Capítulo VI: Venganza

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La mañana empezó tranquila me levante como de costumbre, al bajar las escaleras note que mis padres no estaban así que aproveche para tomar algunas cerezas del refri y subir a mi cuarto a alistarme.

Acomode el cabello como de costumbre y me coloque el uniforme, aun llevaba el uniforme de mi antigua escuela pero esperaba poder cambiarlo pronto.

Baje las escaleras y abrí la puerta, como esperaba Jotaro ya estaba afuera esperándome con su habitual ceño fruncido, sin embargo sonrió ligeramente al verme.

Tras darle los buenos días proseguimos caminando hacia la escuela, las primeras horas surgieron tranquilas hasta que a la hora del receso, estábamos a punto de salir a comer cuando se escucho el sonido del altavoz.

"Jotaro Kujo, se te solicita en el despacho del director urgentemente"

Al terminar aquel mensaje sonó la campana que indicaba el receso, Jotaro me miró bastante preocupado.

_Quedate dónde haya mucha gente, esperame hay no tardaré.

_Tranquilo, puedo cuidarme solo.

Le dije sonriendo para evitar que el azabache se sintiera preocupado,  aun así el semblante de Jotaro no cambio.

_Volvere pronto.

Dijo el y se giro, llendo hacia la dirección, solté un suspiro, tampoco me agradaba la idea de separarme de él, aunque sus razones quizá eran diferentes a la mia.

Pensaba hacerle caso a las recomendaciones de Jotaro, pero recordé que debía pasarme por la zona de botánica para recibir algo de papel ecológico que necesitaba para una de mis clases en el club de arte.

Después de todo sería rápido, después volvería al patio a esperar a Jotaro, comencé a caminar, sin embargo cuando empecé a alejarme de la zona donde más gente se reunía un mal presentimiento empezó a invadirme.

_Por fin te dejó solo tu perro guardián.

_¿Que hiciste para que te diera su protección?

_Seguro también se lo chupo a él.

Risas.

Esas estúpidas risas.

Vi como el chico que había generado tantas pesadillas en mi se acercó con paso lento y una sonrisa burlona seguido de sus estúpidos amigos.

_Sabía que no podías escaparte de mí por siempre, quiero que te deshagas de él, no se que tengas que hacer pero quiero que deje de rondarte.

Su mano recorrió mi mejilla mientras mi mandíbula se apretó más fuerte.

_Así podemos volver a divertirnos.

Su silenciosa amenaza dejó de importarme, Jotaro me había dado el impulso que me faltaba, no permitiría que el imbécil ese siguiera aprovechándose de él.

Ya vería como les diría lo de la foto a sus padres, pero no permitiría que ese imbécil volviera a tocarlo.

_Quita tu puta mano de mi.

Mis ojos le dedicaron una mirada fría mientras de un manotazo apartaba su mano.

_Oh, la mariquita se puso rebelde.

Dijo provocando que sus amigos empezarán a reír, en ese momento la rabia subió hasta mi cabeza, sabía que no tenía posibilidad de ganar ya que eran 4 contra 1 pero aún así, si me iba no lo haría solo.

Un puñetazo terminó aterrizando en la cara del chico frente a mi sus amigos estaban por irse en contra mía cuando una voz aterradora sonó a mi espalda.

_Es bastante cobarde un 4 contra 1.

Era Jotaro, por un momento nuestros ojos se encontraron y bastó este contacto para sincronizarse completamente, estaban de acuerdo en aquello así que ambos iniciaron la pelea.

*Narra Jotaro*

Pesé a la apariencia calmada y algo delicada de Kakyoin el realmente era bueno en combate, con movimientos ágiles y certeros estaba encargándose perfectamente de dos de los tipos.

Por mí parte, mi manera de pelear era más brusca, pero había logrado someter sin problemas a dos de los estúpidos amigos de aquel sujeto.

Cuando sus amigos corrieron como los estúpidos gallinas que son, y antes de que el líder de estos huyera también, lo tome del cuello, alzandolo sin ningún esfuerzo, su rostro estaba lleno de golpes causados por Kakyoin.

_Más te vale que la fotografía y cualquier rumor sobre Kakyoin sea eliminado y no te vuelvas a acercar a él, ni siquiera le dirijas una mirada.

Le dije viéndolo a los ojos con firmeza.

_Si veo que no lo haces, la próxima vez saldrás en piezas.

Lo arroje al piso, el asintió rápidamente y salió corriendo de aquel sitio con la cola entre las patas.

_¿Estas bien?

Pregunte girandome al pelirrojo.

_Nunca me había sentido mejor.

La sonrisa en el rostro era muy visiblemente, era hermosa, quería proteger aquella sonrisa.

_Vámonos.

Le dije mientras empezábamos a caminar, el asintió siguiendome.

El día se pasó con velocidad, cuando las clases se acabaron decidió invitar a Kakyoin por un helado, había una heladería cerca de su casa así que fueron hasta ahí y compraron dos helados.

Después nos dirigimos hacia mí casa, al llegar como siempre mi madre nos recibió, estaba bastante feliz con las visitas del pelirrojo, estaba emocionada porque por fin había conseguido tener un amigo.

_Estaremos en mi cuarto mujer.

Le dije a mi madre mientras tomaba de la mano al pelirrojo y empezábamos a subir.

_Tu mamá es una persona bastante agradable, deberías ser más amable con ella.

Dijo Kakyoin cuando entramos a mi cuarto.

_Yare Yare...

Comencé a realizar algunos ejercicios que había dejado inconclusos, me gire y vi que Kakyoin estaba con los audífonos puestos mientras dibujaba distraídamente en su cuaderno.

_¿Sabes? Esto es algo realmente extraño, estar pasando tiempo con alguien.

Dijo sin levantar la mirada de su dibujo.

_Desde que era niño siempre e estado solo, pensé que me había acostumbrado a aquella soledad, pero cuando pasó tiempo contigo irremediablemente siento que me da miedo regresar a aquellos días de soledad.

_No te dejaré solo.

Yo tampoco quiero estarlo.

_No hagas promesas que no seas capaz de cumplir.

Dijo el pelirrojo mientras dejaba el cuaderno de dibujo en la pequeña mesa.

_El futuro es algo incierto Jotaro.

Aquellas palabras me pegaron, aun así mantuve la mirada fija en sus ojos hasta que ambos se cruzaron.

_Estoy dispuesto a manter esa promesa.

Nuestras miradas se mantuvieron fijas, hasta que la risa de Kakyoin rompió la conexión.

_Cuando te pones tan serio asustas un poco.

Solté un suspiro y me acerque hasta el, con cuidado le quite un audífono, una melodia nostálgica empezó a sonar.

_¿Que escuchas?

_Goodbye nostalgia.

Ambos nos quedamos escuchando aquella canción, no supe cuando nuestras manos volvieron a unirse, pero agradecía aquel cálido contacto.

Las promesas son una moneda al aire la mayor parte del tiempo, pero estaba decidido a mantener aquella.

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