Usted se encuentra en Leteo, por favor, recuerde esta como una ciudad que vela por su salud.
Avance procurando no olvidar los detalles, de lo contrario...
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Ganadora 1° lugar en Aloha Awards.
#496 Ciencia fi...
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Ashter Miller.
Aprender a disfrutar lo efímero de los momentos sin perder nuestra escencia en el proceso.
Fingir es a lo que las circunstancias me habían sometido, pasaba millones de veces cerca de Dadae, porque por alguna razón la vida se empeñaba en hacernos coincidir, pero necesitaba ser más fuerte que eso e ignorar totalmente el hecho de que todo mi cuerpo pidiera al menos unos minutos en los que poder hablar.
Ahora entendía todas esas frases que vinculan el amar con uno mismo.
Así es como había llegado a caminar en la moldura de la terraza de Belmont, había aprendido a despertar ciertas sensaciones voluntariamente como la adrenalina, y a evitar las miradas de todos centradas en mi viniendo a la hora del almuerzo.
Aunque ese hecho podría ser solo una construcción psicológica.
A veces tambaleaba pero eso no me limitaba en mi objetivo de cruzar de una punta a la otra tentando a la suerte y por qué no a la cuerda floja.
Una ráfaga me desestabiliza, es temporada de zonda, y pienso en la posibilidad de caer, con la bilis y el corazón en la garganta.
Tardaría siete minutos en sentir el aire caliente chocar mi rostro a velocidades innatas pasando mi vida en una tortuosa cámara lenta, dándome un final catastrófico de cinematográfica, incluso podría ser escrito en una novela.
Un pie resbala, no soy capaz de distinguir realmente al causante, porque podría serlo.
—Sería jodidamente cómico que cayeras en este preciso instante —una voz gélida y rasposa femenina llega a mis oídos.
En una repentina reacción el peso de mi cuerpo se empeña en el lado contrario, y caigo duro contra el cemento.
Podría ser un ángel, pero uno muy grosero.
Volteo mi mirada, comprobando que he fallado y no estoy en una especie de Edén.
Una botella de whisky se mueve de izquierda a derecha en una perfecta sincronización de la mano de una peliverde, recién llegada frente a la puerta negra en el centro de la terraza.
—Dios, no debí haber interrumpido, era como muy… —se aproxima a uno de los cordones laterales tambaleante tira su mochila a un lado y logra tomar asiento, de paso también un trago—… íntimo —suena a duda pero su sonrisa es de burla.
Bajo del cordón aproximandome a ella.
Lleva unos jeans ligeramente anchos y una camiseta blanca bastante corta con estampa negra de alguna especie de banda.
