Capitulo 6

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Yeisson se acercó con sigilo y escuchó que Saúl estaba cantando. Se detuvo un rato namás para escuchar su tierna y dulce voz:

Si tú supieras lo que en mi mente pasa hoy.

Si comprendieras que es lo que siente mi corazón.

Entenderías que sin ti la vida ya no marcha hoy.

Comprenderías todos mis sueños contigo hoy.

-

Todo mi tiempo te daría, mis 12 horas no alcanzarían.

Las noches frías que vivías, mis brazos siempre se llevarían.

Todo mi tiempo te daría, mis 12 horas no alcanzarían.

Y si hoy es tiempo de decir "adiós", mañana espera otro día mejor.

-

Mañana espera otro día mejor.

Mañana espera otro día mejor.

Mañana espera otro día mejor.

Mañana espera otro día mejor.

Todo el enojo se desvaneció de su corazón. Saúl termino de cantar y Yeisson se atrevió a confrontarlo:

—¿Qué estás haciendo, Saúl? —Saúl se sobresaltó y se incorporó.

—Nada.

—¿Como, nada? —Yeisson comenzó a enojarse de nuevo, porque Saúl nunca quería admitir su responsabilidad—. ¿Por qué me dejaste sólo ahí como pendejo?

—No sé —Saúl miraba el suelo pero estaba aguantándose la risa, Yeisson le obligó a mirarle a los ojos.

—Tenemos que volver, todavía no termino mi rutina y tú tampoco —Saúl solo seguía sonriendo—. ¿Qué te pasa? Saúl, no entiendo. Si estás enojado por lo que pasó... pues... perdón, ¿eso es lo que quieres?

—Pero quiero que me pidas perdón de rodillas —le dijo Saúl poniéndose de pie frente a su primo.

Tas loco, yo no voy a hacer eso — dijo Yeisson entrado en el asiento del piloto—. ¿Dónde está la pinche llave?

—La escondí.

Yeisson se volvió lentamente hacia Saúl:

—Ya me estas emputando Saúl. ¡Yaaa! dame la maldita llave. Hay que regresar... dale...

—Es que... todo esto... me duele mucho —le dijo Saúl con la voz quebrada.

—¿Que te duele? —le preguntó Yeisson un poco preocupado, Saúl pareció arrepentirse de decir algo.

—Me duele... la pierna.

—¿Quieres que te de un masaje? —rápidamente y aliviado de no haber escuchado nada más, Yeisson volvió a salir del carro y estando Saúl sentado, comenzó a hacerle un masaje.

—Aaah, si así... aaah —Saúl se retorcía al sentir las manos calientes de su primo rozándole la piel. El color de sus pieles contrastaba. Una piel de blanca porcelana, la piel de un chiquillo contra la piel morena y tosca de un hombre.

—Ya cállate, alguien va a escuchar tus pendejadas —le dijo Yeisson con la voz apagada, pues estaba muy entretenido en dar un buen servicio.

El sudor ayudaba a resbalar a sus manos, comenzó por los tobillos hasta llegar a las piernas. De vez en cuando algunos dedos traviesos se aventuraban un poco más arriba, rozando la ropa interior de Saúl.

—Aaah... no creo, aquí nadie nos va a escuchar— le prometió Saúl.

—Ya lo sabias desde antes —le afirmó Yeisson levantando la mirada algo asombrado. Había caído en una emboscada. Saúl le sonreía satisfecho.

—Ya lo sabía desde antes —le confirmó—. Desde hace tiempo.

Yeisson le apretó aún más las piernas y el otro le correspondió como mejor sabía hacer:

—Aaah... me encanta, sigue... mmm.... Aaah.

Las Consecuencias Del Gimnasio | NoNosCortes | YAOI YeisaúlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora