Usted se encuentra en Leteo, por favor, recuerde esta como una ciudad que vela por su salud.
Avance procurando no olvidar los detalles, de lo contrario...
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Ganadora 1° lugar en Aloha Awards.
#496 Ciencia fi...
"Ella era un huracán y a él le encantaban los desastres."
-Amante de letras.
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Apenas el charol llegó a rechinar en el piso amaderado de casa cuando ví la boleta de la luz.
Maldecí en idiomas que no sabía, en palabras inintengibles.
Dejé el ron y las llaves sobre la mesa de entrada, y saqué mi teléfono.
Di un suspiro cansado, hace meses había conseguido un puesto en la gasolinera del pueblo.
Llamé a Mike, era su turno de trasnochar pero si no lo relevaba se me haría imposible cubrir los gastos de este mes.
Su respuesta fue positiva, luego arreglaríamos todo lo que perdía de su turno, tal vez dividiendo el dinero.
Llegué a mi habitación, estaba a nada de caer en la cama y no despertarme hasta que alguien decidiera buscarme, aunque sé que eso no pasaría y moriría de hambre en el sommier.
Así que presione la punta de mis pies contra el talón del zapato, sacándolo de un movimiento rápido mientras desprendía la camisa y el pantalón.
Abrí el placard en busca de mi uniforme, que solo consistía en una remera azul a juego con un pantalón del mismo tono, lo único que se nos exigía era usar una chaqueta con nuestro nombre grabado, para la "satisfacción del cliente", como si repararan en nuestros nombres.
Bajé, ya casi amanecía, el cielo se teñia de un azul claro.
Prácticamente corrí, esperando llegar a tiempo.
Suspiré al ver el gran cartel repleto de leds violetas donde escribía "T R E O I L", la "L" se mantenía de una punta cayendo por poco al asfalto, su led estaba averiado por lo que parpadea cegadoramente.
Me sorprende que en esta misma esquina los accidentes de tránsito no estén a la orden del día.
Elevé mi mano en un saludo vago a Mike que me miraba con sus ojos negros desde el shop con una sonrisa lobuna.
Mi estado debía ser fatal, ojeras, mejillas sonrojadas por llegar en tiempo récord, y sentía como algunos mechones se adherían a los costados de mi rostro por el sudor.
Algo vibró en el bolsillo trasero provocando que diera un discreto salto.
Apoyé mi mano en el puente de mi nariz, sacando el celular y atendiendo la llamada.
Nada.
Resople alejandolo para cortar la llamada.
Pero oí el agua correr, en lo que parecía un río, algo cayó en él y me alarme.
