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• Miércoles 20 de Octubre 2015
• Ubicación: Rancho Ovidio Guzmán, La Tuna, Badiraguato, Sinaloa, México.


Alessandra POV:


12:15 PM


Miraba mi reflejo en el espejo del tocador, trataba de sentirme normal, pero poco a poco la tristeza comenzaba a llegar a mi, en unas horas Mayel y yo regresaríamos a Culiacán, eso significaba que tenía que separarme de Ovidio, siendo sincera en estos pocos días me había acostumbrado a su compañía, sus corajes, a completamente todo lo relacionado con el.

Salí de mis pensamientos cuando escuche como uno de los gabinetes del tocador se abrió, baje la vista y sonreí, la pequeña Alondra estaba revisándolo muy entretenida, al momento que encontró unas gafas de sol que Ovidio me había regalado cuando recién me había traído para acá, ella se las puso y comenzó a mirar a todos lados, me causaba una inmensa ternura, se me hacía demasiado curioso la ropa tan peculiar con la que la vestían todos los días, pero según su padre esa era la ropa que Vanessa le había mandado.

Observe que uno de los celulares de Ovidio se encontraba sobre la cama, me puse de pie y lo tome para hacerle un par de fotos a la niña, luego de realizar varias tome con cautela su pequeña mano y la atraje hacía mi.

- ¿Te gustan mucho verdad?. - ella asintió con una sonrisa. - Entonces ahora son tuyas. - aplaudió emocionada y me extendió los brazos para que la cargara.

La abrace y la senté en mi regazo, ella seguía jugando con las gafas mientras yo la observaba, sin duda alguna también extrañaría a Alondrita.

- Pero mire nomas' que belleza de mujeres tengo yo chinga'. - sonreí ante el comentario de mi novio.

Ovidio entro a la habitación, se acerco a mi y dejo un beso en mis labios, tomo a la niña de mis piernas y la cargo entre sus brazos.

- ¿Cómo te fue?. - lo mire.

- Se puede decir que bien mi chula. - suspiro.

- ¿Paso algo?. - el asintió. - ¡Karla!. - grite esperando que la niñera de Alondra me escuchara.

Al instante la mujer apareció en la puerta de la habitación.

- Dígame señorita. - sonreí ante su timidez.

- Por favor llévate a la niña y dale su mamila. - ella solo asintió, se adentro a la habitación y Ovidio la dejo en los brazos de la muchacha.

- Necesito que se quede lo que resta de la tarde con ella plebe que mi mujer y yo vamos a salir. - me sorprendí por sus palabras pero ya después le preguntaría a donde iríamos.

- Claro patrón, con su permiso. - ambas salieron del cuarto.

Mientras Ovidio tomaba asiento en la cama yo me puse de pie para dirigirme a cerrar la puerta de la habitación, una vez que lo hice regrese y me senté al lado de el.

- ¿Qué fue lo que paso?. - cuestione mientras tomaba su mano y entrelazaba nuestros dedos.

- Me chingaron dos casas de seguridad, una en Ahome y otra en Cosalá. - Ovidio miro me miro. - No se pudo rescatar nada, y créeme que no me pesa la merca, me pesan mas los hombres que perdí.

- Te creo. - lo abrace, el escondió su cabeza en el espacio entre mi cara y mi cuello. - Pero tu mismo sabes como es esto. - pude sentir como asintió. - ¿Tienes alguna idea de quien fue?.

CHICO MALODonde viven las historias. Descúbrelo ahora