Es viernes veinte de diciembre. Nos encontramos terminando los detalles para mañana en la noche, y no es por ser engreída, pero el lugar ha quedado ¡fantástico!
Han pasado diez días ya desde el «pequeño encuentro» entre el señor Weethford y yo. Continué haciéndome cargo de los preparativos del aniversario de sus padres, bajo mis términos, que al parecer le quedaron muy claros después de mi leve bofetada ya que no se ha acercado a mí para nada. Solamente nos dirigimos la palabra al saludarnos, también para ver si desea que incluya o descarte algo. Y aunque se la pasa todo el día aquí, es como si no estuviera. Siempre está hablando por teléfono, y yo... Bueno, yo en lo mío.
- Vale, Joel. Termina de arreglar las mesas que en una hora llegan el resto de las flores -digo sin parar de reír.
Joel es el chico que se ha encargado de la pista de baile y la tarima para la banda de músicos que Kenny personalmente contrató. Tiene apenas diecinueve años, pero es bastante divertido y guapo - rubio, alto, y delgado -. Desde que lo conocí no he dejado de reír, nos hemos hecho buenos amigos, más cuando supimos que ambos estudiaremos en la misma universidad el próximo año.
- ¿El resto? -Pregunta frunciendo el ceño-. Pero si yo te veo completa aquí.- Sonríe con esa cara del «Guasón» que tanta gracia me hace.
- Ya no digas tontadas. -Esta vez levanto mi brazo para chocar delicadamente mi palma con la suya y entrelazar nuestras manos sin dejar de reírme como una tonta.
Una falsa tos detrás de mí nos sorprende a ambos y me hace girar, pero sin soltar la mano de Joel. Me he puesto seria al igual que él.
Para la próxima ya sé cómo detener mi risa, comenta mi entrometida voz interna.
- Lamento interrumpir -nos dice Kenny, con una mirada de disgusto-. Pero necesito hablar con usted, senorita Ripoll -continúa él, sin verme a los ojos, solamente observa a Joel de una manera que podría aniquilarlo.
- Por supuesto -le respondo a Kenny y giro mi cabeza para ver a Joel-. Te encargo eso. Luego iré a verificar que todo esté en orden. -Sonriente le suelto la mano para que pueda irse.
- Claro, Lía. -Me mira y me guiña un ojo, y amablemente le dirige de nuevo sus ojos verdes a Kenny-. Con su permiso.
Al parecer Joel no se dio cuenta de lo que esconde el señor Weethford detrás de esa mirada... Aunque yo tampoco logré comprender.
- Dígame, señor Weethford, ¿qué se le ofrece? -le pregunto con voz distante.
- Nada. Sólo vine a decirte que Sophia ya viene en camino y me pidió que te lo dijera. -Él intenta ser cortés, pero en su actitud puedo notar el enojo.
- Vale.
No me responde, simplemente me observa con esa mirada tan penetrante e indescifrable como la primera vez que lo vi. Sus ojos lucen oscuros, pero igualmente posesivos hasta cautivar; y aunque yo lo disimule, él aún sigue poniéndome nerviosa... Tanto o más que antes.
- ¿Qué tal tu tobillo? -pregunta.
- Totalmente repuesto desde hace varios días. Gracias por preguntar. -Jugueteo con mis manos que están detras de mi espalda como una completa idiota y le sonrío con cortesía... y un poco de timidez.
- No miento cuando digo que me interesas. -Se calla por un segundo y cuando abre la boca para continuar se ve interrumpido por un chillido qun nos sobresalta a los dos.
- ¡Hola! -grita una voz femenina que hace mucho no escuchaba.
- ¡Pequeña! -dice Kenny girando para verla -. Por poco nos dejas sordos. -Ríe él mientras la abraza y la alza por los aires como una bebé-. Qué bueno que ya llegaste.
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TU MIRADA: MI PERDICIÓN
Roman d'amourAnalía Ripoll es una universitaria muy bella, dulce e inocente que amaba la vida; hasta que un suceso la cambió para siempre. Ella y su familia deciden mudarse a New York. Lía está decidida a empezar desde cero, lejos de todo... Sin imaginar que en...