Capítulo 9

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Hoy tuve que ponerme chancletas. Bueno, gracias a la lesión en mi tobillo, no tenía otra opción, así que llevo puestos unos shorts y una blusa manga larga para evitar verme lo menos  «fuera de moda» posible.

Me encuentro a minutos de la nueva adquisición del señor Weethford.

Sigo pensando en lo que pueda pasar hoy... Espero que nada.

El sonido de mi teléfono me saca de mis pensamientos. Lo saco del bolsillo y veo que es un mensaje de número desconocido.

Se me sale el corazón al ver de quién es.

Buenos días, Analía. Espero que hayas dormido bien.Este es el PIN que debes ingresar:《210425》 Te estaré esperando en el jardín. Besos. -Kenny.

¿Qué? ¿Cómo coños ha conseguido mi número? ¿Y besos? ¿Está cuerdo o le faltan un par de tornillos?

Estamos dentro de la propiedad. Le pago al taxista y me dirijo hacia donde Kenny me ha dicho.

Camino con la cabeza hacia bajo mientras voy concentrada poniendo en silencio mi móvil; hasta que un ruido parecido al de un chapuzón me obliga a levantar la vista.

Y lo miro... Ahí está él. Kenny. Nadando como pez en el agua...

¿Pero de qué va este hombre? ¡Estoy segura que lo ha hecho a propósito! Que me corten una mano si me equivoco.

Estoy que hecho humo, literalmente, de la furia.

Sale del agua tan campante, ¡como si yo no estuviera aquí! Es su casa, cierto, pero...

¡Madre mía!

Solamente lleva puestos unos bóxer ajustados que resaltan perfectamente su muy notorio miembro. Examino —sin disimular en lo más mínimo— su escultural cuerpo. Sus brazos firmes y fuentes —como lo había notado antes—, sus pectorales muy bien trabajados —nada musculoso en exageración, pero sí lo suficiente para notar que le dedica tiempo al gimnasio—, y tiene el triángulo inverso que lo hace ver irrealmente sexy. Sin duda alguna, es...  Irresistiblemente tentador.

No puedo evitar mordisquearme el labio.  Es una maña que adquirí desde no sé cuándo.

Es realmente incómoda  esta situación... Y es que tan sólo de verlo pasan miles de pensamientos por mi cabeza.
¿Qué es lo que te pasa, Lía?, me grita mi subconsciente.
Me enojo aún más, pero esta vez conmigo. ¡Sí, conmigo! Por estar teniendo bobos y ridículos pensamientos y todos relacionados con este hombre.

Se acerca un poco hacia donde estoy. Menea ligeramente la cabeza para sacudir su hermoso cabello mojado. Puedo observar a la perfección cómo corre el agua por su divino cuerpo —digno modelo de portada de revista «Los hombres más hot del mundo»—. No existe manera para describirlo. En pocas palabras, él es como una aparición.

Me abofeteo mentalmente tratando de no pensar en Kenny Weethford y su hermoso rostro, su increíble cuerpo y... ¡Ya basta!
Mi cara de embobada me delata, no tengo duda. Él lo sabe. Yo lo sé. Sólo un imbécil no se daría cuenta, y él de estúpido no tiene ni un pelo, lo ha dejado más que claro.

— Hola, Analía. Me alegro que llegues, te estaba esperando — dice él caminando con pasos firmes hacia mí.

¿Qué es lo que va a hacer? Se está acercando demasiado. Está decidido a besarme en la mejilla — o eso parece —. No espero a que dé ni un sólo paso más y me doy la media vuelta quedando a espaldas de él, esperando a que se cubra con una toalla... O ropa. Sí, eso estaría mucho mejor.

Parezco más que muerta cuando coloca sus manos sobre mis caderas. Por mi cuerpo recorre un escalofrío que jamás había sentido antes, pero me deja como hielo al sentir su fuerte entrepierna presionando contra mi espalda.
Suerte que es mucho más alto que yo, porque de no ser así estaría en mi trasero.

¡Joder, ahora sí que se ha pasado!

— Siempre voy directo al grano. Soy un hombre que sabe lo que quiere, Analía. —dice, pegándose aún más a mi cuerpo—. Y te quiero a ti. En mi cama... Desnuda y lista para follarte. —Siento su suave aliento rozar por todo mi cuello—. Aunque me excitas tanto que gustoso te follaría aquí mismo. —Su mano derecha comienza a subir hasta mi abdomen—. Eres una mujer con experiencia, no lo dudo; pero no tienes idea de cuánto te haré gozar...  —Su voz suena cada vez más agitada—-. Ambos podemos darnos un infinito placer, preciosa. — Su dedo índice es el que sigue ascendiendo muy, muy lentamente, pero de manera letal —. Te aseguro que te follaré como nunca nadie te lo ha hecho. —afirma él con su seguridad y egocentrismo de siempre.

No me la calo más. ¡Esta fue la gota que derramó el vaso con agua! Y con eso me refiero a la lava que hará explotar a mi volcán enfurecido. Sí pensó que iba a caer ante su romanticismo sexual, está muy lejos de noticias...

Me giro bruscamente apartando sus atrevidas manos de mi cuerpo; estoy frente a él, mirándolo con repulsión a los ojos. No pude contenerme, no sé en qué segundo levanté mi mano y le dediqué la más fuerte, deliciosa y sonora de mis bofetadas.

¿Que si me arrepiento? ¡No!

¿Lo volvería a hacer? ¡Sí!

Eso le pasa por abusivo e irrespetuoso.

Me mira incrédulo. Estupefacto, como si estuviera en presencia del mismísimo Superman o algún otro de esos héroes de cómics. Aunque doy por hecho que debo parecerme a nadie más que a Hulk.

— Escúcheme muy bien, señor Weethford, porque no lo diré dos veces —Cierro los ojos como relámpago mientras inhalo y exhalo para lograr calmarme—. Que yo trabaje para usted no le da ningún derecho de querer pasarse de listo conmigo, y mucho menos significa que yo deba ser su amante en turno —le digo recorriendo con mi mano en el aire su cuerpo de arriba abajo, dándole énfasis a mi última frase.

— Analía, yo...

— Analía, ¡ni mierda! —Él intenta hablar, pero yo lo interrumpo totalmente cabreada—. Se calla y me escucha —le espeto con tono frío y amenazante—. Si nunca ha respetado a una mujer, conmigo sí lo hará... —Lo miro directamente a los ojos, seria y muy segura—. Así sea lo último que haga en su vida.

Le he lanzado mis más sinceras y asesinas palabras sin ningún arrepentimiento. No lamento ni un poco lo que acabo de hacer y decir.
Eso fue una muestra de que ha chocado contra la pared conmigo... Y espero que lo entienda.

No espero su respuesta, no me interesa saber lo que tenga que decir; así desee seguir con su juego o pedirme disculpas.
Me doy la media vuelta de nuevo, pero esta vez decidida a marcharme de aquí... En este momento no soportaría pasar ni un segundo en el mismo lugar que Kenny Weethford.

Me giro para verlo nuevamente.

— A como vuelva a pasar algo así, no respondo por lo que yo pueda hacer... —Sigo caminando, pero de espaldas —. Aunque bueno —Me detengo en raya, soltando mi mano izquierda en el aire mientras sonrío—, si usted quiere despedirme, yo no tendré ningún problema con ello. —Continúo sonriendo sin importarme nada.

Me maldigo mentalmente por tener el tobillo lesionado, que si no ya hubiera salido corriendo a mil por hora, pero como no puedo, me limito a caminar con todo el orgullo y dignidad que tengo... Sin mirar hacia atrás.

TU MIRADA: MI PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora