CAPÍTULO DOCE.
Debajo.Ni siquiera en una situación como esa, Calypso podía aguantar los celos que la carcomieron sin sentido.
No sabía lo que estaba haciendo Brenda, pero de algún modo, le desagradó. A pesar de que se recordaba a sí misma que no importaba, en realidad sí le importaba. Sus ojos se adaptaron a la oscuridad tan rápido que podría decir que tenía visión nocturna con total seguridad. Ella iba liderando, Thomas en el medio, y Calypso al final. Y aún mientras estaban escapando, Brenda se las había arreglado para estar tan cerca de Thomas que probablemente se olían el aliento.
Se sintió un animal cuando quiso gruñir por eso, pero se lo guardó. Se repitió que no le importaba. No era de su incumbencia. Ambos eran sus amigos, y lo que le causaba la situación debía de ser producto de sus sentimientos humanos a los que aún no había explorado; tenía que ser esa la razón de que no pudiera controlarlos. Ella desconocía lo que le hacían y lo que podían hacerle, tal vez el ser un cyborg la volvía más vulnerable de lo que pensó. En el laberinto le era indiferente, en ese momento, no sabía por qué no podía ser así de fácil.
Habría hablado tan pocas veces con Thomas que estaba segura de que ella estaba mintiendo cuando le dijo a Brenda que «Él le gustaba». Le debía gustar de otro modo, uno en el que ni siquiera eliminando los celos de su software ella pudiera quitarse ese sentimiento.
Calypso no debía estar sintiendo nada de eso. Amigos, solo amigos. Era imposible generar algo más cuando ella era pedazo máquina y, quizás, Thomas pensaba que también era solo una desconocida con la que apenas había pasado algo de tiempo. Teresa era más importante e incluso Brenda debía estar en el top por encima de ella.
—¿Escuchas algo? —le dijo Brenda a Thomas.
Calypso tenía altos sentidos auditivos, pero a ella no le habían preguntado, así que ni siquiera intentó ayudar en eso. Rencor, lo reconoció. Se sintió mal de estar en eso cuando Brenda había sido buena con ella. Thomas la estaba cegando, Calypso debía aprender a rechazar cada una de esas sensaciones. Empezó soltando la mano del chico empujando hacia atrás, e ignoró que él volteara el rostro para verla y su brazo se estirara buscándola.
—No, ¿Dónde estamos? —le contestó él, en cambio.
—En un montón de túneles y pasajes secretos conectados con los edificios de este lado de la ciudad, tal vez a través de toda la ciudad, no lo hemos explorado completamente aún. Ellos lo llaman el Underneath.
—¿El Underneath? —repitió Thomas—. Suena estúpido.
—Bueno, yo no lo nombré.
—¿Cuánto habéis explorado? —
Calypso nunca había pasado demasiado por esos túneles, sobre todo por el poco tiempo que llevaba con ellos. Si acaso, habría ido una vez, en busca de ese jodido shampoo.
—No mucho. Normalmente nos encontramos con Cranks. Los realmente malos. Los que están más allá de Gone.
—Bien… ¿estamos seguros? ¿Qué pasó con la explosión, de cualquier forma? Necesitamos regresar y encontrar a mis amigos.
—¿Qué hay sobre Jorge?
—¿Huh?
—¿No deberíamos ir a buscar a Jorge también?
—Sí, a Jorge, a mis amigos, a todos esos shanks. No podemos dejarlos atrás.
—¿Qué es un shank?
Ellos estaban hablando como si ella no estuviera allí, de pronto, se enojó. La rabia la atravesó a través de los cables y los injertos del metal. Su interfaz le mostró la circunferencia brillante en su sien: había cambiado a un rojo que titileaba, ella se lo cubrió con el cabello antes de que siquiera hiciera algo de luz en ese túnel. Ya bastaba con ver cómo Brenda presionaba su pecho contra el de Thomas y le hablaba con los labios rozándole al oído.
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SKYFALL, the maze runner
Fiksi PenggemarCalypso despertó solo sabiendo su nombre, con injertos de metal, cables conectados a través de su piel y un software que reemplazó todos sus pensamientos con avisos en su interfaz. Apareció en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Tanto de...