Candy: Cabello tipo galaxia, 1.68 de altura, y tímida e introvertida.
Advertencias: Comportamiento acosador y toxico por parte de Robert, se pide discreción y que se entienda que esta no es una actitud normal. Smut.
Nota: Este oneshot está vagamente editado al la facultad consumir todo mi tiempo, lamento la tardanza, pero apenas pueda arreglaré cualquier error. Gracias.
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Apenas la vio, Robert sintió como el pecho se le quebraba en un amor tan inmenso que podría ponerse a llorar. Era preciosa, fuera de ese mundo al igual que su cabello rosa, el cual bailaba entre matices de otros colores y la hacían lucir como si la más bella galaxia se hubiera posado sobre su cabeza. La personalidad tímida y adorable que enseñaba solo provocaba deseos de querer aplastarla contra él en un abrazo eterno, ser la persona que la protegiera de todo mal y tuviera su absoluta confianza. Por eso, el enojo no tardó en aparecer al atestiguar como Candy se apoyaba en el bajista de Led Zeppelin, su supuesto mejor amigo. Deseaba separarlos, ser la persona con la que ella se relajara entre gente desconocida, razón por la que Robert no tardó en poner su mejor sonrisa para enamorar a la joven que lo hechizó.
Se llevaron bien, el cantante sabiendo que no había forma de que le rechazara al él siempre mostrarse como el hombre perfecto. Llegó a ser su amigo y, con el paso del tiempo, notó como Candy empezó a verle distinto y lo consideraba como una posible pareja. Gustaba de él, no tenía dudas, y por eso sus secretas visitas nocturnas a la casa de la femenina se incrementaron, porque no deseaba perderse ningún detalle nuevo que pudiera afectar la relación que tenían. A Robert debían gustarle las mismas cosas que a Candy o esta dejaría de sentir atracción por él, razón por la que se aprendió la tintura, ropa, comida, música, accesorios, colores y marcas que usaba, ingería y disfrutaba.
—Son nuevas.
En el cuarto de lavandería, Robert levantó las bragas sucias de la femenina y buscó por algún grabado que informara de cual tienda provenía. Inclinó la cabeza al no hallar nada y las guardó en el bolsillo de su pantalón, en la oscuridad de la noche saliendo y deslizándose como un fantasma hasta donde Candy dormía. Ingresó sin problemas al esta, como siempre, tener la puerta abierta y no ser consciente como él cuidaba de sus sueños. Le observó con una gran opresión en el pecho, el amor, el deseo y la emoción de la cercanía siendo casi imposible de aguantar.
—Si solo fueras mía... —susurró mientras extendía una mano.
Sus dígitos estaban a centímetros del pie descubierto de Candy, el cual, como si conociera de la cercanía, reaccionó e hizo que la piel se crispara. Inmediatamente retrocedió y entrecerró los ojos, la ansiedad por la separación ya siendo demasiado para su perturbada mente repleta de galaxias que le recordaban a la femenina.
