9. Lo que Savannah provoca en mí.

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♡ Palabras: 1280♡ Autor: Grey Bruzual


TANNER

El que sean amigas es tan contradictorio. Son tan distintas y resulta tan frustrante tenerlas cercas a ambas con todo lo que Savannah representa... ¡Joder! Es que esa mujer es una tentación muy peligrosa, ¡hasta mis gustos al comer tiene! He llegado a pensar que lo hace a propósito, pero en el fondo sé que en realidad no lo hace.

Cada día que pasa, Savannah se va colando en mi sistema como un virus letal y por más que quiero que sea erradicado definitivamente, es imposible.

Y no solo por ella, sino también por Pauline.

Por eso no me quedo más alternativa que decirle toda la mierda que se me ocurrió en corpus Christi y decirle que se mudará apenas llegáramos a la universidad y lo hizo.

Estaba tan furioso escuchándola tener sexo con el imbécil ese de Weston, que aproveché el sueño profundo de Pauline y esperé a que Savannah saliera de su cuarto. Sabía que lo haría y no me decepcionó.

Vi cómo se acomodaba en un montículo de piedra, pérdida en sus pensamientos mientras llenaba su dedo de Nutella y lo llevaba a su boca. Mi cabeza era un puto caos, mi cuerpo era un desastre con, sobre todo, lo dura que se encontraba mi polla imaginando que en vez de su dedo sus labios estuvieran alrededor de ella.

¡No!

No podía caer más por Savannah. ¡Tenía que sacarla de mi camino ya!

Así que le recordé cuánto amaba a Pauline y que ella era mi futuro, a diferencia de su amiga, quién no era nada para mí. Sintiendo su cuerpo estremecer junto al mío una vez la alcancé, no pude evitar agarrar su labio inferior con mi pulgar y tirar de él hacia abajo, llenando lo de chocolate. Moría por llevarlo a mi boca y caer de una vez en ella, pero no. El plan es alejarla, no caer en este demonio en forma de mujer.

Porque eso es Savannah Campbell para mí: un jodido demonio con forma de mujer.

Así que di la estocada final a mi plan.

Le recordé lo hermosa, inteligente y creativa que era, que todos en el campus la desean, y le pregunté por qué tenía que ir detrás del único que no lo hace.

Cuando vi sus lágrimas descender, supe que di justo en el blanco. Ya no había marcha atrás. No podía retractarme viendo el sufrimiento que ya le estaba causando.

Así que seguí...

—Eres perfecta, Savannah Campbell, pero no eres la chica que quiero para mí. En realidad eres todo lo que no quiero y de lo que estoy cansado, así que ni siquiera te esfuerces en intentar joder mi relación, porque aunque cometa el error de sucumbir en esta mierda que me lanzas cada vez que estamos cerca, jamás dejaré a Pauline por ti —le digo con un tono de voz lo suficientemente claro para que entienda de una vez por todas y no tenga que repetirlo.

Esto me causa otro problema con Pauline, la que alega que pasar tanto tiempo juntos en su dormitorio es la razón por la que Savannah se mudó a otro lugar aunque esta le aseguró que su decisión era debido a su mierda artística y necesitaba espacio. Le prometió que todo seguiría igual así todos supiéramos que no es así.

Savannah y yo sabemos cuál es la verdadera razón.

Yo.

Quisiera sacudir a Pauline para que reaccione y se dé cuenta que no son lo que aparentan, hacerle ver que Savannah y ellas no son amigas realmente. Que entienda de una vez los efectos que me produce el solo tenerla cerca. Es que es tan ciega que no ve que soy una puta bomba que está a punto de estallar si sigue a mí alrededor. Mi adorada Pauline es tan ingenua que no ve el peligro que su supuesta amiga es para nuestra relación. Pero este mes... este mes ha sido todo un desastre.

En vez de exterminar la presencia de Savannah en este lugar, Pauline se ha empeñado en intensificarlo preguntando y hablando siempre de ella. También empezó a estar deprimida una vez se dio cuenta de que estaba siendo ignorada por Savannah.

Hasta hoy.

Cuando la escucho entre las gradas, viéndola vistiendo un sombrero de vaquero rojo, unas botas marrones, un top blanco, unos pantalones rojos y un abrigo rojo, y gritar.

—¡Vamos, Cougars!

¡¿Pero que mierda?!

¿Savannah no conoce los límites?

Todo se vuelve rojo para mí cuando Johnson le lanza un beso con la mano y la veo reír.

Maldición.

Estoy cabreado.

Más que furioso por lo que ella me provoca y más viendo como ese imbécil le lanza besos y se los dedica a ella, haciendo que no me concentre debido a la ira que su espectáculo me ocasiona. Quiero romper le la cabeza y todo el juego dejo pasar varios pases, perdiendo múltiples anotaciones, fallando una y otra vez, dejando deslizar el balón entre mis dedos.

El juego acaba.

Hemos perdido.

Y todo por no poder concentrarme debido a ella.

Así que después de cambiarme, rápidamente la busco entre la gente. Ni siquiera sé por qué lo hago cuando alcanzo su mano y la detengo.

Su piel es puro fuego, así que la dejo ir.

Con la llave en mi mano, extiendo mi brazo y toco su sombrero.

—Me alegra que por fin te hayas dado cuenta de lo que somos.

Aunque no quiero...

Veo la furia a través de sus ojos, pero no lo puedo evitar. Por más que quiera apartarme de ella, no puedo.

—¿Por qué estás aquí, Tanner?

Ni yo lo sé.

—Hay una fiesta esta noche y Pauline me pidió que te invitará. —Debo hacerlo creíble para que venga—. Ya que al parecer estás ignorándola.

Meto mis manos en los bolsillos de mis vaqueros mientras espero su respuesta. Sé que no me la pondrá fácil. La conozco.

—¿Qué le hizo pensar a Pauline que el vinieras aquí cambiaría mi opinión sobre reunirme con ella o ir a la fiesta?

Lo sabía.

Sabía que no me la pondría fácil, así que utilizo mi último recurso: Johnson. Funciona. Después de decirle que soy persuasivo y que él estará ahí, se encarga de enfurecerme más preguntándome más mierdas sobre él pese a la satisfacción que me ocasiona ver cómo cae en mi trampa. Veo sus labios curvarse hacia arriba y tengo que controlar todo de mí para que no vea cómo me muero de celos porque piense en él. Trato de no mirarla, pero todo se va al mismo infierno cuando cruza sus brazos y mis ojos se concentran en su top blanco adornado por cadenas doradas.

Maldita, maldita sea.

Mis ojos viajan entre su cuello y su escote y noto sus pezones erizados ya que no lleva sostén. Carajo. Me dice un par de mierdas más, pero no le presto atención ya que quiero meter en mi boca sus tetas y enterrarme en ella.

—Sí, es bueno —respondo

—Y te ganó hoy.

Solo eso necesitaba que me recordara que por su culpa perdí, por no lograr concentrarme debido a ella. Su espalda choca contra la pared cuando me posiciono sobre ella y golpeo la palma de mi mano encima de su cabeza debido a la furia que me recorre. Debo alejarme de Savannah antes de que comenta una estupidez más.

—No estoy de ánimo para esto, Savannah. —Me doy la vuelta. No quiero estar más aquí, así que me dirijo a mi Ford Raptor negra—. Ven si quieres venir, si no... bueno. —La miro encima de mi hombro—. Váyanse Pauline, Johnson y tú a la mierda. No me importa.

Realmente pueden irse a la mierda todos.

En especial ella.

Concurso (Tanner Reed)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora