Capítulo 11

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Me miro en el espejo y observo que mi cabello aún se mantiene bajo control.

— Eso sí que es un milagro, conociendo lo rebelde que eres —comento en voz alta refiriéndome a mi pelo.

— ¿Hablando sola?

No tuve ni que girar para saber quién era. Ese tono de voz tan sexy y provocativo sólo puede ser de él.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunto aún de espaldas hacia él— . Se supone que es el baño de chicas.

— Vine a buscar a la chica que me está quitando el sueño

— Lugar equivocado —le digo bruscamente.

— Pensé que ya te habías ido. —Suspira aliviado.

Le oigo dar unos pasos hacia donde estoy, pone sus manos en mi cintura y me hace girar para quedar frente a frente. Aún con tacones, me saca como veinte centímetros de altura.

— ¿Puedo hacerte un piropo? —me dice, haciéndose un poco hacia atrás.

—  ¡¿Qué?! —Arrugo la frente y arqueo una ceja—. ¡No! —le chillo totalmente desinteresada.

— Lo haré de todas formas —dice él con una sonrisa cínica y encogiéndose de hombros.

¡Será prepotente!

— Me encanta ese vestido que llevas puesto, pero lo que más me gusta —Se acerca de nuevo y pasa sus dedos por mi barbilla— es que resalta tu muy atrayente figura... —Baja su mirada y me rodea con ella hasta llevarla a mis nalgas—. Y tu trasero tan perfectamente bien formado.

Me deja como hielo. Dirige su vista a mí otra vez con ojos llenos de lujuria y se pasa la lengua por el labio inferior. ¡Dios! Me desvanezco.

— Además — añade—, me permite admirar esas hermosas piernas que tienes. Son enloquecedoras... Aunque estoy seguro que te ves mejor sin ropa -concluye él.

¡Me quiero morir! Pestañeo rápido y no respondo nada. Seguro estará pensando que soy una lela, pero eso es lo que menos me importa.

Coloco mis manos entre ambos y lo empujo, pero mi esfuerzo es en vano. A este hombre no lo mueve ni una grúa.

— Aléjate de mí —le grito incómoda por la situación.

—  ¡¿Por qué siempre estás a la defensiva?! —dice levantando sus brazos en el aire con exasperación.

—  ¡Porque quiero que me dejes en paz! —le grito otra vez con más fuerza todavía.

¿Es eso lo que en verdad quieres, Lía?, me susurra mi subconsciente mientras ladea la cabeza con desaprobación. ¡Mierda!

— No te resistas a lo que sientes por mí, te lo pido.

Comienzo a tronarme los dedos de las manos de los nervios. Kenny sigue avanzando y me obliga a retroceder hasta chocar contra la pared.

— ¿Estás nerviosa? —pregunta él bastante coqueto—. Me alegra saber que genero eso en ti —dice, colocando sus manos en la pared y encerrándome contra su cuerpo.

Menudo capullo engreído. A decir verdad, aunque intimida, no me pone nerviosa como me pasa en varios casos, contrariamente... Kenny me produce confianza, pero no me gusta para nada lo que él está despertando en mí.

— Tengo novio. —Miento. No tengo ni perro que me ladre, pero se lo dije pensando que eso lo hará cambiar de opinión con respecto a sus planes sexuales conmigo.

Cierra la boca y frunce los labios en una delgada línea.

— ¿Sabes? Siento una elevada atracción por lo prohibido. —La comisura de su boca se curva y aparece su sonrisa sin separar los labios.

TU MIRADA: MI PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora