Capitulo 12

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Mientras Yeisson disfrutaba como rey, se le ocurrió una maravillosa idea.

—Bebé, se nota que tienes mucha hambre —Saúl lo miró aun con el pezón en la boca y succionando—, pero tienes que calentarme la leche primero. La leche de papi, ¿quieres leche de papi? —Saúl asintió y liberó el pezón enrojecido—. Entonces tienes que ganártelo.

—Que tengo que hacer... pídemelo —le dijo Saúl muy complaciente.

—Quítate la playera —le ordenó el otro muy firmemente—. Relájate y déjame hacerte lo que yo quiera —vio la preocupación en la cara de Saúl y continuó—. No me voy a sentar en tu cara, te lo juro— Saúl le sonrió y se quitó la playera.

Yeisson quedó maravillado, se sentía como un rey con su esclavo sexual. Estaba temblando un poco, no podía controlar su ansiedad. Había esperado mucho tiempo. Y ahí estaban, para darse amor el uno al el otro. Con Saúl dispuesto a obedecer todas y cada una de sus órdenes sin oponerse. Sentía que su cabeza iba a estallar de tantas opciones que se le ocurrían.

—¿Y ora? —preguntó Saúl al ver que Yeisson se había quedado pensativo—. ¿Qué hago?

Yeisson volvió a la realidad y ayudó a Saúl a recostarse boca arriba para luego inclinarse sobre él.

Primero le dio un beso, comenzaron chocando sus labios y no sabían muy bien cómo hacerlo. Los nervios les ganaban, estaban besándose entre primos y no era fácil de digerir. Pero al poco rato ya se daban besos de lengua sin dificultad.

Luego Yeisson hizo que levantara los brazos para dejar expuesta sus axilas. Se desilusionó un poco al ver que las tenía rasuradas. Pero eso no impidió que se tomara el tiempo de devorarlo todo, primero aspiró con fuerza para intentar quedarse con el olor dulzón que emanaba. Saúl era muy higiénico y no apestaba a chivo como Yeisson.

Mucho más tarde, cuando las axilas de Saúl estuvieron totalmente limpias por las lamidas, Yeisson volvió a los pezones y chupó con calma, muy lento, mientras Saúl se contorsionaba del gusto.

—Sííí... más rápido... me voy a venir —le suplicaba pero Yeisson seguía con su lentitud, su perezosa lengua recorría cada centímetro. Los pezones rosas de Saúl pronto quedaron enrojecidos —. Me voy a venir, te lo juro —solo entonces Yeisson se detuvo y se plantaron otro beso, esta vez mucho más suave y prolongado.

Las Consecuencias Del Gimnasio | NoNosCortes | YAOI YeisaúlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora