2. Tutores (PARTE I)

484 49 70
                                    

El joven Paul McCartney se incorporó en la cama un tanto desconcertado por la reacción de Jim.

—¿Que qué hago yo aquí, cariño?—preguntó arqueando una ceja.—Esta es mi habitación ahora. John y yo oficializamos nuestra relación, ¿no te lo dijo? 

El castaño negó con su cabeza y luego se giró a ver al chico de anteojos parado junto a él, que rascaba su nuca sin saber cómo explicarle a su amigo que ya no iban a ser compañeros de cuarto a pesar de lo que habían acordado por llamada durante el verano.

—Creo que te olvidaste de contarme este pequeño detalle por teléfono, John, ¿no crees?—renegó el castaño.

—Si, sobre eso...—en su mente intentaba formular una excusa o una disculpa, pero esto lo había tomado desprevenido y nada se le ocurría:—Lo siento, lo olvidé por completo.

—No intentes arreglarlo, ya metimos la pata de todas formas.—dijo Paul rodando los ojos, para luego dirigirse al castaño, arrepentido y avergonzado por el inconveniente:—Realmente lo sentimos, Jim.

—¿Y dónde dormiré ahora?—preguntó este a ambos chicos, cambiando de tema completamente e ignorando la disculpa, mientras veía a John recostarse en la cama que iba a pertenecer a él antes de este malentendido y abrazar a su pareja.

—Creo que Ray aún no tiene compañero, ¿por qué no vas a fijarte?—contestó el de lentes.

—Si, eso haré.—replicó el castaño, asintiendo cansado. Realmente deseaba acostarse y dormir después del largo viaje, pero resulta que ni siquiera sabía dónde iba a quedarse ahora.—Que duerman bien, tortolitos.

—Eso haremos.—contestaron los dos al unísono y Jim cerró la puerta para darles privacidad.

La habitación que iba a ocupar Ray quedaba al final del pasillo, por lo que sólo tuvo que cargar con su mochila y su pesada maleta unos pocos metros más para ver si finalmente podía instalarse en ese lugar. Tocó la puerta un par de veces y al cabo de unos segundos su amigo abrió con una divertida sonrisa al verlo parado allí.

—Siento molestarte, pero John y...—Jim intentó explicar a qué se debía su repentina presencia, pero su otro amigo de gafas simplemente se hizo a un lado para dejarlo pasar.—Hmm, bien.—murmuró desentendido por la rápida reacción del chico, mientras apoyaba sus cosas sobre la cama vacía y comenzaba a desempacar todos sus objetos.

Ray se sentó en su propia cama y observaba a su amigo, mientras mordía su labio en un fallido intento por contener la risa. Jim nunca se metía en la vida de los demás, pero a veces salía desfavorecido por la misma razón.

—Te enteraste lo de John y Paul, ¿no es así?—soltó finalmente, sin poder contener más una fuerte carcajada que había resonado hasta en el pasillo.

—¡¿Tú ya lo sabías?!—preguntó Jim desconcertado, volteando rápidamente para observar la divertida expresión del rubio. 

Ray asintió aún sin dejar de reír. Estaba al tanto del romance de sus dos amigos porque constantemente hablaba con ellos por teléfono o les escribía cartas. Mientras que Jim lo hacía de vez en cuando, porque este verano había conseguido trabajo en una biblioteca pública por la sencilla razón de que podía leer cuánto libro se le plazca. De día trabajaba y de noche andaba de parranda. Disfrutaba al máximo el verano para poder concentrarse en sus estudios el resto del año. Y nuevamente su desinterés por los chismes ajenos lo había dejado en desventaja. Ya todo el Internado sabía que entre Paul y John había algo más que una simple amistad, pero este verano habían oficializado su noviazgo y los rumores corrían rápido por los pasillos a pesar de ser el primer día de clases.

Internado Woodstock «Classic Rock»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora