Segundo capítulo

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No podía moverme. No podía articular palabra alguna. No podía dejar de mirarla. Sus ojos destilaban fuerza a pesar de estar fijos en la nada. No era difícil adivinar que había sido increíblemente intimidante en su momento.

— ¡Respondan! ¿Quién demonios anda ahí? — espetó...

Cuando pude darme cuenta, Dara se encontraba a mi lado con la mirada fija en su hija. Su nerviosismo era palpable.

— Lisa... — murmuró.

— ¿Quién coño viene contigo? — la interrumpió. Estaba recostada en su cama, cubierta hasta la cintura por las pesadas colchas. Pude notar cómo apretó la tela del edredón en un puño, hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

Estaba furiosa.

— Soy Rosé. — solté de pronto. — Park Rosé.

Dara me miró aterrorizada y ella dirigió su atención a mí.

— No necesito una enfermera. — siseó con desdén.

No pude evitar fruncir el entrecejo, confundida y tartamudeé:

— N-No soy una enfermera.

— Tampoco necesito una niñera. No soy una inválida. — me soltó en voz alta.

El coraje comenzó a recorrer mi cuerpo con rapidez. ¿Cómo se atrevía a comportarse de aquella manera conmigo si yo no le había hecho nada?

— Lisa, Rosé no es una enfermera, es hija de... — comenzó Dara.

— ¡No me interesa si es hija del presidente de Corea! ¡Quiero que se largue! — gritó Lisa. De pronto, su pecho subía y bajaba con su respiración pesada. Las aletas de su nariz se abrían por el coraje y exploté.

— ¡No me voy a ir!

La mirada de Dara era incredulidad pura.

Lisa bajó el volumen, diciendo en tono amenazante:

— Vete.

— Sácame. — una sonrisa burlona se dibujó en mi rostro mientras me cruzaba de brazos. Sabía que no iba a levantarse de la cama.

Enmudeció.

— ¿Qué pasa? ¿No puedes? — la reté.

Sabía que estaba siendo cruel, pero era la única forma de hacerle ver que me necesitaba. Que necesitaba dejar que la ayudaran. Ella bajó la cabeza mientras decía en un murmullo:

— No puedo ir al baño por mi cuenta, no puedo vestirme, no puedo caminar sin caerme. No puedo hacer nada... — su voz se quebró, pero cuando alzó la vista, solo pude ver sus ojos, sin vida, vidriosos. — Vete.

— Puedo ayudarte — murmuré. Una parte de mí se había conmovido terriblemente al verla de esa forma. Por un segundo pareció tan vulnerable...

Para mi sorpresa, rió. Rió amargamente mientras decía:

— ¿Sí? ¿Cómo? ¿Llevándome al baño? ¿Vistiéndome? ¿Sacándome de mi habitación? — su risa se apagó dejando solo el dolor en su voz, es denigrante.

— ¿Qué pasaría si yo te dijera que puedes hacer todo eso y más tú sola? — murmuré con cuidado. Pude ver una expresión de asombro y esperanza en su rostro.

— ¿Cómo? — un filo curioso teñía su voz.

— Puedo enseñarte a "ver" el mundo con tus manos. Tus manos serán tus ojos. — dije con renovada esperanza. Ella frunció el ceño.

— ¿Eres ciega? — preguntó de pronto. Yo sonreí tristemente.

— No, no lo soy, pero mi padre sí. Él me enseñó a ver el mundo con mis manos. Si tú quieres, puedo enseñarte.

Vi la duda atravesar su rostro y me volví hacia Dara. Lucía más tranquila y esperanzada. El corazón se me encogió, me veía como si yo fuera una salvación, y no lo era. Solo era una chiquilla que intentaba ser de ayuda.

 Di un paso hacia la cama de Lisa y luego otro, mientras sentía que el corazón comenzaba a latirme con fuerza contra las costillas. Cuando llegué al pie de la cama, me detuve.

Pude notar que percibía mi presencia, porque olisqueó en mi dirección.

— Sal de la cama — dije con cautela.

— No. — dijo tajante.

Suspiré y me armé de valor. Mis manos se posicionaron sobre la colcha y tiré de ella descubriéndola.

— ¡¿Qué demonios?!

— Sal de la cama — dije intentando sonar firme.

Ni siquiera se movió. Rodeé la cama hasta quedar a su lado y enredé mis dedos sobre sus muñecas para tirar de ella hacia arriba, pero fue más rápida y tiró de mí, Perdí el equilibrio y terminé apoyando la rodilla sobre la cama, con el cuerpo inclinado sobre el suyo, haciendo que nuestros rostros quedasen a escasos centímetros.

Mi corazón comenzó a latir desbocado por su cercanía. Su aroma me golpeó aturdiéndome. Olía a perfume caro y a algo de menta. Mi cuerpo comenzó a temblar involuntariamente y mis ojos se posaron en los suyos.

En ese momento, podría jurar que podía verme.

— No vuelvas a hacer eso. — siseó. Su aliento me rozó el rostro y un extraño escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

Though I can't see you (Chaelisa G!P Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora