Capítulo 17

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RHYSAND

El Solsticio de Invierno era una de mis festividades más queridas, los últimos años habían sido los más preciados de mis cinco siglos de vida con mi familia, con mi pareja, con la poca paz que parecía querer romperse conforme los años, los meses o los días pasaban tan llenos de una alegría que sabía no podría durar para siempre. Nuevos problemas y batallas siempre se presentaban para ser luchadas, fuera con la última alza de rebelión entre los illyrianos tres años atrás o con las nuevas intenciones de Beron de querer conquistar Hybern ahora que no tenía rey ni proclamación alguna, aunque sabía era una movida de la Corte Otoño ahora que Primavera parecía nacer de entre las cenizas con una fuerza y candor que hacia mucho no había visto en ella, viendo así Beron sus planes de conquistar las tierras humanas irse con los mismos nuevos vientos que Tamlin parecía estar creando en su corte. Hybern sería ahora un nuevo problema sobre la mesa: Beron lo codiciaba, Tarquin también lo veía como un nuevo puerto de expansión, Helion, Theesan y Kallias siempre tan impredecibles como siempre, cada uno sabiendo quién tenía el reclamo del reino más por alianza que por otra cosa, pero que no había dicho o hecho nada hasta ahora, tan ensimismado en reconstruir su corte que era muy difícil leer cuál sería su postura o primer movimiento en cuanto se tomara el tema que no sería tratado enfrente de Lucien a menos que Beron lanzara la primera pieza del tablero.

¡Idiota Tamlin! Siempre enredando todo, siempre al margen, siempre sin que pudiera saber del todo qué haría respecto a asuntos que deberían ser más sencillos, pero éramos altos lores, proteger nuestras cortes e intereses era parte del oficio. Me quedaba claro que estaba haciendo muchos cambios, empezando por cocineras irreverentes que golpeaban con la sartén tan fuerte como Cassian en entrenamiento al estar enojado con Nesta, situación y accidente por no ser capaz de detectarla a tiempo, ¡tremenda fuerza que lo había golpeado! Escena que simplemente le había compartido a Feyre porque de saberlo sus hermanos, no oiría el final de ello en toda mi inmortalidad, incluso ella no se lo dejaría olvidar tampoco. Sentí la caricia en ese rincón de mi interior cuando mi pareja, tan radiante y hermosa, entraba para que comiéramos, seguida de mi prima y sus hermanas, Cass y Az simplemente vislumbrándolas entrar en el comedor. Verla como mi diosa era todo lo que me importó, todos los problemas podrían esperar, esta era nuestra festividad.

¡No hubiera deseado algo mejor antes del caer de la noche! Mi familia reunida, sonrisas, tomando la mano de mi Alta Lady entre la mía, todo perfecto hasta que la tierra rugió debajo de los cimientos de la casa. Mi magia reaccionó al instante, sintiendo el golpe por toda la extensión de la Corte Noche, Velaris, hasta más allá del Norte, el crujido, el sonido que me llegaba con mis sentidos de alto fae fue ensordecedor, profundo, un golpe a la magia del mundo en que habitábamos todos nosotros, una orden, una bendición, una plegaria, una voz y un saneamiento que puso mi magia a temblar ante el poder que recorrió la tierra, el aire, el cielo, tanto que tuve que ponerme de pie con mis dientes en un gruñido para aguantar el impacto. ¡Por el Caldero! Y así como llegó esa ola, así se fue y mi respiración, parecía me hubieran quitado el aire de los pulmones, mis sentidos tratando de rastrear el origen de ese poder, posible amenaza a todo lo que quería hasta saber de donde había venido, a todos en la mesa que me miraban con los ojos como platos.

-¿Qué fue eso?- me preguntó Feyre por el lazo, seguramente había sentido lo mismo que yo por nuestra conexión, pero la observé, vi los rostros de cada uno en la mesa, mi familia, mi responsabilidad.

-No lo sé...- sentí el sudor frío en mi cuello, todo rastro del movimiento de la tierra había desaparecido. Mis ojos relampaguearon hacia Azriel que comprendió, se levantó de la mesa para desaparecer en medio de las sombras.

-¿Rhysand?-preguntó Mor desde la mesa, el temblor se había sentido en todos los rincones, como eso, un simple temblor, pero en mi magia, aun tras haber desaparecido, sentía una impaciencia por saber quién era capaz de tanto poder y el lograr desconcentrarme y sacarme de mi centro tan fácilmente. El terremoto de emociones había venido de lejos, más lejos de mis fronteras, incluso de las de Helion, en alguna de las cortes del sur, Azriel lo había comprendido y buscaría la fuente de poder con sus espías, con sus sombras y sabríamos donde estaba el dueño de este poder, quién lo controlaba, tan vasto y exquisito como el que sentimos todos nosotros cinco años atrás, incluso más puro e infinito que hizo que mi máscara fría cayera al piso.

Una Corte de Sombras y SolsticiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora