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-¿Cuánto te dio la quince? -preguntó un preocupado Lance dos días después

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-¿Cuánto te dio la quince? -preguntó un preocupado Lance dos días después.

-Diecisiete coma cinco -respondió Keith despreocupado al respecto.

-¿Qué? A mí me dio treinta y tres -gimió horrorizado- Oh, de verdad espero que tu respuesta esté mal...

-Idiota -murmuró pagando lo que había comprado antes de alejarse en busca de una mesa.

Lance se apresuró a deslizar su tarjeta también antes de ir tras el chico.

-Te aprecio, amigo, pero necesito esos puntos -suspiró- Tu promedio ya es bueno sin esa pregunta, a mí me gustaría subir un poco...

-Hola, Keith -una voz femenina interrumpió y ambos voltearon a ver a una linda chica.

-Hola.

-Eh, compré un pan de chocolate de más... Quería dártelo... -murmuró con vergüenza, ofreciendo el paquete mientras bajaba la mirada.

El moreno miró la linda y fría interacción de uno y de otro, y al ver las claras intenciones de negarse del azabache, no pudo evitar interrumpir.

-Di gracias -dijo empujándole con un hombro.

Keith solo le miró y regresó con la chica.

-Gracias, pero no, deberías administrar mejor tus finanzas y no gastar de más en cosas innecesarias -asintió y continuó con su camino, sintiendo la venenosa mirada de Lance en su espalda.

-Este emo... -se quejó el moreno y miró a la chica- Cómelo tú, no le vuelvas a ofrecer nada a ese tonto -bufó mirando a la muchacha alejarse con la cabeza baja antes de alcanzar a Keith- ¿Por qué eres así? Toma mucho valor hablarle a alguien en medio de otras personas que susurran cosas.

-No acepto nada de extraños -respondió tranquilo, buscando a Hunk y a Pidge con la mirada una vez que salieron al jardín.

-¿Qué pudo haberle hecho al pan? ¿Meterle droga? -rodó los ojos con diversión- Estaba cerrado -bufó pensando que era un paranoico.

-Te sorprendería saber -murmuró, pues Keith había tenido experiencias con cosas muy raras... Desde bebidas de dudosa procedencia, hasta muffins con dudoso relleno. Tenía experiencia desde el "agua de calzón" básico, hasta otros distintos intentos de intoxicarle o hacerle morir de asco.

-Dude, me da miedo preguntar -murmuró al ver su cara oscurecerse ante el recuerdo.

-Entonces no lo hagas -resolvió yendo a la mesa donde estaba el resto.

-Bien, no lo haré -negó, mas no pudo mantener la boca cerrada- Pero...

-¿Pero?

-Si es así, ¿por qué aceptaste mis galletas aquella vez? -levantó una ceja.

-¿Me pondrías algo raro en ellas o sacarías algo de hacerlo?

-No.

-¿Eres una chica?

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