60 días antes.

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Instinto de supervivencia, pensé mientras la pequeña pelota de tenis viajaba entre mi mano y el blanco techo

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Instinto de supervivencia, pensé mientras la pequeña pelota de tenis viajaba entre mi mano y el blanco techo.

Dadae se encontraba recostada sobre la alfombra luciendo uno de mis tantos buzos negros sobre sus recortados shorts, su colorado cabello se cernía sobre la misma hacia el lado contrario en donde se ubicaba su rostro, observándome con cierto detenimiento.

Instinto de supervivencia era lo que había encendido en mí el mensaje que decoraba los fríos labios de Jack. De alguna manera algo me había llamado a detenerme ante la frondosa investigación, que -por cierto- no estaba yendo como lo trazamos.

La pelota cayó lejos, provocando que hiciera un vago intento para alcanzarla, ante el inevitable fracaso bajé mi brazo a un costado de mi rendido cuerpo volteando mi rostro quedando frente a frente con Dadae.

—¿Y ahora cuál es el plan?.

—¿No es claro? —inquirí con una sonrisa lobuna.

—Lo evitarás —dijo para sí misma, subiendo su mano a la altura de su cuero cabelludo acariciándolo y volteando su vista al techo—Y eso es todo, solo... —Buscó la palabra que encajará con sus -muy probables- prepotentes pensamientos, mientras volvía su vista hacía mí—...te rindes o huyes, aún no logró definirlo, es tan típico ¿no?.

Asentí tanto como mi pesado cuerpo me lo permitió.—Lo típico está bien, para mí, y con que esté bien para mí basta.

Alejó su mano de su pelo para mantenerla en su labio inferior, pensando, tal vez.-No estoy en la ecuación.

—¿Eh?.

—No estoy en la ecuación — repitió en una afirmación formando una sonrisa intuitiva—.No era algo que no esperará, pero te diré algo, no me quitarás, peso tanto en esto como tú.

—Nunca dije que no lo hicieras — respondí cínico a lo que ella se arrodillaba gateando hacía mi armario.—¿Qué haces?— dije tirando de su buzo.

—No hagas eso —rió intentando zafarse inútilmente forcejeando para avanzar, terminó sentándose sobre sus talones tirando con sus manos de mi agarre.

—Respóndeme, y tal vez, te dejaré ir.

—No tengo que darte explicaciones. —Cruzó sus brazos levantando su mentón miró al frente y volvió a sus intentos de avanzar inútilmente.

—Está bien, haz lo que quieras, confío en ti —respondí sincero, aprovechándome del tironeo de su cuerpo solté la prenda haciendo que cayera hacia adelante, esa acción recibió de regalo un blanqueamiento de ojos.

Crucé mis brazos a la espera de ver que sacaría.

—Mira. —Meneó ante mis ojos mi laptop.

Levanté una ceja.—¿Y eso?.

—Tú laptop, ¿qué no ves?. —Puso su mano abierta sobre su boca fingiendo estar impactada.

—Sí, tonta, pero para qué.

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