Estoy sentada en la mesa que hay en la cocina con el pie puesto en una silla de ésta misma; comiendo un simple pero delicioso sándwich preparado por el señor Weethford.
Se encuentra sentado en frente de mí. Él también está comiendo, para hacerme compañía, supongo; o por hambre, tal vez.
— ¿Y en qué universidad estudiarás? — Pregunta él.
— En Columbia University. — Le respondo mientras sonrío.
Me observa asombrado.
— Me impresionas. Sólo aceptan a los mejores entre los mejores promedios. Deduzco que eres una Einstein. — Me mira sonriente.
La verdad es que creo que Dios me premió con algo de inteligencia y sabiduría por la falta de belleza física, o eso me imagino.
— No tanto así. — Le sonrío con timidez. — Lo que me preocupa es no poder costear los gastos, menos ahora que me quede sin trabajo.
¿Por qué demonios le estoy contando esto? No pienso que le interese en lo absoluto.
— Señorita Sarcasmo y ahora también Señorita Modestia. — Dice apoyando los codos sobre la mesa. — ¿Dónde trabajas? — Pregunta curioso. —¿Y qué hay sobre la idea de una beca?
— En un restaurante llamado King's Night. — Le comento. — Mandaré la solicitud para una, pero creo que habrán personas que la necesitan más.
No me responde. Sólo se limita a mirarme.
— Tengo una pregunta.
Él me mira con el ceño fruncido. Seguro está pensando que cambio muy fácil de tema y que debo ser de esas mujeres que no se mantienen firmes ante una decisión y cambian de novio como de zapatos. Pero no soy así, de hecho jamás me retracto de una.
— Pues dime. Tú puedes preguntarme lo que sea.
Me ruborizo de nuevo ante su comentario, pero no tanto... O al menos eso quiero creer.
— ¿Cómo es que tiene una cocina tan bien equipada si no sabe ocinar? De seguro sólo se la pasa comiendo en restaurantes.
Se ríe.
—Tengo a alguien que se encarga de eso y todo lo relacionado con la casa, pero hoy es su día libre. Me tengo que conformar con pedir comida a domicilio.
Qué pregunta más boba la mía. ¿Cómo no pensé eso antes?
Comienza a ponerse de pie dispuesto a recoger los platos, pero parece que se ha tropezado con algo.
— ¡La puta madre! — Dice observando hacia abajo. — ¿Qué es lo que ha puesto Sophia aquí?, ¿piedras? — Furioso levanta un pequeño bolso y lo coloca en la silla. — Tengo a la hermana más despistada del mundo. — Comenta exasperado. — Perdón por el vocabulario. — Me dice apenado.
Abro la boca como autopista de manera mental.
¿Su hermana ha dicho? ¿O sea que no tiene pareja? O quizá sí, pero claramente no es Sophia. Ahora lo sé.
— No se preocupe, a todos nos pasa. Además esta es su casa.
Vuelve a retomar lo que estaba haciendo. Recoge ambos platos y los deja en uno de los fregaderos.
Lo veo moverse por la cocina y no puedo dejar de observar su trasero. Es algo en lo que me fijo siempre. Y este hombre en definitiva tiene lo suyo... ¿Es que será que haya algo que no tenga?
— ¿Entonces Sophia es su hermana? — Pregunto apartando mi vista de su atractiva parte baja de la espalda.
— Sí. — Deja lo que hace y me mira. — ¿No lo sabías?
— No. — Respondo honestamente. — Yo pensé que ella era su... — Sacudo la cabeza y no digo nada. — No importa.
— Dime. Quiero saberlo. — Se acerca con pasos firmes. — ¿No me digas que tú pensaste que ella era mi novia? — Dice mientras apoya una mano en la mesa y la otra en la silla.
Me tiene rodeada. Y la verdad es que no sé qué responder. Me da pena confirmarle su pregunta.
Comienza a reír sin apartarse.
— Amo demasiado a Sophia, pero no podría con una mujer tan despistada como ella. — Me dice. — Además... No soy el prototipo de hombre que tiene novia. — Responde cortante. — Odio esas cursilerías empalagosas. Siempre estoy ocupado, mi trabajo es prácticamente el centro de mi mundo. Soy joven, disfruto mi soltería y no quiero ningún tipo de compromiso con nadie.
Bueno, eso responde a mi pregunta anterior, pero... ¿Qué quiso decir con «tipo de hombre»? ¿Es un mujeriego sexualmente adicto?
Sinceramente tiene el porte de un típico hombrezuelo.
— Comprendo, señor. — Le respondo impactada por su sinceridad grotesca.
Se inclina hacia mi cara. Sigue acercándose de una manera peligrosa... Para mí.
Puedo sentir su respiración. Parpadeo varias veces de lo nerviosa que estoy.
— Analía, puedes tutearme. — Siento su cálido aliento contra mis labios. — Por favor. Hazlo. — Susurra mientras está cada vez más cerca de mi boca.
¡Me va a besar! Esto no me puede estar pasando a mí.
¿Con qué clase de seductor estoy tratando?
Él es demasiado irresistible. Pero es mi jefe. Además no quiero hacerlo; sin embargo, tampoco hago nada para evitarlo.
¡Reacciona, Lía! Me dice la poca cordura que me queda, pero no puedo. Estoy inmóvil ante esta divinidad de hombre.
— Hay que irnos. — Me susurra al oído con voz ronca y un tono demasiado sexy mientras va alejándose de mí.
¿Pero qué cojones ha pasado aquí? ¿Cómo giró su cabeza tan rápido?
Me maldigo mentalmente. ¡No es posible que no me haya dado cuenta!
¡Bien bruta que eres, Lía! Sólo tú te creíste que semejante hombre te iba a besar.
¿Estoy decepcionada porque no lo ha hecho? No, claro que no. Ni yo quería ni él debía.
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TU MIRADA: MI PERDICIÓN
RomanceAnalía Ripoll es una universitaria muy bella, dulce e inocente que amaba la vida; hasta que un suceso la cambió para siempre. Ella y su familia deciden mudarse a New York. Lía está decidida a empezar desde cero, lejos de todo... Sin imaginar que en...