Capítulo 8

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TAMLIN

Lucien terminó de hablar, me había sincerado con él sobre los nuevos acontecimientos en mi vida, en los sentimientos que empezaban a tener significado en mi interior, ¿cómo le hacían los mortales e inmortales con corazones palpitantes el serenarse ante todas las acciones? Tenía mucho que aprender, pero hablar con Lucien siempre había causado un efecto positivo en mí, incluso cuando mi temperamento daba mucho de lo que hablar. Dejé que sus últimas palabras se asentaran en mi interior mientras lo miraba al otro lado de la mesa de caoba en mi despacho, sus ojos fijos en mí.

-Así que es cierto, la Prisión existe-dije sin tratar de no mostrar ninguna emoción, más sabiendo que se encontraba realmente en la Corte Noche y que mi mortal enemigo la había mantenido secreta como leyenda entre todos los Altos Lords de las Cortes de norte a sur sin precedente, sin conocimiento alguno por siglos enteros.

-Tanto como los monstruos que pelearon con nosotros en la última batalla de Hybern-contestó con tranquilidad, aún así podía ver su gesto dubitativo al recordar esos eventos. Ambos los recordábamos, obviamente sabíamos que habían fuerzas más allá de nuestra comprensión en todo el continente que habitábamos y cruzando el mar, pero verlos en acción había sido una revelación aún más terrorífica que las pesadillas que nos decían sobre de ellos para asustarnos antes de dormir. Y todos ellos estaban al alcance de Rhysand para hacer tratos cuando gustase, incluida mi pareja.

Aris entró en el despacho con un vestido floreado que le habían regalado algunos de los nuevos sirvientes de la mansión o de las familias de los soldados que se habían vuelto a unir a mis órdenes y filas de patrullaje al encontrar sus aldeas reconstruidas por una mano mágica que prefirió ella dejar en anonimato. Se veía exquisita, realzaba su figura y le daba color a su rostro, sonreí tenuemente al mirarla extendiendo mi mano hacia ella que fue a mi encuentro tomándola con los ojos como rocas resplandecientes y sentándose en el descansabrazo de mi silla de respaldo alto, recargando su cuerpo contra mi hombro y recostando su cabeza contra la mía buscando mi toque y cercanía, pasé mi mano alrededor de su cintura mientras la saludaba por el lazo. Lucien simplemente nos miraba intrigado, meticuloso, se estaba guardando un comentario.

-¿Pasa algo, amigo mío?- le pregunté desviando un poco mi atención del olor de Aris para regresar a la apremiante discusión.

-¿Puedo ser franco?

-Adelante...-aunque una parte de mí esta receloso de lo que oba a decir cuando vi su semblante serio sin apartar la mirada de Aris y recargándose en su propia silla con los brazos en jarras.

-Amren-se limitó a decir y Aris alzó la cabeza mirándolo, no podía descifrar qué quería decir particularmente con esos ojos y miré a Lucien, parecía estar mirándola como si pudiera con ese nombre haber dicho todo.

-¿Qué pasa, Lucien? ¿Acaso crees que soy una ave de fuego como fénix que convierte en cenizas a sus enemigos en piel de oveja?-Lucien alzó una ceja por la comparación.

-Oveja, definitivamente no, ninguna oveja es tan sensual,- dijo en modo sardónico tratando de no reírse al decir aquello,- pero una parte de mí no cree que sea tan buena idea liberarte si eres remotamente como ella.

-¿Cómo Amren?- Lucien asintió. Miraba a ambos ir y venir, conocía bien el ave de fuego al que se referían, una fuerza descomunal sin la cual no hubiéramos ganado la guerra contra Hybern y, por lo que sabía, la segunda al mando de la Corte Noche.-Supongo que también te estás preguntando si la conozco?

-Sí-desafió él con su tono de voz y gruñí un poco por lo bajo como advertencia.

-Lucien...- pero Aris puso una mano en mi rodilla para tranquilizarme, siempre serena, siempre en calma, de no ser por los ojos esmeralda que parecían brillar como tormentas, como naturaleza viva, como fuerza innatural y todo lo contrario a la vez, pero Lucien no vaciló, aunque una parte de él se había tensado.

Una Corte de Sombras y SolsticiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora