra, pero ella asintió sonriendo y volteó a ver.- Los dejaré a ellos, no pienso entrometerme por esta vez, esta es tu propia batalla, suerte con los altos fae que decidieron volver de Otoño, tienen sed de Tamlin pintado alrededor de todos sus rostros.
Antes de que pudiera preguntar sobre cómo había llegado hasta allá, Aris se dio media vuelta dejando ondear su cabello de plata y se fue caminando por la gravilla hasta los nuevos portones de la mansión que había dejado abiertos en mi carrera al exterior.
-¿Cuántos vienen de los territorios de Beron?- me limité a preguntar partiendo el silencio entre los cuatro machos que habíamos quedado y que habían bajado de sus monturas.
-De Verano y Otoño querrás decir, casi son la mayoría de los altos fae que te abandonaron hace un tiempo, ¡tamaña empresa que hizo y no miente cuando quieren tu sangre!- se limitó a contestarle Lucien acercándose a él junto con Bron y Hart.
-Pero, como nosotros, están dispuestos a escuchar, hablar, parlamentar y en el intermedio de proteger las tierras que amamos, escuchar sobre el nuevo cambio y visión que tienes para la Corte Primavera- comentó Bron y no dejé que sus últimas palabras me golpeasen. ¿Qué les había prometido? Por ahora, creo que podía navegar sobre esas aguas turbias, esperando no ahogarme en el proceso, pero al ver a los ojos a Lucien supe que había alguien apoyándome.
-Bron, Hart, reúnan a los altos fae y los cabecillas de los centinelas, creo que hay mucho de qué hablar- mi voz fue autoritaria, pero ellos no dijeron más, simplemente asintieron y fueron hacia el tumulto de guerreros que estaban a mis puertas. Sabía bien que tardaría mucho en recuperar su total y reverencial confianza, pero habían acudido dispuestos a comenzar un nuevo camino.
-Tremendo genio el de Aris-dijo Lucien al colocarse junto a mí con los brazos en jarras y mirando a los soldados ir y venir intentando acomodarse en las planicies calurosas llenas de color y verde. -Creo que parte del cambio que prometió fue un cambio en la unión de sus cabezas a los hombros.
-Gran manera de crear lazos nuevamente, con amenazas- dije con una media sonrisa.
-¿Acaso no es la única?- lo miré y caminé a su lado como en días pasados hacia la mansión, agregó justo antes de entrar.- Aunque conocemos la verdad, absolutamente toda, las amenazas fueron antes de conocerla simplemente para que la escucharan, al menos eso me enteré en el recorrido hacia acá hace un día entero de cabalgata...tenemos preguntas, yo tengo otras que...
-Te prometí un trago, ¿no es cierto?
-Que sean una docena de botellas después de que las primeras patrullas partan al sur.
-¿Comandadas por tí?-no quería darle órdenes, no quería apartarlo, no podía mostrarle la debilidad que lo trajo hace cinco años a pasar el Solsticio de Invierno conmigo donde yo lo había echado por mi propio remordimiento, él ya pertenecía a otra corte, quería creerlo realmente para no sentir nada, pero era inevitable, Lucien siempre había sido mi más grande amigo, ya le haría saber que lo quería de regreso en la Corte Primavera cuando la recuperara, ciertamente sí lo quería y que la sintiera nuevamente su casa.
-Obviamente, Tam, ¿acaso pensabas enviar a alguien más?- contestó él con una sonrisa de superioridad y le pegué en el hombro, rompiendo un poco el hielo entre ambos.-Es bueno ver que la mansión vuelve a estar en pie...
-Pienso remodelarla-fue lo único que dije llegando al interior.
-Bueno, si decides hacerlo hasta los cimientos y mandar la historia de tu familia al olvido, mis flamas estarán felices de ayudarte, hay demasiado malos recuerdos.
-Ya te avisaré- y ambos reímos entrando en la mansión que tenía aún algunas mejoras que pude haber hecho hasta llegar a la conclusión que ciertamente la quería destrozar para empezar de nuevo. ¡Qué conclusión tan descabellada en tan poco tiempo!
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Una Corte de Sombras y Solsticios
ФанфикCinco años han pasado desde la guerra contra Hybern. Tamlin tiene una corte en ruinas que no piensa recuperar y vive sumido en la culpa y melancolía de sus actos. Solo, desdichado, una bestia enjaulada en sus demonios, espera la muerte, hasta que Ar...