Concurso (Tanner Reed)

42. Aún tengo tiempo.

♡ Palabras: 3368

♡ Autor: SweeterThanHoney23

TANNER

Siento cómo quema el líquido escurriendo por mi garganta hasta llegar a mi esófago. Inmediatamente mi pecho da lugar a aquel fuego que el quinto trago de vodka de la noche me brinda. Mi cuerpo se siente cada vez más caliente y el rubor sube a mis mejillas, pero aún no estoy ebrio. No lo suficiente como para por fin apartar la vista de ella y olvidarme por completo de que está aquí y lo peor: con quién. Río con incredulidad, burlándome de mí mismo, porque yo la seguí hasta aquí.

Soy un imbécil.

Se supone que esto no debe afectarme, no me debe importar que ahora pase de mi presencia cuando voy al departamento que comparte con Pauline, que me ignore incluso cuando intento iniciar conversación con ella. Sin embargo, lo hace.

Después del incidente en el que nos vimos involucrados y el que casi provoca nuestra expulsión, noté el cambio en su mirada, en especial hacia mí. No vi el brillo que siempre desprendían sus pupilas cuando me miraba a los ojos, como si yo fuera lo mejor que había visto alguna vez. Ahora solo había tristeza en esos alucinantes irises grises. También pude ver que había cierto toque de determinación, como si estuviera segura de ésta sería la última vez que se vería involucrada en algún problema por mi culpa. Y eso, aunque trate de negármelo a mí mismo, me molestaba. Me molestaba ver que podía eliminarme de su vida tan fácil como ella quisiera, aunque suene como un imbécil egoísta. No la quería conmigo, pero tampoco la quería lejos.

Cuando le expliqué a Pauline lo sucedido, me dio las gracias por haber estado para su amiga cuando lo necesitaba. Si tan solo supiera que todo este enredo fue por mi causa. Las cosas siguieron igual lo siguientes días, a excepción de Sav, que en el momento en el que me veía entrar a su departamento a pasar tiempo con mi novia, salía y no volvía hasta que yo estuviera a punto de partir, o en todo caso, hasta que Pauline y yo estuviéramos a un segundo de dormir. Entonces entraba y sin inmutar una sola palabra, se acostaba en su cama. Cuando le pedía a Pauline que la invitara a cenar con nosotros inventaba cualquier excusa, que ya había comido algo o que no tenía hambre, pero yo estaba seguro que simplemente no quería verme y eso me estaba volviendo loco. Pauline no lo notaba y si lo hacía, no le daba importancia, pero Sav se veía cada vez más deprimida y distante. Incluso una vez estuve a punto de interceptarla en el baño.

Ya no soportaba su indiferencia, pero no me atreví a hablar con ella.

Hasta que hace unas horas, al llegar a su departamento, no fue Pauline quién me abrió la puerta, sino ella.

Me dejó pasar y se dirigió al baño, ignorándome por completo.

—Pauline, no está. —Me habló de espaldas—. Sus padres la llamaron de improvisto en la mañana. Tuvo que salir a su pueblo, pero me dijo que esperaba volver hoy mismo. Tal vez sólo tarde unas horas más. Puedes esperarla aquí mismo si quieres.

—¿No te molesta que me quede aquí contigo a esperarla? —le cuestioné irónicamente, mientras podía sentir el enojo fluir en mi cuerpo al ver que ni siquiera me ha visto a los ojos.

—No te preocupes, te puedes quedar aquí —le restó importancia—. De cualquier forma. Yo ya me voy. Puedes tomar lo que sea, menos mi último paquete de mini oreos, por favor.

—Por eso ni te preocupes. Ante todo, una dieta saludable. —Intento fingir indiferencia—. ¿Y se puede saber a dónde irás?

—No. —Hace una mueca, fingiendo pensar—. No creo que deba interesarte.