CAPÍTULO DIEZ.
Como otra chica.No fue difícil acoplarse.
No estuvo más de seis días ahí cuando una tormenta arrasó el desierto, sin embargo, Calypso ya estaba acostumbrándose a la vida de un crank. No todos estaban tan locos, aunque parecía que la enfermedad avanzaba lentamente; Jorge habría sido contagiado hasta hace poco, y tardaría un par de semanas más antes de que pudiera pasar a una fase dos, le explicaron. Algunos otros iban perdiendo la capacidad de pensar con coherencia, retenidos a la parte de atrás en todas partes, a veces parecían perder el control de sí mismos, volviéndose agresivos, pero ninguno se rechazó entre sí. Vagaron por ahí, corriendo por todas partes, buscaron provisiones y revisaron el lugar, que parecía ser lo único que podía hacer.
Jorge le enseñó algunas acrobacias, le dijo que eso, muchas veces, hacia que una entrada fuera más sensacional: como era el líder de esa gente, incluso habiendo estado enfermo tan poco tiempo, ella pensó que tendría razón. No le costó mucho entender nada de lo que se le explicó, su interfaz escaneaba cada movimiento para imitarlo perfectamente, casi parecia como si hubiera registrado un modo diferente de caminar, ella pensó que sería como cuando luchó con los penitentes. Esa había sido una coreografía estupenda de la que se sentiría orgullosa más tarde (recordaba haberse movido como si no fuera una máquina, sino una bailarina capaz de montar bestias y hacer que se mataran), era una lastima que no fuera algo que pudiera presumir, tanto esa pelea como sus habilidades. Tanto porque el laberinto parecía el mejor de sus problemas en un lugar donde los rayos del sol podían evaporar hasta una mariposa, o donde las nubes chocaban y parecían montañas soltando truenos en una tormenta.
Y tampoco sabía cómo podría volver a activar algo así. No quería averiguar si era algo que solo podía usar en casos de emergencia.
El resto de los días, se la pasó tratando de entender su programación. Se instaló un manual de instrucciones de un androide que era bastante similar a su versión, un «g.r.h.4» debía ser una o dos veces menor a ella, pero le sirvió para entender algunas cosas de todo lo que podía hacer. No pudo practicar nada, pero al menos tenía la teoría.
—Alguien está abajo —le dijo Brenda.
Estaban en uno de los edificios al poder de Jorge. Era de varias plantas, al menos tres, aunque no significaba que estuviera entera; algunas partes del piso faltaban en las habitaciones y, en el centro, habría pensado que era a propósito que no hubiera nada entre la primera planta y la otra, hasta que descubrió que en realidad esa parte del suelo se había derrumbado hasta hacer una hendidura en el suelo.
Jorge la miró, haciéndole una ceña. Calypso había aprendido que era una señal para moverse y cubrir todos los blancos. A veces, algún crank iría y pensaría que podría quedarse con todo, así que Jorge debía bajar y hacerlo entrar en razón, o encargarse de que no pudiera desafiar su liderazgo de ninguna forma.
Todos bajaron con sigilo. Calypso había aprendido que tenía compartimientos en algunas partes de metal en su cuerpo, así que tenía la posibilidad de, por ejemplo, abrir sus muñecas y, mientras cuidara los cables, guardar cosas. Le fue útil en ocasiones como esas, que la hoja de un cuchillo se deslizó hasta sus dedos solo por el pensamiento y luego el compartimiento se cerró, sosteniendo el mango con firmeza. Era filoso, de aspecto mortífero y un tono plateado oxidado que, de algún forma, solo lo hacía ver más peligroso. Ella podría matar a alguien con una puñalada o con una infección, aunque no había hecho tal cosa hasta ahora.
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SKYFALL, the maze runner
FanfictionCalypso despertó solo sabiendo su nombre, con injertos de metal, cables conectados a través de su piel y un software que reemplazó todos sus pensamientos con avisos en su interfaz. Apareció en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Tanto de...