1. Lluvia de lágrimas.

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Autor: MadelineBroostrek (la otra jurado)

Palabras: 1005


Este podría haber sido el peor día de mi vida sino fuera porque estoy realmente segura que mañana será peor.

Lo sé.

Hay un dolor persistente que me lo dice y no me refiero al dolor punzante de las plantas de mis pies por andar todo el día corriendo en tacones. Es ese dolor que va transformando cada célula de tu cuerpo en cristales que se cortan los unos a los otros.

La lluvia comienza a salpicar la puerta de vidrio de la terraza, arruinando los planes de sentarme a beber afuera. Me alegra saber que la despedida de soltera de Pauline en el bar frente a la playa debe estar siendo un desastre en este momento. Tengo cinco llamadas perdidas y el celular no deja de sonar, lo apago. No todo puede ser perfecto en su vida y por un momento debería tomar sus propias decisiones.

La rabia me inunda al pensar en la ridícula lencería rosa de su noche de bodas. El sentimiento es casi tan fuerte como para ocultar el dolor de ver al hombre que amo caminar hacia el altar con ella. Son perfectos juntos, no podría ser de otra manera. Tanner muestra un lado suave, amable y romántico a su lado.

Al contrario, conmigo...

Ver a sus padres sonreír con dulzura esta tarde durante en el ensayo de boda me recordó que yo nunca podría ser parte de la ecuación de su familia feliz, no encajo, no soy suficiente.

He intentado contener las lágrimas el último mes, pero el clima me invita a liberarlas. Estoy a punto de ceder a ellas cuando un golpe insistente en la puerta del pasillo del hotel me distrae. Pensado que es Pauline, que viene acelerada para que arregle su jodida despedida de soltera, no me molesto en ponerme ropa interior bajo la bata de baño.

—Estaba intentando contactar con la florería... —miento, pero para mi sorpresa encuentro a Tanner mojado del otro lado—. ¿Pauline te envió para que salvara su fiesta? —susurro, furiosa.

Sé que no es su culpa la ola de sentimientos que me arrastra, pero también a la vez es el único culpable.

—No —responde casi sin aliento—. El hotel organizó una fiesta en uno de sus salones privados.

—¿Entonces a que vienes? ¿Quieres ver mis pedazos desmoronándose por ti? ¿Acaso no has visto suficiente ya? —Tiemblo.

—Hoy no, Savannah. Por favor, hoy no. —El dolor en sus palabras detiene mi ira, y el deseo de consolarlo como a un niño pequeño me inunda.

—¿Entonces que estás haciendo aquí?

Me hago a un lado para dejarlo entrar.

—Necesito una última probada para poder descender al Infierno.

Antes de procesar sus palabras siento el furioso ataque de sus labios. Con un movimiento rápido me despoja de mi bata y me deja completamente desnuda entre él y la pared.

Sentir el roce de su ropa contra mi pecho me excita hasta el punto de olvidarlo todo. Su lengua desciende por mi pecho dejando un húmedo camino hasta la punta de mi pezón.

El corazón me late fuerte y lento, como si estuviese a punto de dar su último golpeteo. Todas mis energías fueron drenadas durante el beso y dejo que mi cuerpo sea manipulado por el suyo. Cada parte de mí grita que lo detenga, pero sus ropas húmedas caen al suelo junto a mi bata.

Siendo la punta de su polla húmeda rozar mi entrada, murmura palabras en mi oído, pero solo me concentro en la lluvia cayendo. Desearía perderme en sus caricias, pero si vuelvo a ese punto no hay forma que ponga una maldita sonrisa mañana.

Cuando entra suavemente en mí mantengo la mirada afuera, su espalda desnuda se refleja sobre el húmedo cristal de la puerta y siento que cada gota de lluvia son mis lágrimas rogándole que se quede eternamente conmigo.

Me limito a ver la lluvia caer ignorando el placer intenso que me recorre. En mi mente prendemos fuego a la lluvia y ríos de lava causados por nuestros deseos derriten todos los preparativos de la boda.

Sus lentas embestidas contradicen la intensidad de sus besos, pero lo entiendo. Una vez termine no habrá un regreso, no guardaré la mínima esperanza de que alguna vez exista una nosotros.

No soy suficiente.

Cada movimiento me invita a olvidar y concentrarme el calor de su cuerpo junto al mío, en la humedad de su lengua rozando cada zona expuesta. En el placer punzante que amenaza con explotar dentro de mí, pero resisto y me concentro en la lluvia llorando.

Mientras se derrama dentro mí me parece escucharlo sollozar, pero su sonido es ocultado por un trueno.

Permanecemos un tiempo abrazado al otro y cuando al fin logro ver sus ojos en la oscuridad, me arrepiento de inmediato, veo lo asqueado que se siente por lo que hizo.

Quisiera que me diga que dejará todo por mí, que me ama y desea huir conmigo en medio de una tormenta infernal; que es mi príncipe y viene a rescatarme...

Sin embargo, dice:

—Sabes que no puedo hacerlo, Savannah. Malditamente no puedo.

Mis piernas sueltan el fuerte agarre de sus caderas y caen débilmente por el suelo. No digo nada mientras regreso al sillón que se encuentra frente a la pared de vidrio con vistas a la playa. Intento no soltar ningún sollozo frente a él y agradezco que la oscuridad de la tormenta impida que la luna revele mis lágrimas.

—Solo quiero que sepas que mañana cuando ella camine hacia el altar, no será únicamente los pedazos de tu corazón los que dejen un rastro detrás de su ridícula falda.

Sé que se fue por el golpe de la puerta al cerrarse, solo entonces me permito llorar por lo que nunca tuve.

El viento ruge afuera del cristal, aumentando con la intensidad de mis sollozos. Mi único consuelo es que la lluvia se alargue todo el día de mañana y arruine la perfecta boda de Pauline.

Pero al día siguiente el sol brilla intenso, oscureciendo cada segundo de mi eternidad.



Concurso (Tanner Reed)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora