Capítulo III : Traiciones

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Estaba harto de tener que soportar esto, me había equivocado, pero ¿Un error tenía que perseguirte toda la vida?.

Suspiré.

Quizá si hubiera continuado resguardado en mi soledad, aquello no hubiera pasado, quizá si no hubiera sido tan tonto para creer en el amor, en aquellos sentimientos que durante tanto tiempo había considerado ajenos a mí.

Pero no, había sido un tonto, y ahora tenía que cargar por la penitencia de aquello, el día de ayer por poco Jotaro se entera sobre lo sucio que soy, tenía que controlar mejor mis emociones si no quería verme desbordado por ellas, después de todo Jotaro había sido bastante amable al preocuparse por el, pero generar preocupación estaba dentro de las cosas que más odiaba realizar.

Tome mis cosas y me dirigí a la sala de arte, debía terminar la pintura en la que estaba trabajando, mientras más me acercaba un mal presentimiento comenzó a invadir mi mente, entre y destape mi cuadro, el enojo se hizo presente al verlo, mi trabajo había sido manchado escribiendo palabras obscenas en el.

"puto" "maricon" "come pollas"

Genial, ahora tendría menos tiempo para terminarlo antes del día de entrega, con frustración comencé a romper aquel lienzo, estaba enojado, me sentí completamente humillado, aun así una pequeña parte de mi sentía que merecía aquello.

Aún recordaba la situación que me había llevado a ese punto.

Me encontraba bastante solitario, hasta que lo conocí, aquel chico había logrado conquistarme con cada gesto en un principio eran pequeñas cerezas envueltas en papel transparente dejadas junto a mis cosas de arte, después lapiceros nuevos o pinceles con una tierna nota, nuestras salidas se hicieron frecuentes después de la escuela, pero siempre de manera oculta, jamás íbamos a sitios concurridos y sólo me tomaba de la mano o me besaba cuando nadie a nuestro alrededor miraba.

Las cosas fueron avanzando, hasta que inevitablemente terminamos teniendo relaciones, a partir de ese día, solo nos reuníamos para tener sexo, incluso comenzamos a hacerlo en la escuela, siempre aprovechando los momentos en los que los salones se encontraban vacíos, sabía perfectamente que no éramos pareja, el lo había dejado claro desde un inicio, pero aún así, me ilusionaba la idea de que llegara a sentir lo mismo que yo sentía por el.

Pero eso nunca pasó.

Las cosas se complicaron cuando un curioso nos encontró teniendo sexo en la sala de arte, terminó tomando fotografías, el dejó de verme, cuando lo hacía era solo para burlarse.

El tipo que tomó la foto al parecer era un amigo suyo, el para escudarse y no admitir que era gay, simplemente dijo que lo hizo para molestarme, sus estúpidos amigos terminaron creyendo en su palabra, y ahora utilizaban esa foto para manipularme y obligarme a hacer cosas por ellos, la más facil era hacer sus tares, sin embargo habían llegado al extremo de pedir cosas cada vez más humillantes, la gota que derramó el vaso fue cuando uno de ellos me hizo realizarle sexo oral y para mi suerte fuimos atrapados por el director, gracias a los contactos del sujeto no reportaron el hecho a mis padres, sin embargo terminé castigado.

_Con que aquí estabas- dijo una voz que ya conocía bastante bien a mis espaldas.

Era el, el estúpido que había arruinado mi vida sin merecerlo.

Comenzó a acercarse a mi, tomando mi cintura sin permitir que me girará, comenzó a besar mi cuello, aquellos labios que antes anhelaba en mi piel ahora los sentía quemarme.

_Dejame de una puta vez- dije empujando su cuerpo mientras le dedicaba una mirada gélida.

_¿Quieres que tu foto llegue a manos de tus padres? Seguro serán muy felices de ver lo que su hijo hace en la escuela.

Apreté los puños, tenía ganas de partirle la cara y sin embargo simplemente me gire de nuevo, volví a sentir como se colocaba en mi espalda, inclinandome, sentí como deslizaba hacia bajo el pantalón y mi ropa interior, yo solo podía apretar los puños, mi mandíbula empezaba a doler ya que mantenía los dientes apretados con fuerza, sin importarle que ni siquiera estaba lubricado sentí como se introducía en mi interior, causando me un grito que yo mismo tuve que acallar, deje que mi mirada se perdiera cuando el me giro acomodandome para facilitar su asquerosa tarea, dejándome con el rostro hacia la puerta, deseaba que terminará lo más rápido posible, me sentía asqueado de mi mismo, sentía una humillación y furia tan grande, sabía que tarde o temprano me iba a vengar de este mal nacido, pues donde antes había tenido amor, ahora solo había un odio creciente.

No me importaba el hecho de ser gay, si bien era algo que solo me había aceptado a mi mismo, me preocupaba que mis padres supieran esto de mi, que vieran aquella vergonzosa fotografía, eso les rompería el corazón.

Desde niño había pensado que cuando fuera mayor me casaría con una mujer hermosa, delicada, alegre, alguien a quien tendría que proteger, mi madre siempre hablaba entusiasmada sobre la idea de mi boda, de su anhelo por tener nietos.

No quería romper su corazón.

Así que al menos por ahora tendría que aguantar.

Sin embargo todo esto se derrumbó cuando lo vi ¿Porque la vida tenía que ser tan injusta conmigo en estos momentos? La puerta se abrió de manera tan tenue que el estúpido atrás de mi ni siquiera lo noto, Jotaro Kujo se asomo, vi su cara de sorpresa al mirarme, cuando nuestros ojos se cruzaron quería gritarle que aquello no era lo que parecía, la única persona que había sido amable conmigo me había visto de esta manera tan humillante, el solo rompió el contacto visual y cerró la puerta sin a penas hacer ruido.

Las lágrimas comenzaron a caer en mis mejillas, no sólo por las violentas estocadas de él imbecil detrás de mí, si no por la idea de que la única persona amable conmigo ahora estaría pensando que soy un asco, un desviado, probablemente no volvería a dirigirme la mirada o en el peor de los casos se uniría al grupo que me molestaba en el colegio, aquellos a los que el rumor ya les había llegado.

El sujeto terminó, y tras unos insultos que ni siquiera tome en cuenta se fue, dejándome ahí, sintiendo la habitación más sola, me recargue en la pared subiendo mi ropa, tomé un pincel y un cuaderno y empecé a dejar que este se deslizara aún con lágrimas en mis ojos, al menos ahora era lo único que lo mantenía a flote.

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