Capítulo 10

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TAMLIN

En el linde de las montañas que nos dividían con la Corte Otoño no había ninguna abertura hacia sus profundidades, pero los ojos de Aris parecían ver más allá de las apariencias, sentir lo que mi magia me advertía como un torbellino justo en ese lugar gritándome con todo lo que poseía que no me metiera siquiera a averiguarlo. Lucien estaba junto a nosotros viendo la vastedad de las montañas sobre de nosotros sin comprender del todo qué buscaba ella al seguir mirando en medio del despuntar del sol en las rocas afiladas.

-¿Está segura que es aquí?- preguntó él con un poco de desdén.

-Lucien...-le advertí por lo bajo, pero no dijo nada más, simplemente sus ojos iban de la montaña a Aris con mucha duda en ellos. Sentí un cambio en el lazo de ambos y volteé a verla con los ojos muy abiertos, mirando alrededor, sintiendo el espacio entre nosotros compactarse y resurgir en una onda de aire y el retumbar de la propia tierra. Lucien también lo había sentido, era demasiado poder lo que se había ceñido de hilos invisibles en nuestro perímetro. No tenía que preguntar de donde venía, ni si el sol estaba quemándonos aún más, si el viento susurraba, si por mi magia sabía que así lo hacía y mis ojos, mi cuerpo lo sintió, lo vio claramente, una conexión que venía recorriendo kilómetros, un poder, una luz que venía a chocar contra la montaña para abrir paso por los mismo túneles y recodos que atravesaba para darnos el paso. Aris gritó con fuerza y furia, sacando ambas cuchillas que resplandecieron como estrellas fulgurantes bendecidas por el sol que se alzaba, deslizó sus palmas sobre las hojas en un movimiento, y con un ofrecimiento de acero, plata y sangre las clavó con fuerza justo cuando vi que el hilo de luz que había viajado kilómetros a nuestro encuentro chocó contra la piedra cuando ella la atravesaba como si fuera mantequilla, sin que se le opusiera la dureza de las piedras, simplemente como si fuera tela.

Sucedió el choque causando un pequeño estruendo en las montañas, pero, en millones de luces y filigranas las rocas desaparecieron para perderse en medio del aire que parecía haber ido simplemente para recogerlos y cavidad de la entrada a los túneles que cruzaban Prythian se abrió ante nosotros descendiendo a una obscuridad que ni mis ojos podían atravesar. El golpe del poder ahí debajo fue suficiente para que gruñera por instinto, para que supiera con mis cinco siglos de entrenamiento que no debería intentar meterme en ése lugar, tratando de desafiar a quien morase allí, pero Aris se acercó al borde de la entrada extendiendo su mano hacia esa obscuridad como si estuviera saludando a una vieja amiga que no había visto o sentido en casi un mes que había estado viviendo conmigo en la corte.

-Sigo insistiendo que no es una buena idea que vayas en este recorrido, Tamlin- dijo Lucien sin dejar de mirar la cueva que se abría para llevarnos lejos, tan lejos como la Corte Noche- Eres el alto lord de la Corte Primavera, no debes demostrarle a nadie nada...si te perdemos, no hay quien herede el primer frente entre las fronteras humanas y los fae. No veo como saldrás de allí con vida, amigo mío.

-Yo sí,- mis ojos verdes estaban posados en Aris que no dejaba de mirar adentro tras haber guardado sus cuchillas nuevamente en su cinto- Volveré con ella o no lo haré jamás, Lucien, si debo quedarme en esa prisión con ella para hacerle compañía y dejar mi corte...hace mucho hice los arreglos por si algo me sucedía quien heredara mi poder y trono.- lo miré a los ojos y supe que lo había entendido- Quedará en mejores manos que cualquiera, esperando que con eso puedas por fin siempre regresar a tu hogar.

Lucien no dijo nada, se le había tensado el semblante, sus ojos mirando los míos y me puso una mano en el hombro.

-Cuando entré por las fronteras de mi padre jamás creí que al haber asesinado a un hermano ganaría el único que me importase.- le hice un gesto de cabeza agradeciendo sus palabras de camaradería- Regresa con ella y terminemos de reconstruir la Corte Primavera, creo que los tres hemos sufrido lo suficiente para rendirnos cuando todo puede florecer nuevamente y con un poder de cambio que no te creí capaz hasta verla a ella...

Una Corte de Sombras y SolsticiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora