Capítulo14

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ARIS

Hicimos el amor por días enteros, sin importarnos la noche o el día, aquí no existía el tiempo, era relativo, pero Tamlin quería enseñarme el mundo y liberarme. Entre danzas y jadeos nos habíamos compenetrado el uno en el otro, mirándonos cada verdad en nuestros ojos, recorriendo cada centímetro, disipando dudas y obscuridad de nuestros recuerdos, de nuestros pasados hasta que habíamos decidido que era momento de que ambos fuéramos libres de ataduras tan tangibles como mi prisión y tan invisibles como su propia melancolía que sabía seguía ahí junto con sus inseguridades, pero el tiempo y yo lograríamos sanarlas, teníamos una eternidad para ello.

Me encontraba susurrando entre las salientes de roca, los gruñidos y los mensajes eran abrumadores, pero me llevé cada uno de las palabras, amenazas e incluso buenos deseos conmigo, al final, todos los que estaban sobre de mí en la Prisión habían sido mis únicos compañeros, siempre latentes, siempre existentes, fuerzas amorfas o poderes simplemente descomunales que nadie más entendería, que admiraban el haber podido aguantar tanto y ahora decían susurros de adiós y promesas de guerra algún día. Fuerzas que tendría que enfrentar si algún día salían, donde, mi libertad les daba el ánimo para buscar la propia, aunque no tuvieran cabida en este mundo para el despliegue de poderes que ocurriría. Por años me había asegurado que la magia de mi prisión prevaleciese aún cuando yo ya no estuviese entre sus paredes de rocas, resistiría tanto como la misma tierra y eso era aún más tiempo que una inmortalidad fuera de sus salientes, la Prisión no se vendría abajo y, ciertamente, lo había hecho para que ninguno de esos susurros, entes o fuerzas escapasen, intentaban persuadirme por los viejos tiempos que dejase grietas, pero los calle con palabras mordaces y mis propias amenazas de hacerles caer el cielo de este mundo como lo hice en el mío, ver si aguantaban el ataque. Nadie contestó o siguió intentando comprar su libertad con mi salida. Aún así les prometí visitarlos cuando lograse una paz con el Alto Lord de la Corte Noche, fuera este o el siguiente, tanto para terminar nuestro juego de cartas que dejaba inconcluso y para reforzar los hechizos. Lo aceptaron.

Miré a Tamlin que seguía inmerso admirando las salientes de roca con las luces mágicas que había creado para que recogiese mis pertenecías alumbrando los minerales de las rocas que daban brillo a mis creaciones en los muros, mis murales, los sueños que me mantuvieron con un propósito y con vida por siglos y siglos de estar encerrada. Él había preguntado qué era mi pasatiempo mientras estuve en medio de ése desolado paraje, había hecho surgir un poco del poder que podía conjurar en mi confinamiento, fuerte hasta que él viese y lo entendiese, mirando mis altos y bajos relieves de una sola persona y una sola vida que yo estuve vigilando siempre desde lejos con los murmullos del aire: la suya. Al día siguiente había decidido llevarme a casa y yo había comenzado a decidirme qué empacar mientras él admiraba los murales con sentimientos diversos en sus ojos y perfectas facciones. Fui hasta él y lo abracé por detrás, él juntó sus manos con las mías mirando con detenimiento una de las imágenes que había esculpida con dedos, cuchillos y uñas, ciertamente no tenía mucho con lo que trabajar, pero sabía bien lo que ese pedazo de mural era para él, pues era el reflejo y recuerdo de su madre.

-Siempre estuviste conmigo- me dijo en un murmullo desviando los ojos del rostro esculpido de su madre y mirando mis obras de arte que se extendían incluso en el techo-Todo lo que he vivido e incluso soñado vehementemente está aquí- sus ojos se posaron en una donde su estudio había sido destruido por su furia y una cúpula de aire había cubierto a Feyre de su ataque, torció la boca.-No mi mejor momento...

-Absolutamente no- le dije con calma, no había reproche, no lo juzgaba, jamás lo había hecho, simplemente había plasmado lo que me llegaba en sueños para yo seguir con vida y tratando de comprender qué lo había llevado a hacer algunas de las cosas que en su retrospectiva veía como una falla y una culpabilidad que lo carcomieron por demasiados años-Pero hay heroísmo, batallas ganadas, sonrisas, buenos momentos, hay pena y muerte, traición y cobardía, sin todo eso, no entiendo entonces para qué es la vida. Hay luz y obscuridad, y sí, tu temperamento no es tu mejor virtud, pero pienso aplacarlo o ignorarlo cuando te salgas de tus cabales, si tengo que usar la fuerza pienso hacerlo, necesitas ser amaestrado, domado.

Una Corte de Sombras y SolsticiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora