51 ✧ Duff McKagan

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RELAJACIÓN

Después de un largo día en el estudio, Duff solo quiere relajarse con Rocío.

• [ rxkxpeczny ] •

Rocío: Castaña y de estatura promedio.

Advertencias: Smut.

Duff inspiró y rodó la cabeza, en el gigantesco baño enseguida oyéndose el tronar de sus huesos

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Duff inspiró y rodó la cabeza, en el gigantesco baño enseguida oyéndose el tronar de sus huesos. La contractura recorría desde el cuello hasta la media espalda, y se debía por exhaustivas e interminables horas de trabajo en el estudio. Se hallaba cansado y el sueño dominaba cada vez más, pero una baja risa hizo que abriera los ojos y mirara el cuerpo que lo acompañaba en la tina.

—Realmente fue un día largo —dijo Rocío, quien descansaba entre sus piernas.

—No tienes idea, pero el agua caliente y el aroma de las esencias ayudan a desvanecer la tensión.

—¿Necesitas algo más? —preguntó ligeramente sugestiva mientras acariciaba unos de los brazos que la envolvían.

—Nada, esto es perfecto, aunque una botella de vodka no vendría mal.

—De todas las cosas...

—Olvidalo, era broma —comentó divertido antes de besarle la cabeza con una sonrisa.

—Un masaje estaría bien, ¿verdad?

—Pero para eso habría que salir y no quiero, me gusta estar contigo en el agua.

Rocío puso los ojos en blanco y bufó.

—Duff, te di dos oportunidades y no las tomaste, así que deberé ir directo a la acción.

—¿Qué...? —amagó a consultar por no entender, pero calló cuando ella empezó a moverse.

Giró y se colocó a horcajadas, con una expresión traviesa agarrándole los cabellos de la nuca antes de acercarlo y besarlo. Un ronroneo quedó ahogado entre sus labios y el bajista la tomó por las caderas, sin problemas respondiendo el gesto hasta que el agotamiento del día hizo que terminara rezagado.

—Considerando mi estado, si haces más podrías llegar a matarme —sonrió cuando se separaron, sus parpados estando algo caídos.

—Tu cuerpo ya ha soportado incontables maltratos, ¿crees que un poco de sexo sea lo que termine por romperte? —enarcó una ceja.

—No, tienes razón —coincidió, su piel erizándose apenas las manos femeninas empezaron a explorarlo—. Pero dudo que hoy pueda hacer mucho.

—Está bien, no pedí ayuda.

Más allá de todo el trabajo que hizo en el estudio, la sangre de Duff no dudó en viajar al área de la pelvis y despertar su miembro. Suspiró y dejó que se le cerraran los ojos, el sueño y el placer mezclándose de una forma que lo hacían sentir como si estuviera bajo el efecto de alguna droga.

—¿Qué me hiciste? —preguntó, de a poco deslizándose y quedando más hundido—. Se siente demasiado bien.

Rocío sonrió y, acomodándose unos centímetros, decidió robarle el aliento al penetrarse. El bajista jadeó y lanzó la cabeza hacia atrás, sus labios permaneciendo separados hasta que obtuvo el poder suficiente para abrir los ojos y ver la unión de ambos cuerpos.

—¿Todo bien? —inquirió la femenina, a lo que él asintió—. En ese caso, disfruta.

Salpicando agua al piso del baño, Rocío subió y bajó sosteniéndose de los bordes de la enorme tina, las manos de Duff débilmente acariciando lo que tocaban hasta que aplicaban fuerza cuando ella cambiaba de intensidad.

—Increíble —gimió el chico con los dientes apretados.

Confirmando que sus administraciones eran correctas, Rocío siguió sintiendo su propia entrepierna palpitar. Soltó una fuerte exclamación cuando Duff la tomó de los senos y empezó a jugar con sus pezones, él sabiendo muy bien como aquello le afectaba y hacia que perdiera la compostura. Enseguida, la femenina apoyó ambas palmas en el pecho contrario y dobló la espalda con una sacudida, sus movimientos parando hasta que el bajista la animó a seguir. De cierta forma, Duff se sintió menos indefenso al obtener parte del control que desde el principio ella reclamó, aunque no participó demasiado en el acto gracias a la fatiga que lo consumía.

—No puedo más —gruñó el masculino por la poca resistencia.

—Está bien, dejalo salir cuando lo sientas, no trates de aguantar —dijo agitada, ahí fijándose como su pareja fruncía el ceño y se mordía el interior de la mejilla.

Negando al saber que trataba de hacer lo contrario, se inclinó y lo besó hasta provocar que se olvidara de cualquier idea tonta.

—Rocío... —trató de hablar, pero ella lo cortó aprisionando el labio inferior entre sus dientes.

—Intento relajarte, no de tensar más esos músculos agarrotados, ¿entiendes? —murmuró al soltarlo—. ¿Puedes seguir mis instrucciones?

Duff colocó sus verdosos ojos en los de ella y soltó el aire que contenía para asentir con cierta derrota. Sonriendo, la femenina se irguió y continuó lo mejor que pudo considerando el espacio, la posición y el agua; aún así, al bajista le fue suficiente al poco tiempo gemir alto y tensarse en un demoledor orgasmo. Rocío aprovechó a alcanzar su propio éxtasis, lo que significaba estimular de más el sensible miembro del chico, y apretó los bordes de la tina al su vientre bajo llenarse de agradables cosquillas.

—¡No! Detente, o realmente moriré —lloriqueó por ese plus de placer que lo hacia desear retorcerse y escapar.

—Un poco... Por favor... —pidió temblando al frenar los roces que tanto necesitaba.

Conectaron miradas y el pecho de Duff se estrujó, su mente quedando en blanco mientras el corazón le preguntaba "¿Realmente te negarás?". Con un leve asentimiento le dio permiso de seguir, y, para su suerte, el orgasmo de Rocío no tardó ni un minuto en llegar. Ella cayó sobre él y descansó la cabeza en su hombro, ambos respirando pesado mientras se recomponían y frío los envolvía por el líquido de la bañera haber perdido su agradable temperatura inicial.

—¿Vamos a la habitación? —preguntó la femenina, casi ronroneando cuando Duff acarició sus castaños cabellos.

—No creo poder caminar —rió con profundo cansancio.

—Desconozco si soy lo suficientemente fuerte para llevarte en brazos hasta la cama.

El bajista inspiró profundo y juntó las últimas energías para crear el impulso de levantarse.

—Cuidado, el piso está resbaloso —dijo Rocío agarrándolo fuerte de un brazo cuando empezó a salir.

—¿De quién será la culpa? —preguntó viéndola con una ceja enarcada.

—Calla, ¿o acaso no lo disfrutaste? —desafió, sus ojos avisándole que tuviera cuidado con lo que respondiera.

Con una pequeña sonrisa, el chico se inclinó y la besó.

—Ni lo dudes, porque amo todo lo que haces.

PEDIDOS: ROCK + METALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora